Yato

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Por naturaleza eres una persona orgullosa y poco honesta con relación a tus sentimientos. Por dicha causa los demás siempre malentienden lo que intentas decir, pero por la misma razón, no los sacas de su error. Es un defecto muy grande que ha provocado grandes problemas a lo largo de tu vida por lo que para ponerle fin a ello, rezaste al dios Yato. Escuchaste rumores y según era cien por ciento seguro que tu deseo se cumpliría.

Una noche, cuando salías del baño, viste a un chico con una sudadera negra y pantalones del mismo color, con ojos azules como el cielo. Estaba comiendo las galletas que habías dejado al lado de la mesa junto a tu cama acostado en ella. Un poco cabreada al ver migajas sobre el colchón, lo agarraste del cuello y casi lo lanzas por la ventana. Con mucho miedo te contó que era Yato y te ayudaría con tu problema.

Aunque no era la imagen que tenias de un dios, no podías ser exigente. Después de todo había venido personalmente a atenderte.

─ ¿Que es lo que retiene tu corazón? ─ Con aquellos ojos tan hipnotizantes sin ninguna expresión, se acercó un poco apoyando los brazos en la cama.

Sin responder, desviaste la mirada. Antes de darte cuenta estaba frente a ti y bastante cerca. Te exaltaste al ver que tus pies no estaban tocando el suelo.

─ ¡Se caerá la toalla! ─ Gritaste mientras observabas como el dios Yato salto por la ventana contigo en brazos. Te aferraste a su cuello por el miedo y cerraste los ojos. Al abrirlos, te deleitaste por la bella vista que tenias desde el techo de tu casa.

El cielo estaba despejado y tanto la luna como las estrellas podían apreciarse perfectamente. Era un panorama que ignorabas por estar tan concentrada en tus problemas diarios.

─ El cielo debe estar celoso de ti por ser tan bella. ─ Aunque sus mejillas estaban levemente sonrojadas, mostraba una sonrisa incapaz de borrarse. ─ ¿Lo ves? Digo lo que pienso.

Asumiste que era su primera lección. Una que en definitiva te había agarrado desprevenida. Simplemente ocultaste tu vergüenza por medio de insultos e indirectas. Aunque a penas lo conocías, el dios Yato es alguien demasiado sincero para tu gusto.

Pérdida en aquel panorama perdiste la noción del tiempo. El reloj marcaba las 11: 30 pm cuando fuiste a la cama.

Muchas cosas habían pasado y a muchas personas has conocido. Tu problema aún no se ha resuelto pero no por culpa de Yato, sino por que tu corazón sigue encerrado en aquel castillo donde lo habías puesto después de experimentar dolor constantemente.

Odias hablar de ti misma por que te causa un inmenso dolor, pero había algo que retenía todas las verdades que ansiabas decir y expresar.

─ Buenas. ─ Saludaste a Daikoku y Kofuku quienes jugaban cartas en casa. ─ ¿Saben donde esta Yato? ─ Cruzaste los brazos al recordar que habían quedado para dar un paseo por el festival de verano. Hace media hora que esperabas en el lugar acordado, pero no aparecía. Lo habías llamado al celular pero no contestaba y la verdad es un poco incómodo caminar con un kimono por la calle.

─ Debe estar con Hiyori. Se fue con ella hace un rato. ─ Respondió Yukine apareciendo de la nada detrás de ti.

─ Gracias. Iré a buscarlo a su casa entonces.

El día de hoy te sentías muy contenta. Aunque no lo había dicho de forma directa, Yato te invito a salir. Suponías que era la forma que tenían los chicos de hacer sus cosas. Alrededor de ti habían flores que poco a poco se fueron pudriendo y apacando al ver a la chica de ojos morados y al joven de ojos preciosos besarse en medio del puente por el que pasabas. Sentiste algo increíblemente doloroso en el corazón. Como si algo lo apretara tan fuerte para hacerte sufrir lenta y dolorosamente. La tristeza invadió tu alma, pero aun así no derramaste una sola lágrima. Continuabas sonriendo sin mostrar una pizca de dolor.

One Shots (Anime)Where stories live. Discover now