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Después de trabajar, llegó a casa muy cansada. Ni siquiera quiso cenar y se dio una larga ducha, con agua muy caliente. Tal como salió se puso un gustoso pijama y se metió en la cama.

El despertador había sonado a las siete de la mañana, como cada viernes. El trayecto hasta la cafetería se le había hecho ameno. Le dio tiempo a escuchar siete canciones de Oasis, entre ellas "Acquiesce".

Cuando llegó a la altura de la puerta, se fijó en el cartel que colgaba de ella. ¿Cuándo habían decidido cerrar la cafetería? ¿Por qué no se había enterado? Rebuscó en los bolsillos de su pantalón hasta dar con el teléfono. Pausó la música y se percató del mensaje de Gabriel, que por la mañana no se había ni acordado de mirar.

"Siento avisarte ahora, pero me acabo de enterar. Esta noche ha muerto un hombre y los empleados de la cafetería somos sospechosos. Gustavo me ha dicho que acudamos al local lo antes posible. Hay un inspector esperando."

¿Qué narices?

Llamó a la puerta y oyó las voces de sus compañeros. Carlos abrió la puerta. Entró en el local y se topó con la mirada de todos sus compañeros y su jefe, que estaba siendo entrevistado por el que supuso que sería el agente.

-Amaya, menos mal -dijo Gabriel acercándose a ella. Cuando llegó a su lado la estrechó en sus brazos. Ella se sorprendió, pero no lo apartó.

-¿Qué ocurre? -dijo una vez estuvieron en la barra. Dejó apoyada en la madera una pequeña mochila que llevaba con ella. Miró a Gabriel mientras este le explicaba la situación.

-Las autoridades no acaban de creer que la muerte de ese hombre sea un accidente.

-¿Y qué tiene que ver eso con nosotros? -preguntó Amaya

-Conmigo desde luego que nada, pero han identificado en un vaso de café para llevar el logo del restaurante.

Ella tragó saliva y sacudió la cabeza despejándose.

-Yo ya no estaba de turno -continuó diciendo Gabriel-, pero estoy seguro que ese hombre mezcló las pastillas y el alcohol por su cuenta. Además,también estoy aquí para darte apoyo, imagina que me llego a quedar para hacer tu turno. Ahora estaría yo involucrado.

Amaya estaba realmente agradecida por ese apoyo de parte del chico.

Amaya puso la mano suavemente sobre la de Gabriel. Si al menos tenía a alguien de su lado, haría las cosas más fáciles.

Gabriel se sobresaltó ante el toque, mas no se apartó y se sonrojó.

-Amaya Ruiz Viñas.

La voz del policía les sobresaltó y el chico se deshizo de la mano de ella, como por acto reflejo.

Ella siguió al agente de mediana edad hasta una mesa del bar algo más separada del resto.

-Siéntense por favor, tengo algunas preguntas que hacerle. Mi nombre es Alberto.

Amaya obedeció al hombre y se sentó frente a él. Apoyó los brazos sobre la mesa y entrelazó las manos.

-Supongo que habrá oído lo sucedido con el señor Hidalgo.

Amaya frunció el ceño, confusa.

-No sé nada. Son solo las ocho y veintisiete de la mañana -respondió mirando el reloj.

-Pero ya sabe que las noticias vuelan. Tenemos entendido que era su profesor de teoría de la literatura -Amaya asintió-.Ha muerto en circunstancias misteriosas esta madrugada.

La chica abrió los ojos con sorpresa y se llevó las manos a la boca. ¿Hidalgo? ¿José Hidalgo?

-Dios mío -susurró pasmada-. ¿Cómo?

El hombre se incorporó en la silla y abrió una pequeña carpeta de la que sacó unas fotografías.

-La principal causa de la muerte ha sido un desnucamiento contra el respaldo del banco -dijo señalando en las fotografías un banco-, pero es cierto que la mezcla de Diazepam y el alcohol,que él previamente había ingerido, ayudaron.

-Por Dios.

-¿Tiene algo que decir al respecto?

-¿Qué tengo que ver yo en todo esto?

-Usted le sirvió el café. ¿Cierto? -ella asintió.

-Sí, pero tuvo un comportamiento normal cuando entró al local. Me pidió un café para llevar.

-¿Eso es todo?

-Por supuesto, aquí acaba mi trabajo como camarera.

-Usted no le echó nada en el café, ¿cierto?

-¿Cómo? ¡Por supuesto que no!

-Me ha llegado información sobre su relación con el señor Hidalgo. Y no precisamente buena.

-En el momento en que entró por la puerta del local, fue un cliente más.

Alberto la escrutó detenidamente con la mirada, buscando algún resquicio de culpabilidad. Nada, podía asegurar que el rostro de Amaya era prácticamente impasible.

Le dio el visto bueno y dejó que se fuera como inocente.

***

Cuando las cosas se normalizaron empezó el turno de mañana. Tan solo trabajó durante dos horas sirviendo algún que otro café rezagado.

"Un hombre ha sido hallado muerto en el parque Oeste.

Esta madrugada sobre las dos, un hombre de mediana edad ha muerto en el parque Oeste, situado cerca de las afueras de la ciudad.

Presuntamente el hombre habría muerto desnucado contra el respaldo de un banco. El forense asegura que también habrían encontrado restos de alcohol y Diazepam en la sangre.

No podemos afirmar con certeza la razón de la muerte..."

Cerró el periódico de la cafetería y lo volvió a poner a disposición de los clientes. Era demasiada casualidad. Revisó el último mensaje que había recibido esa mañana por parte de Lucía.

"¿Recuerdas cuando papá nos leía los comics de Los pitufos? Tú siempre preguntabas por qué Gargamel, no era capaz de dejar a los pobres pitufos vivir en paz. Bueno, ahora seguro que pueden hacerlo."

Siempre era tan desconcertante.

Cuando entró en universidad el panorama no era muy distinto al de la muerte de Leo. Todos parecían estar muy afectados, sin embargo, ella no podía dejar de pensar en Lucía. Tenía tantas ganas de verla, de abrazarla y besarla mil veces. De no volverse a separar de ella nunca más.

Al acabar las clases pasó por la biblioteca a buscar algún libro con el que entretenerse.Le dolió no poder alquilar aquel viejo ejemplar de Cumbres Borrascosas, pero tampoco le pareció mal la idea de llevarse Hamlet.

Caminando por los pasillos llenos de libros, se detuvo a escuchar una conversación que le pareció interesante. Eran dos alumnas de su edad, estudiaban Medicina.

-¿Sabes que ahora Sofía trabaja en una joyería?

-¿En serio? ¿No se necesita un contrato tipo: no robaré? ¿O algo por el estilo? -dijo riendo.

-Es una joyería cutre. No creo que los precios pasen de 100... ¡Y ya digo mucho!

Amaya suspiró burlonamente al escuchar aquella conversación. Sin darle más importancia, pidió el libro y se marchó a casa.

***

¡Holu! Hoy estos contenta porque aunque mañana tenga examen de historia... Es el dia del libro y la rosa🌹📚 (Sant Jordi)
Y mi novio me ha regalado "Call me by your name" y tengo muchísimas ganas de leerlo -aunque ya lo he empezado- jajajaj.

¡Espero que os guste el capítulo!

¡Exijo comentarios! (Si veo que votas y no comentas te perseguiré... muahahaha!!)

Bajo efectosWhere stories live. Discover now