Capítulo XXVIII Cumplir mi promesa

597 61 28
                                    

Julia

Doloroso. Sombrío. Muerto.

Sólo así se puede describir.

Humo negro se escapa de los ya apagados incendios. Muchos sobrevivientes salen de sus escondites, madres frenéticas buscando a sus hijos y niños llorando por sus madres. Hombres llevando los cuerpos de muchos a una "fosa" improvisada en el centro de la comunidad.

Camino entre las personas a débil paso y sin rumbo.

Busco entre todos a Patrick, necesitaba salir de aquí, buscar a Agnes lo antes posible.

En el suelo, limpiandose la sangre seca de la comisura de sus labios está Patrick, en cuanto me ve se levanta tambaleante.

—Julia Dios mío, —habla rápido y preocupado —¿están todos bien?

No puedo responder, bajo la cabeza.

—¿Julia?

—Patrick... Todos han...

Las palabras no logran salir de mi boca, en cambio lágrimas comienzan a inundar mis ojos cansados.

—Se han llevado a Emma. Y... Agnes... —Aparece Jonathan tras de mí.

—Muchas personas más fueron secuestradas —Continúa Derek.

El azul de los ojos de Patrick se vuelve opaco, y su rostro sombrío —¿Qué....?

Me apresuro a hablar —Debes irnos ya antes de perder el rastro y —

—No —responde Ricardo parandose frente a Patrick —Aquí hay más personas que también nos necesitan, y la puerta ha sido derrumbada, a este paso más y más infectados entrarán.

Lo miro a los ojos con la boca abierta y después regresó mi vista a Patrick —¡Pero no podemos dejarlos!

—He dicho que no. Patrick, organiza un equipo para reconstruir la entrada, otro que contabilice las pérdidas y haga un listado de los sobrevivientes.

—... Sí señor.

—¡¿Se han vuelto idiotas?! —Grita Jonathan —No podemos dejarlos, ¡ellos necesitan ayuda!

Ricardo se da la media vuelta y comienza a caminar, Patrick igual tras él.

—¡Hey! —Jonathan toma una piedra del suelo y se la arroja a Ricardo —¡Maldito viejo!

Intento tomarlo de los hombros
—Jonathan tranquilízate... Nosotros los salvaremos.

Amanda

—Tomen chicos, coman —Emilio le da un jugo en caja a cada niño y un pedazo de granola.

La comida no tardará mucho en escasear, más de lo que ya está.

Una de las niñas tira de mi chaqueta
—Señorita...

Me agacho a su altura y sonrío dulcemente —¿Si? ¿Qué sucede princesa?

La niña se estremece —Necesito ir...

—¿Ir?

—Al baño... —susurra.

—Oh. Vamos, vamos —Subo las escaleras tomando su mano, entramos a una de las habitaciones.

—¿Puedes ir sola?

—Hm. —Asiente.

Me siento en la cama mientras ella entra al baño. Asomo mi vista por la ventana, hay pedazos de madera tirados, cuerpos de infectados y cuerpos de personas, es la verdadera escena de una guerra caótica...

Séptimo díaWhere stories live. Discover now