Capitulo 52

560 38 2
                                    

5 meses después...

Salgo del cuarto de baño, resoplando mientras me limpio las manos húmedas con un pequeño papel y lo tiro en la papelera de la cocina. Segundos después, abro la nevera y saco la botella de agua mientras escucho a mi madre entrar también en la cocina.

Hace dos meses superó el cáncer.

Desde ese momento creo que nada ha podido ir a mejor. Nos hemos mudado de casa, ha vuelto a trabajar y estamos todos en una perfecta sintonía que hacía tiempo que no pasaba.

Mientras vierto el contenido de la botella, escucho cómo pone en marcha la máquina del café y también como coge una taza de una de las estanterías.

-¿Cómo has dormido? —le pregunto, observándola por encima de mi hombro.

-Bien —contesta, llevándose una taza de café a sus labios—. ¿Y tú?

Sé el motivo por el que me lo pregunta, así que me giro por completo y poso mis lumbares sobre la encimera de la cocina, observando a mi madre de frente mientras me cruzo de brazos. Lanzo un suspiro y tomo aire, pensando en qué contestar.

Hace una semana me llegó una notificación de que había sido aceptada en Sydney para poder empezar a trabajar allí de manera indefinida. La ilusión de cuando recibí esa notificación me inundó por completo, a fin de cuentas era uno de mis grandes sueños irme ahí, pero no entraba dentro de mis planes por aquel entonces estar en una relación.

Cuando me enteré se lo comuniqué a mi madre al instante, pero no a Diego. El hecho de saber que voy a estar a kilómetros de distancia y horarios diferentes me asusta, y no por el hecho de estar lejos, sino por cómo va a acabar todo.

Soy consciente de que es una conversación pendiente y que en algún momento del futuro, si estuviéramos juntos, se tendría que dar esta conversación pero no tan pronto. Tampoco es que tuviera mucha idea estos meses pasados sobre qué es lo que haré en este tiempo que viene, pero jamás me pensé que sería algo tan drástico.

-No lo sé —respondo de manera honesta, llevando el vaso de agua a mis labios.

-Algún día tendrás que contárselo —me dice, dejando la taza de café en el fregadero.

-Ya pensaré  —respondo bajo su mirada.

Al acabar, dejo el vaso de agua sobre la encímela y me alejo de la cocina, yendo directa a mi cuarto completamente absorta en mis pensamientos.

Hace dos meses me gradué de la universidad y todo ha ido bien desde entonces. He estado pasando el mejor verano de mi vida, descubriendo nuevos lugares y pasando tiempo no solo con mi familia y con Diego, sino también con mis amigas que van a tomar rumbos diferentes a partir de septiembre, lo cual va a suponer un distanciamiento del grupo.

En el caso de Diego, nunca hemos tenido ningún tipo de conversación sobre qué pasará en el futuro cercano y cuáles son nuestros planes a largo plazo, lo cual hace aún más difícil esta conversación que quiero tener con él.

Tengo que irme y quiero irme de aquí, empezar en un lugar nuevo a trabajar y rodearme de una nueva cultura y de personas nuevas, pero no quiero dejarle atrás. Diego ha sido lo mejor que me ha podido pasar en estos últimos años y no puedo haber estado más agradecida de haber compartido tantos momentos únicos con él.

Cuando entro en mi cuarto, me siento en la cama y una vibración me hace salir de mi ensoñación, causando que frunza mi ceño y el lugar de donde viene. Mi teléfono vibra de nuevo y lo cojo, leyendo un mensaje escrito por Diego.

Hola, guapa. ¿Te apetece vernos?

Esbozo automáticamente una sonrisa y, mientras reposo los dedos sobre el teclado, vuelvo a pensar en la conversación que debemos tener sobre el futuro de nuestra relación. Es algo que temo y me agobia, porque el simple hecho de imaginar un futuro diferente al que me gustaría no me sienta bien.

Lo último que recuerdes.Where stories live. Discover now