Hibari Kyoya (3)

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Perdonen la demora, tuve muchos problemas.

Ojala y les guste.

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─ Muchas felicidades, Tsuna y Kyoko. ─ Les decías alegremente al ver que ambos por fin habían dado el paso del matrimonio. ─ Espero sean muy felices juntos. ─ Les diste un fuerte abrazo a la pareja sin querer soltarlos. Considerabas al castaño un hermano menor del cual te costaba desprenderte.

─ ¿Me ayudas, Hibari-san? ─ Suplico Tsuna a Hibari quien se encontraba igual de serio que siempre acompañándote.

Hibari solo suspiro al verte y sin ejercer mucha fuerza, logro que soltaras al pobre de Tsuna quien deseaba hablar mas con su esposa.

La boda fue bastante movida por así decirlo. Considerando el tipo de personas que habían, no era de extrañarse que al final terminaran destruyendo casi todo, y aunque Tsuna parecía bastante preocupado por el costo de los arreglos de la mansión, Kyoko no dejaba de sonreír al ver como todos se divertían muy a su manera. Mientras Tsuna y Gokudera intentaban mantener las cosas en orden, tu te dedicabas a hablar con Hibari quien a pesar de lo mucho que aborrece estar en multitudes, decidió acompañarte a la boda. El que sea tu pareja tiene sus beneficios después de todo.

─ ¿Estas divertiendote, hervibora? ─ Pregunto en un tono neutral.

─ Si, y ya te he dicho que no me llames así. No me gusta. ─ A pesar de estar hablando con el, tu mirada se desvió hacia los arreglos y la mesa de los novios quienes se veían muy contentos.

Sentiste un pequeño golpe en la cabeza que te hizo darte cuenta lo distraída que estabas. Hibari quien parecía un poco desconcertado, te regaño por haberlo ignorado.

La noche paso rápidamente y los novios partieron hacia su luna de miel. Una vez mas, abrazaste a Tsuna con lagrimas en los ojos antes de que se marchara y con ayuda de Hibari, intentaste mantener bajo control todo y a todos quienes ya estaban bastantes ebrios, por cierto. Al final, todos decidieron macharse quedándose en el gran salón destrozado, Hibari y tu.

─ Dios... No puedo creer que hayan hecho todo esto... ─ A pesar de haber sido ellos quienes causaron el desastre, era tu responsabilidad ordenar todo. Y sin querer perder mas tiempo, tomaste una bolsa de basura enorme y comenzaste a quitar los restos de comida que habían sobre las mesas.

A pesar de que Hibari estaba en el mismo lugar que tu, permaneciste en completo silencio por mas de media hora hasta que este decidió romperlo.

─ ¿Todo bien?

─ Si, todo bien. Si quieres puedes irte. Tardare bastante en quitar todo esto. ─ Dijiste mientras observabas todo el lugar que mas bien parecía un campo de guerra.

─ Hace un rato... no dejabas de mirar a Sawada Tsunayoshi. ¿Segura que estas bien? ─ A pesar de no tener ni la menor idea de lo que ocurría, posee algo llamado instinto que le decía a gritos que había algo que querías decirle y no tenias el valor suficiente para hacerlo.

─ ¿Por que tanta insistencia? Te dije que estoy bien. ┴ Le diste la espalda y continuaste limpiando sin prestar atención a la posible mirada asesina que tenia ahora por haberlo ignorado.

Para cuando terminaron era un poco mas de media noche. La mansión Vongola estaba completamente vacía. Ni siquiera había rastro de los guardianes.

─ Iré a mi habitación. ¿Se te antoja algo? ─ A pesar de que lo dijiste sin ningún tipo de intención oscura detrás, su sonrisa pareció no haberlo entendido de todo. ─ ¡Me refiero a algo de comer!

─ Que aguafiestas...

Después de charlar un momento subiste los escalones lentamente deseando llegar rápido a tu habitación y tumbarte a la cama.

Sin mucho esfuerzo lograste dormirte, pero en medio de la noche escuchaste a Hibari llamándote. Estaba sentado en un costado de la cama con la pijama puesta. Por lo poco despeinado que tenia el cabello, suponías que aun no se había ido a la cama.

─ ¿Que sucede? ¿No puedes dormir? ─ Frotaste tus ojos mientras te sentabas.

─ ¿Realmente no te pasa nada?

─ ¿Me llamaste solo para preguntarme eso? ─ Dejaste caer tu cuerpo nuevamente sobre el colchón. ─ ¿Tienes idea de que hora es? Vete a dormir. ─ Tapaste tu cuerpo con las sabanas dándole la espalda.

─ Quieres que nos casemos, ¿no es así? ─ Aquella pregunta hizo que abrieras los ojos como platos de la sorpresa.

─ ¿No podemos hablar de ello mañana? ─ Intentaste mantener la compostura.

Al ver lo mucho que te negabas a hablar sobre ello, se recostó contigo mientras te abrazaba y aunque la intención era molestarte y obligarte a que lo escucharas, se sintió tan cómodo que no paso mucho tiempo para que se quedara dormido.

«¿Se durmió? No puedo creerlo.»

Cuando despertaste al día siguiente, Hibari ya no estaba. Y al igual que todos los días, luego de darte un baño, cepillarte los dientes y vestirte, saliste a realizar tus actividades diarias como miembro de la familia Vongola. Fuiste sorprendida por Lussuria y Belphegor en las escaleras.

─ ¡Felicidades, (T/N)!

─ Felicidades. ─ Dijo con su usual risa (Shi shi shi).

─ ¿Que estamos celebrando?

─ No te hagas la tonta. Tu boda con Hibari.

Justo en ese momento viste a Hibari comiendo una galleta en la entrada de la mansión. Le dedicaste una mirada siniestra que ignoro.

─ ¡Hijo de HIBIRD! ¿Que quiere decir esto? ¿Cuando dije que aceptaba casarme contigo?

─ Recuerdo haber hablado contigo anoche sobre ello... Estabas tan emocionada que te dormiste.

Aquella mentira te enojo aun mas, pero el hecho de que le agradara la idea de convertirse en tu esposo, te alegro bastante.





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