Capítulo 18
Ahí, frente a sus ojos, a nada más que unos centímetros de distancia, se hallaba la única persona y cosa en el mundo que le permitía seguir viviendo. Ahí estaba el niño de sus ojos, el más dulce del planeta, el único al que podía amar.
Se percató de su nerviosismo por el simple hecho de que no quería mirarlo a los ojos. Esperaba que, en cuanto lo viera, lo reconociera inmediatamente.
Sabía que aquello no iría más allá de sus deseos.
Se relamió los labios, sin presionarlo, aunque sabía que su mera presencia estaba presionándolo. No quiso decir palabra, esperó a que él levantara la vista.
«Mírame, hermosura ─pensó, nervioso ─. Déjame mirarte...»
Wally levantó la mirada, donde sus ojos se encontraron.
Notó en su chico los mismos rasgos; la edad no le había hecho absolutamente nada, y seguía estando guapísimo. Tenía la mandíbula apretada y los labios fruncidos. Tenía tantas ganas de besar sus labios.
Esperó pacientemente a que reaccionara de algún modo.
No era tan igual al chico de sus sueños.De hecho, era mucho más lindo.
Recordó el episodio en la calle con Helena, cuando se había puesto a llorar "sin razón alguna". Ulises era el chico que habían visto. ¿Ella se había puesto a llorar por eso?
Volvió a concentrarse en él.
No le estaba hablando, ni siquiera lo había saludado. Imaginó que estaba en shock o algo así. No supo identificar si su mirada estaba "perdida" en sus ojos o si realmente estaba mirándolo fijamente.
Era bastante alto. Le sacaba, más o menos, poco más de una cabeza. No era intimidante mirarlo hacia arriba, de hecho, no le molestaba ni en el cuello ni en los ojos. ¿Estaba acostumbrado a hacerlo antes? Era lo más probable.
Se relamió los labios y practicó mentalmente lo que diría.
─Pa-pasa ─tartamudeó, sin apartarse ni un poco de la puerta. No había salido tan como él lo había imaginado.
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El atrapa sueños (GAY)
Ifjúsági irodalom«Dos chicos se unen con los lazos que sus sueños establecieron, pero, al mismo tiempo, ellos los hacen perderse. Los ojos de ambos desean encontrarse una vez más y son conscientes de que no sabrán reconocerse». Walter Quinn se ha topado de cara co...