—Emmanuel esta mal. -dice con voz apagada, yo trato de no levantar la cabeza… de no preguntar.

Hace un mes que Emmanuel se queda en casa de Irina, hace un mes que duermo sola en esa enorme cama.  —¿Hasta cuando? -levanto mi cabeza para enfrentarla.  Ella no dice nada y yo… tampoco aunque se a que se refiere.  —¿Cuánto tiempo más le vas hacer sufrir?  -muerdo mi labio con fuerza.

—Ina, si ya no quieres que él esté en tu casa….

—No es eso katrina, -se sienta en la silla a un lado de mi, su frente arrugada  —él es mi familia puede quedarse el tiempo que le sea suficiente.

—¿Entonces? -la veo con fijeza, en realidad la entiendo.

—Está sufriendo, no sabes como llega a casa, no come, no duerme…

—¿Y tengo que perdonar su infidelidad por eso? Además nadie ha muerto por eso-le solté con molestia, no me gusta sentirme así, con este sentimiento en mi corazón, pero…  Irina me ve como si me hubiera salido tres cabezas, abre su boca por la sorpresa de mis palabras. —No me veas así -le hago una advertencia  —Yo no soy la villana del cuento.

—No Katrina, te equivocas. Aquí no existen los villanos, solo personas que toman decisiones las consecuencias de ello. -hace una pausa —Tu tambien fallaste y el no ha dicho nada.

—Ina, todo esto es solo entre nosotros, no te metas por favor. -trato de decirle de tono suave.

—Esta bien -pone sus manos en alto, y después esa cara… esa cara que algo más.  —Lo siento,  pero si no lo digo voy a explotar. No me gusta Alberto… tu relación con él. -fruncí el entrecejo por la confusión, él era su persona favorita y ahora sale con esto.

—Ina, no tengo una relación con Alberto -no la teníamos, salíamos… sí al cine o a cenar, pero no a otras cosas.

—Me da rabia que ustedes te gane una oportunidad de arreglar esto y lo dejes ir…. una oportunidad de ser feliz -muerde su labio, sus ojos cristalinos. ¿por qué le afecta tanto?  —Arregla las cosas y de feliz…. tú que puedes… -abrí mi boca para preguntar por el dolor que veía en sus ojos, pero la puerta se abrió dejando ver a Alberto que traía una charolas de comida.

—Traje la comida -canturreo mientras se acercaba a nosotras, el olor a comida inundó mis fosas nasales recordándome que no había probado bocado desde el café matutino.

—Huele delicioso -me acerque para ver el contenido de la charolas. Una por su parte solo dio una pequeña sonrisa de agradecimiento y volvió a la tableta.

Así eran nuestras tardes, comíamos en la oficina para no tener que salir y perder tiempo.

—Recuerda katy que tienes que ir por las telas -Ina me dijo con el tenedor a medio camino a su boca. Yo asentí con la cabeza terminando mi bocado.

—¿Me vas a prestar tu camioneta? Mi auto no sé por qué todavía no sale del taller -mire de soslayo a Alberto. Mi automóvil tenía meses en el taller y el mecánico no me decía nada, eso me hacía sospechar de Alberto, pero ¿por qué? ¿que ganas él deteniendo mi auto?

—Esa chatarra no sirve -fue lo único que se dignaba en decir del asunto.

—No Katy, tengo que supervisar las flores.

—Ina, las flores eran listas ¿Que tienes que supervisar?

—Quieren un arco de flores en la entrada, me han mandado el diseño. Así  que voy a buscar quien lo puede hacer y qué  tipo de flores pondremos. Te pido un Uber. Resignada di un leve asentamiento con mi cabeza.

—No, yo te llevo -Alberto se ofreció y yo… encantada de ir acompañada.

—Gracias. -vi como Ina arrugaba su nariz en disgusto, pero no le hice caso.

***

1 hora más tarde Alberto estacionó su camioneta afuera de la gran plaza, a esta hora los locales están al tope.

—Y-yo te espero aquí -me dijo en un tono que me hizo sospechar.

—Pero, dijiste que me ayudarías -le hice un puchero, él se pasó la mano por su cabello mientras veía algo dentro de la plaza.

—Esta bien, vamos. -en respuesta la dedique una gran sonrisa.

Caminamos en silencio mientras buscaba el local, era la primera vez que iba y no sabía exactamente dónde se encontraba. Ina solo me dijo:

—Es muy sencillo, entras por la avenida principal y de ahí caminas hasta el banco, a un lado de éste está el local.

Pues ya había pasado por el banco y el único local que había ahí era una escuela de ballet. Y para el colmo estaba sola, Alberto fue a preguntar por el local al señor de seguridad y no había regresado, apuntó estaba de marcarle a Ina para que me pasará de nuevo la dirección cuando veo que la puerta de la escuelita de ballet se abre, un grupo de niñas acompañadas de sus madres salieron del lugar, sería lindo traer a mi princesa a este lugar, me acerco más para verla mejor, es pequeña con dos salones y  paredes de cristales, la recepción y al fondo lo que me imagino es una oficina.

Tal vez ellos me pueden orientar.

Entre al lugar, la música clásica viaja por todo el lugar tranquilizando tus sentidos, en un escritorio una chica de cabellos rojos me recibe con una sonrisa cortés.

—Hola, ¿en qué puedo ayudarla?

—Hola, estoy perdida.-sonrió tímida, la chica asiente con empatía.

—Dígame,  ¿a dónde quiere ir? -me acerco al escritorio para mostrarle la dirección, la chica toma el papel entre sus manos mientras yo inspeccionó el lugar.

—Estás en el piso equivocado -me contesta, yo dijo mi atención en ella. —Mira, en cada piso la enumeración se repite, lo único diferente es la letra, este es el tercer piso y pertenece a la letra C, tu buscas el local 35 con letra E  osea el quinto piso.-termina de explicar con eficiencia, yo me pongo roja por la vergüenza, era tan simple y no lo entendía, después de agradecerle me giro para salir del lugar, conforme me voy acercando logro ver a lo lejos la espalda ancha de Alberto seguramente me está buscando.

Abro la puerta y me encamino a él, cuando de repente veo a otra persona ha la do con él es…. Una mujer de cabello castaño, delgada… doy un paso más hacia ellos, se escuchan molestos, están discutiendo por algo… otro paso más, la mujer va tomando forma, escucho su voz y me recuerda a….

Hola ¿me extrañaron?
Yo sí
Las adoro
Déjame tu voto y comentarios
Me encantan!!
Te veo en otro capítulo
Con cariño
Anny💋















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