Eres mía

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Y mientras observaba con aburrimiento las estrellas, vistiendo un suave camisón de seda blanco con encajes negros, la dulce pervertida de cabellos naranjas y ojos amelados, apoyaba sus brazos sobre el balcón y maldecía a todos los astros por recordarle siempre la mirada de aquel a quien amaba, y es que no podía negarlo, aquel cielo estrellado, solo podía visualizarse como la clara imagen de los orbes de Levi, esos que poseían aquel azul tan profundo, oscuros y brillantes como una constelación, algo tan fuera de lo común, tan hermoso y difícil de comparar, pues Petra se dio cuenta de que ni el universo entero se asemejaba a aquella mirada que le hacía suspirar y... se feliz.

-¡Que se joda!- Y sin contener la furia que le invadió casi en segundos, lanzó una de las macetas desde el segundo piso, cayendo esta deliberadamente sobre el suelo del jardín trasero, haciéndose pedazos y llenando de tierra, platas y flores todo el lugar, y seguramente muy temprano por la mañana, su jardinero no estaría nada feliz con eso.

Pero eran estos extraños arrebatos furiosos y nada racionales, los que la mantenían cuerda. Ya que la dolida y entristecida Petra, buscaba desahogar sus penas de alguna manera, y que mejor que rompiendo cosas, cortando rosas, o golpeando almohadas, para olvidar el hecho de que aquellos ojos color zafiro ya no eran suyos, si no de Nifa.

Y mientras descargaba su enojo estrujando un suave osito de felpa, los recuerdos de la tarde anterior se hacían presentes, para dejarla de nuevo en plena tranquilidad, pero preguntándose con suma inquietud ¿Qué deseaba la madre de Zeke? Pues la dulce señorita de la casa, se negó rotundamente a escuchar cualquier cosa que aquella señora tuviese que decir, argumentando que ese era un tema que debía tratar con sus padres, pues era de ellos la visita y ella solo acataba la orden de su madre de atenderles lo mejor que pudiese, haciendo que se arrepintiese profundamente horas después de la retirada de los Fritz, pues ahora tenía muchas ganas de saber qué diablos ocurría y si acaso esa mujer era la razón por la cual sus padres regresarían a esa olvidada ciudad.

Bueno, no importaba si acaso su padre tendría que resolver asuntos con su rival presidencial, o si su madre se reencontraría con su amiga, pues según Dina, eso eran, viejas amigas... Pero lo que si le molestaba, es que no pudo ser grosera en ningún momento con el jodido Zeke, tanto que incluso tuvo que aguantarse las ganas de cachetearle la cara cuando él besó su mano con fingida elegancia, si ella ya sabía que tan bajo podía llegar a ser ese intento de caballero.

Pero, no importaban, Dina y su hijo, no importaban... al menos no tanto como el rostro de Levi colado en sus sueños, mientras adormilada se dejaba caer sobre suaves almohadones de plumas y seda, deseando que uno, tan solo uno de todos esos sueños en los que él lograba infiltrarse en su mansión, solo para hacerle el amor, se hiciera realidad.

Y ese mismo sueño, es lo que mantenía su mente distraída durante las clases, observando hacia el pizarrón sumida en sus pensamientos, mientras una pelirroja la observaba desde los asientos delanteros, aun mas confundida que nadie, pues no comprendía como el bruto de su hermano podía cambiar a la preciosa Petra por la insípida y engreída Nifa, alguien a quien tuvo que tratar por mera cortesía, y solo porque ella se le acercó para presentarse como la novia de Levi, engrandeciéndose y pidiéndole con una vocecilla molesta, que la llamara "cuñada" haciendo que la pobre Isabell quisiese arrugar el rostro con asco, mientras observaba que su hermano también estaba incomodo con ese hecho.

Y nadie lo podría procesar nunca, ni Isabell, ni la prima de cabellos azabaches que comentaba con cortas frases, lo idiota que era su primo, ni la castaña de lentes que interrogaba día y noche al malhumorado jovencito de rostro inexpresable, ni los mejores amigos del mismo, que se limitaban solo a observar como día a día el humor de Levi era aún más insoportable que antes, pues se negaba siquiera a que mencionaran el nombre de Petra, logrando que el joven Farlan, mantuviese en constante observación aquella extraña situación, pues alguien como Levi, no hace poemas y se emborracha por una chica, solo para que sea su novia, y más aún, presentarla a su familia, para después solo dejarla por alguien que a leguas se nota, le desagrada, y él, aunque no quisiera, se daría a la tarea de descubrir que demonios sucedía con aquel testarudo y tonto azabache.

La pervertida de ojos color miel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora