Capítulo XXVIV Rescate en la fábrica

339 34 10
                                    

Nos detenemos tras una camioneta, Derek está frente a mi en cuclillas, gira su cabeza observado el alrededor. Yo sólo puedo mantener mi vista al frente, hacia la gran puerta de acero, lo que me separa de Agnes.

Hay rastros de sangre por todas partes...

Los muros de la fábrica abandonada, las vigas del alto techo, las ventanas y los barrotes de ésta, están manchados de un tono negro, como si todo el lugar hubiese sido quemado tiempo atrás.

—¿Es ahí? —Pregunta Jonathan, sacándome de mis pensamientos

Con la cabeza baja en el suelo, respondo más para mí que para él —Si...

Derek se pone de pie.
—No hay nadie vigilando, vamos.

Comienza a caminar apresurado hacia la puerta principal. El sonido de sus pies rompiendo las ramas del suelo y los pájaros es el único que se escucha, espero que sí estén aquí...

Me levanto también y lo sigo un poco agachada, cuando un estruendo suena tras los dos.

Me doy media vuelta con una gota de sudor frío paseándose desde mi frente a lo largo de mi rostro —¿Qué fue...

—Lo siento chicos, tropecé. —Dice Jonathan con una incómoda sonrisa.

Ambos lo miramos molestos.

—Deja de ser ruidoso Jonathan.

Él asiente. Los tres nos acercamos a la puerta, oxidada, de un tono entre café y naranja.

Por más que forcejeamos la puerta no cede. Debe de estar cerrada por dentro. Apenas me doy cuenta del calor intenso que se comenzaba a formar en el ambiente y comencé a sentirme mareada.

Carraspeo la garganta; —Busquemos otra forma de entrar —Mi garganta se siente seca y mi voz apenas logra escucharse, cansada.

Paso mi mano por mi frente y veo al suelo. En la tierra se ven rastros, no de caminatas normales, sino como... de Alguien arrastrando algo más tras él.

Sigo las huellas alejándose uno cuantos metros de Dereck y Jonathan. Llego a una puerta de rejillas aseguradas con una enorme cadena sujeta a un candado igual de oxidado que ésta.

La pateo, la pateo y la pateo, pero esta no abre.
Intento escalar y cruzar por encima de ella, apunto de llegar al tope de la reja mi pie se resbala con la cadena y caigo al suelo. Haciéndome toser y que un punzante dolor comience desde la mitad de mi espalda y hombro derecho.
A gatas me pongo intentando recuperar el aire, separo la mirada del suelo, para entonces ver una esquina de la reja cortada, casi completamente ocultada por un arbusto.

Con que así entran...

Echo al aire el montón de hojas y ramas, escarbo un poco la tierra bajo la reja y me arrastro, llenándome de tierra el pantalón, hasta que logro estar dentro.

Silbo fuerte. —¡Jonathan!

Corren ambos y abren los ojos grande cuando me ven tras la reja, les medio sonrío y apunto al suelo —Por ahí.

El primero en cruzar es Jonathan, tomo su mano y lo ayudo a ponerse de pie. Después Derek, le ofrezco una mano pero sólo me dedica una mirada de rechazo y se pone de pie solo.

—Bien, estamos dentro, —Derek se sacude —ahora a buscar. Hay que salir de aquí lo más rápido posible. Separense y no hagan escándalo, lo digo por ti John.

Todos asentimos. Derek se desaparece por un pasillo y Jonathan comienza a buscar en la zona marcada con un letrero grande como "bodega y entrega".

Después de todo, efectivamente era una fábrica.
Entro a lo que parece ser la puerta principal, sólo una recepción con papeles quemados, un bote de basura de aluminio y dos escaleras a segundos pisos.

Me dirijo a la izquierda pero unas voces me detienen, me agacho y oculto tras unas cajas, dos hombres corpulentos y con aspecto muy asqueroso y desconfiado pasan frente a mí, mi instinto es quitar el seguro del gatillo, hasta que uno comienza a hablar.

—¿Cuándo comenzará Rick? Tengo más hambre de la que debería tener.

Al parecer lo están posponiendo, algo extraño hay con las personas.

—Pensé que sólo las callejeras estaban expuestas... Por eso comenzamos a tomar comunidades, ¿no?

Uno de los hombres enciendo un cigarrillo, el humo me cala y no puedo evitar toser.

—¿Oiste eso?

—¿Oír qué? Estas loco. Te hace falta una mujer.

—Dije que cuando quiera la tomaré Tom, tengo suficiente con las bestias come vidas de afuera como para tener ahora a otra como esposa.

El hombre del cigarrillo carcajea.
—Como sea, no lo menciones frente a Rick, piensa que no hemos escuchado nada —El hombre se acerca sigilosamente —Y así debe quedarse.

El otro hombre traga grueso y asiente nervioso, ambos suben la escalera, hasta perderlos de vista salgo del escondite. Guardo la pistola sujetándola con mi cinturón y subo lo más silenciosamente las escaleras, inútil, pues las escaleras son de madera y crujen al pisarlas.

Me rindo y subo lo más rápido posible entrando a la única puerta,de repente el ambiente se ha vuelto muy frío, suspiro y se convierte en humo blanco.
Plateado y blanco, son los únicos tonos en la fría habitación, froto mis brazos con mis manos abrazándome a mí misma.
Cruzo un umbral y aparece un escenario sacado de las tantas películas de terror que veía.

Cuerpos.
Cuerpos.
Cuerpos de personas colgados del techo boca abajo.
Algunos aún con sangre derramandose.

—¿Una carnicería? Esto es tan irónico y morboso...

Paso en forma de zic-zac entre ellos, no puedo verles ni siquiera los rostros, ¿podrían ser ellos los de mi comunidad? ¿Acaso los conocía? Me detengo frente a un cuerpo tan obeso que abarca dos lugares evitandome la pasada.

—Demonios...

Volteó la mirada y siento que manos me sujetan el cabello, frenética me intento safar del agarre, ¿quién es? ¿quién...

Alguien con vida.
Rápido tomo mi navaja y corto las cuerdas de sus piernas, luego la de sus muñecas y quito la bolsa de su cabeza.

Es... Es un niño. Con los labios morados, ojeras grises bajo sus ojos y la piel tan pálida y fría como el hielo, tiembla, parpadea, y me mira con timidez.

Me quito mi sudadera y se la pongo, él no se resiste. Sólo llevaba puestos unos shorts que parecen haber sido hechos con un costal de papas.

—¿Me entiendes? ¿Puedes caminar?

Asiente difícilmente, sigue temblando.

—Bien bien, saldremos de aquí.

Tomó su mano y salgo apresurada de la tétrica habitación. La puerta se cierra de golpe tras de mí.

Espero los demás estén bien...


------------

En unas horas la segunda parte del capítulo, y les explicaré la ausencia.

¡Gracias por esperar!

—Nikoro

*olvide decírselos, el nombre del jefe de los caníbales es Rick, por si se pierden entre las líneas*

Séptimo díaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora