—Seguro que la recuperas hijo. —Lo abraza y yo entro.

—Hugo quiere agua. —Intento excusar mi interrupción.

—Ya se la llevo yo. —Álvaro coge una botella de agua y se va dejándome a solas con su madre.

—¿Lo has escuchado todo verdad? —Pregunta aun sabiendo la respuesta.

—Sí. —Digo. —Y no te voy a negar que sienta pena, pero...

—Te comprendo, pero deberíais de empezar de cero. Siendo amigos. No lo he visto sufrir tanto en toda su vida, ni cuando me negué a quitar su foto de la comunión la primera vez que te trajo a casa. Pensaba que lo dejarías por eso. —Las dos no reímos. —Piénsatelo. En serio Lu, nunca antes me había contado nada sobre chicas hasta que apareciste. Y lo de su oferta de trabajo también. Te vendrá bien cobrar un poco más, que, aunque parezca imposible, Hugo va a crecer y necesitará ropa nueva a todas horas. —¿Cómo sabe lo de la oferta?

—Tienes razón, Hugo va a crecer y... sí, hablare con él y le explicaré todo, pero tiempo al tiempo. —Digo cuando veo que casi me asesina con la mirada. La abrazo. —Gracias por todo.

Vuelvo al salón y veo cómo padre e hijo comparten sus primeras carcajadas. Álvaro le está haciendo cosquillas y el pequeño de la casa no para de reír mientras da patadas, hasta que una de ellas va directa al vaso de agua que hay encima de la mesita.

—No se os puede dejar solos. —Los regaño.

—Lo siento mami. —Otra vez esa carita. ¡Sé fuerte, Lucía!

—Lo siento cari... Lucía. —¿Cariño? Suspiro. Echo de menos cuando me llamaba así. Él también me pone ojitos. Los miro a los dos y no se pueden parecer más.

—Mira mami, la abuela ha puesto una foto mía en el salón. —Miro la foto. Es Álvaro de pequeño.

—Pero si...—Empieza a decir Álvaro.

—¡Y bien guapo que sales! —Merce me salva de la situación y vuelve a la cocina con Álvaro detrás. Vuelvo a escuchar la conversación.

—Mamá, ese de la foto soy yo. —Dice serio.

—No cariño. Es Hugo. Llevas tres años sin pasar por casa, estás confundido.

—¿Es mi hijo? —Suelto a bocajarro la pregunta que llevo haciéndome un día entero.

—No, Álvaro. No sé de dónde sacas eso. —Intenta sonar lo más segura posible. —Vuelve al salón a jugar con él, que no tardarán en irse.

Antes de que salga él de la cocina me voy yo y me siento en el sofá. Álvaro se sienta a mi lado.

—¿Te has pensado lo del trabajo? —Me pregunta serio.

—Déjame que me lo piense hasta mañana, por favor. —Suplico.

—Tío Álvaro. —Dice Hugo. Algo quiere.

—Dime enano. —Le dice sonriente.

—¿Te vienes a cenar esta noche? —¡Maldita la hora en la que aprendió a hablar!

—Cariño, Álvaro tiene mucho trabajo, mejor otro día, ¿vale?

—Vale. —Me dice con pena.


Narra Álvaro

Lucía se me ha adelantado al responder a Hugo, pero no me voy a quedar quieto. Hace un par de horas que ellos se han ido por lo que empiezo a prepararme para presentarme por sorpresa en casa de Lucía, ahí no va a poder negarse. Me visto elegante y me despido de mi madre y mi hermana prometiéndoles que iba a volver.

Son las siete de la tarde, tengo el tiempo justo para llegar al piso de Lucía y cenar con ellos, aunque ella se haya negado. Antes de ir me paso por mi viejo piso y cojo una botella de vino. A la media hora me encuentro llamando al piso de Lucía. Me escondo para que no me vea por el telefonillo.

—¿Quién? —Pregunta.

—Cartero comercial. —Digo cambiando la voz.

Después de unos segundos me abre. No me puedo creer que haya colado y más a estas horas. Subo hasta el tercero y llamo al timbre. Lucía me abre y me mira extrañada.

—El cartero me ha dado esto. —Le enseño la botella de vino y le sonrío. —Buenas noches Lucía.

—¡Álvaro! —Hugo viene corriendo y me abraza. —Gracias por venir. ¿Se puede quedar mami? —Lucía suspira y no tiene otra opción que sonreír.

—¿Pedimos pizza? —Pregunto rompiendo posiblemente los planes de ella.

—¡Sí! Por favor mami. —La mira con ojitos y ella asiente. Eres muy blanda, cariño. Pienso.

Desde que no estás | Álvaro GangoHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin