Capitulo XVI Un día tranquilo

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Alguien toca mi puerta, antes de responder entran, es Derek; —Julia, Patrick quiere que vayas a su despacho.

Miré el reloj junto a mi cama, ya eran las 6 de la tarde, el cielo ya estaba oscuro, porque estamos en temporada de invierno.
—¿A su despacho? ¿Ahora?—Pregunté levantándome de la cama.

—Sí, y date prisa, después cenaremos —Dijo eso y salió del cuarto cerrando la puerta tras él.

Mordí mi labio inferior e hice mi cabello para atrás, lo hacia cada vez que me sentía frustrada, probablemente quiere mi respuesta sobre acompañarlo en su búsqueda y la de Ricardo, era algo que no me entusiasmaba del todo.


***

Tan sólo me puse una chaqueta pues ya estaba vestida decentemente, tomé mis llaves de la casa sobre la mesa a un lado de mi cama y salí del cuarto, mientras bajaba las escaleras pude ver a Agnes jugando con algunas muñecas de trapo en el último escalón, y obviamente, su oso Beto junto a ella.

Todos sus juguetes abordan el piso como un campo minado —Agnes permiso —Digo evitando las muñecas esparcidas en escalones más arriba.

Ella me mira, por un momento confundida —Oh, si hermana perdón

Agnes toma todos los juguetes que parece no le caben en las manos —¿A donde vas hermana?

—Con Patrick peque, no voy a tardar mucho, ayuda a Amanda con la comida por mientras, ¿si?

—¿No puedo acompañarte?—Pregunta con un cara triste, me agacho hasta estar a su altura.

Tomo sus hombros, —Quizás sea aburrido bebé.

—Nunca salgo de aquí...—Dice bajando la cabeza.

Suspiro, —Bien tu ganas, vamos juntas.

Ella sonríe ampliamente y se pone de pie en seguida.

—Pero avísale a Amanda primero —Le ordeno firmemente.

—¡Maestra Amanda! ¡Saldré con mi hermana! —Grita tomando la perilla de la puerta, y luego la abre.


***

—He-hermana, ¿y para que vamos con Patrick?— Titubea por el frío, su nariz se ha vuelto rojiza también, ni siquiera trajo un suéter por las prisas y las solitarias calles de la comunidad están mas frías que nunca.

Me quito me chaqueta y se la coloco sobre sus hombros, —Creo que quiere hablar de algo, quizás deba salir...

Pasamos cerca de la barda, se pueden escuchar rasguños de algo intentando buscar la forma de entrar, y esa macabra decoración de muertos en él, combinado con el ambiente, hace que se me erice la piel, aunque Agnes luce igual de siempre, tranquila, feliz, segura.

—¿Y...por qué salir?—Vuelve a preguntar.

—Hoy tienes muchas dudas Agnes. —Le sonrío.

Ella ríe, —Sabes hermana... Yo quisiera salir un día y ayudarte

—¿Por qué? Sabes que es peligroso Agnes...

Séptimo díaWhere stories live. Discover now