¿Quiero saber?

Começar do início
                                    

La oji ámbar se encontraba acostada de lado con su rostro apoyado sobre la misma almohada que apresaba con sus extremidades de manera posesiva y aquella posición dejaba la mitad de su delicado perfil a merced de Levi, los largos mechones azabaches que se encontraban desperdigados sobre la cama, se veían enredados y desordenados gracias a cada movimiento juguetón y sensual que la chica dio, antes de quedarse dormida y que sin querer, lograron desajustar su peluca dejando algunos mechones naranja sueltos y a vista de Levi, quien por curioso y atrevido, casi roza su nariz con la mejilla de aquella pelinegra, pero justo a tiempo logro detenerse y bajar aún más a la altura de su cuello. Gracias al adrenalínico momento que comenzaba a excitarle, el azabache decidió  olfatearla como parte de su morbo y de esa manera tan simple descubrió que aquel aroma pertenecía a alguien especial, pues su cerebro de inmediato le gritó que esa dulce fragancia pertenecía a Petra, solamente la de cabellos naranjas tenía esa exquisita esencia a fresas y vainilla en su cuerpo, su jodida pervertida de ojos color miel se caracterizaba por aquel suave perfume que a él, le hacía enloquecer, pues aunque lo negara mil veces, la deliciosa frescura dulzona que Petra emanaba, se había convertido en algo difícil de ignorar o despreciar para el orgulloso azabache.

Petra se removió un poco y al hacerlo, automáticamente rozo aquel cuerpo que se encontraba a pocos centímetros de ella intentando arduamente no tocarla o despertarla, pero fue en vano pues los adormilados parpados de Petra se abrieron ligeramente y sus brillantes y claros ojos ámbar se encontraran con los oscurecidos, platinados y preciosos ojos de aquel apetecido individuo que ella con ligereza reconoció.

Ahora menos que nunca el azabache dudaría de que esa chica fuera Petra, pues aquellos pozos de miel solo podían ser los de ella, pues aquel color tan único y encantador solo pertenecía a ella y era en esos jodidos orbes en donde podría perderse sin deseos de ser encontrado. Levi siempre odio las cosas dulces, pero esa maldita fragancia a vainilla dulzona, sus encantadores ojos de miel, su jodido cabello dorado caramelo y su exquisita piel deleitosa con sabores y néctares azucarados, hacían de Petra el postre más delicioso, la droga más exclusiva, el paraíso bajo su cuerpo, la gula hecha mujer. Su jodida quinceañera incluso le ganaba en la cama a aquella experimentada mujer que lo hizo hombre años atrás, esa niña risueña y pervertida le demostró que la inocencia mezclada con su elegante depravación podría hacer de ella una irresistible muñeca sensual, pues en ella... el encontraba todo procedimiento corrupto y desenfrenado para adquirir el entretenimiento y placer más genuino que más creyó alcanzar.

Petra pasó de ser un simple trato, un estúpido chantaje o una molesta extorsión sexual, para convertirse en la única chica que logró despertar en Levi, aquel pecado capital conocido como la lujuria. Pero no solo eso... la jodida pervertida era difícil de ignorar fuera de la cama. Aquellas penetrantes miradas y tiernas sonrisas que le dedicaba efímeramente durante los recreos, le hacían sentir sensaciones agradables. No podía negar que era hermosa e inteligente, espontánea y sensible, bastante temperamental como caliente, amable a pesar de que el la insultara de todas las maneras posibles y aunque siempre fue rudo con ella, Petra se mostraba dulce y cariñosa, esa actitud tan agradable le hacía querer tratar bien a Petra, cuidarla, hacerla suya y que fuese solo de él y para él... aunque aún no entendiera el significado de eso.

-¿Qué significa esto? ¿Cómo demonios entraste aquí Petra? ¿Ahora guardas copia de todas las llaves de mi casa? ¿Encontraste más cosas vergonzosas para chantajearme a tu antojo de nuevo? ¿Dame un buen motivo para no sacarte a patadas de mi casa? Levi tomó las muñecas de la frágil y adormilada Petra, las colocó con rudeza sobre su cabeza y las apretó a tal punto de hacerla gimotear de dolor, la tenía sometida de manera violenta y nuevamente lleno de enojo hacia ella, pues no le agradaba ser el centro de burlas y aquella espina de molestia y desconfianza por creerla capaz de utilizar su vida privada en contra de él nuevamente, le estaba hiriendo su orgullo y solo podía verla de aquella manera tan fría mientras la interrogaba y la pobre Petra nada más se mostraba confundida y con miedo ante él.

La pervertida de ojos color miel.Onde histórias criam vida. Descubra agora