La pervertida de ojos color miel.

Ternura

La velocidad, el vigor y la potencia del estruendoso palpitar de un vehemente corazón enamorado, se escuchaba claramente como bongos o cualquier otro tipo de instrumento de percusión a un alto volumen, o así describía Reiner en ese momento lo que su perfecta audición captaba al estar completamente concentrado en Petra, quien no dejaba de ver la inmensa puerta frente a ella en espera de que alguien se dignara a recibirla de una vez, queriendo terminar cuanto antes la agonizante sensación de ansiedad ante lo meramente desconocido.

Petra se mostraba tranquila, aparentemente apacible y con todo bajo su control, pero detalles como apretar sus puños o morder sus labios cada tres segundos, le indicaban al rubio que su chiquilla estaba en verdad ansiosa y que quizá... Para ella en verdad la ocasión era importante y tal vez él debería de creerse de una buena vez, que Petra era inalcanzable, pues en sus sueños más locos y profundos, llegaba a imaginarse que tal vez ella podría sentirse así de emocionada por su persona y no por el niñato ese que día a día él odiaba cada vez más.

Por fin, la puerta se abrió con lentitud dejando que una hermosa mujer de cabellos negros se dejara apreciar por la ambarina mirada de una nerviosa Petra, mientras que ella únicamente se mostraba ensimismada en la tarea de colocarse un arete a la vez que parecía dar instrucciones a alguien que se encontraba detrás de ella.

-B-buenas noches...- Por fin los ojos de la elegante Kushel se posaron en la criatura que había presionado incesantemente el timbre de su casa minutos atrás, pero es que ella jamás imaginó que fuese precisamente la novia de su hijo la que estaba afuera. La peli negra creyó ciegamente que seguro se trataba de su hermano o sobrina, a quienes esperaba ansiosa desde hace muchas horas atrás, pero al darse cuenta de que había olvidado por completo que su muy esperada nuera llegaría en cualquier momento, la madre de Levi no dudo en abofetearse mentalmente por ser en verdad distraída y descuidada.

Solo bastó de unos pocos segundos para que los orbes zafiro de Kushel escanearan detalladamente a la jovencita que tímidamente sonreía mostrando así un gesto jovial y cortes, para que ella sin pensarlo dos veces, le cerrara de inmediato la puerta en la cara.

Aquel acto dejó paralizada a Petra por muchos minutos, el mundo entero se le vino abajo cuando en el rostro de Kushel una mueca extraña se figuró seguidamente de un portazo que la hizo estremecerse y querer salir huyendo de ahí, de no ser porque al dar dos pasos hacia atrás totalmente afligida y con la mirada efímeramente cristalizada, la puerta se abrió nuevamente mostrando esta vez a una sonriente y entusiasmada Isabel que corrió a abrazarla mientras le susurraba en el oído algo que la dejo aún más perpleja que antes.

La hija menor del ex general de guerra Levot Ackerman, entró en completo shock al ver a quien se suponía era la novia de su hijo, la verdad es que Kushel Ackerman apenas y creía que Levi tuviese una novia oficial, no dudaba que su hijo fuese popular entre las señoritas, pero nunca vio en él indicios de formar una relación afectiva con otros seres humanos que llegara a considerarse normal, ya que con mucho esfuerzo logró que su hijo se adaptara al jardín de niños, lugar al cual ella asistía dos veces por semana a resolver con las maestras la extraña actitud agresiva y asocial que su hijo mostraba con los demás niños.

Levi era un niño inteligente y ejemplar en muchos aspectos, pero cuando terceros comentaban sobre su extraño e injustificado desprecio hacia los demás, Kushel no tenía más remedio que argumentar las razones de porque su pequeño y enojón Levi detestaba a sus compañeritos de la escuela, explicando con seriedad que a Levi le molestaba en demasía ver a los niños de su edad comiéndose los mocos o el pegamento, también mencionaba las razones que Levi tenia para no querer estar cerca del niño que dejaba escapar flatulencias durante el recreo y claro cómo olvidarse de la niña que solía poner lombrices de tierra sobre su merienda cuando él se encontraba lavando sus manitas.