Segunda Temporada - VI

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Aquí van el sexto, a ver qué os parece.

Siento no contestaros los comentarios de los últimos capítulos. No tengo Internet y me es imposible. En poder, os contesto. Ayer, hoy y mañana solo habrá un capítulo. Quizá el viernes haya dos al día.
Os quiero la vida. ¡Vamos Marquito!

¡Maldito Isco! No tenía otro momento para entrar a la cocina.

Carol y yo nos separamos rápidamente. El pequeño Isco corre hacia nosotros y se acerca más a ella para que lo coja en brazos.

—Me estará bien —afirmo cogiendo la ropa que me da mi amigo y saliendo de la cocina—. Ahora vengo, voy a cambiarme.

Voy al baño, me miro en el espejo y me echo agua por el cuello. Estoy algo frustrado. Me pongo la camiseta y la sudadera que me ha dejado el malagueño y salgo de nuevo al salón.

—Venga, vamos a cenar —anuncia Isco al verme aparecer—. Isco, ¡ven aquí! —llama a su hijo para que se siente en la mesa—.

Me siento en la mesa con ellos y empezamos a cenar.

—Tienes que llevarme luego al hotel —le pido a Isco—. No te importa, ¿no?

—Te llevaré —confirma—. Mañana por la tarde iré yo para reunirme con vosotros y marcharnos, ya he hablado con el seleccionador. Ya sabe que esta noche la pasaré en casa.

—¡Isco! —exclama Carolina mientras nosotros hablamos de nuestras cosas—. Me estás ensuciando, eso no se hace —regaña al pequeño Isco—.

Intento aguantarme la risa pero me sale una sonrisa. El niño le ha tirado parte de su cena al plato de Carol y le ha ensuciado un poco.

—Tú no te rías —me amenaza mirándome por primera vez en toda la cena—.

—Tranquila, eh —le contesto—.

Isco levanta las cejas un poco asustado por la que se puede liar allí.

—Tengamos la cena en paz, por favor —pide el malagueño—.

Una vez acabada la cena, el pequeño Isco no tarda en quedarse dormido. Así que Isco no tarda en llevarlo a dormir a su habitación. Mientras tanto, Carolina y yo seguimos en el salón sentados en el sofá.

—Creo que nunca he querido que pasen 3 años muy muy rápido —suelto mirando un punto fijo del suelo—.

—¿Qué dices? —pregunta Carolina extrañada—.

—Alguien me dijo que quizá en tres años sería capaz de perdonarme —confieso. Sé que sabe perfectamente que eso va por ella—.

—Quizá esa persona no sea capaz de perdonarte nunca —empieza a hablar sin mirarme—. Si le has hecho mucho daño, no creo que sea justo. Además, en tres años puede conocer a otra persona. O tú también.

—Yo tengo claro lo que quiero. Y esperaré lo que haga falta.

—Vaya, lástima que el resto no podamos pensar lo mismo.

—Carolina, fue un error —giro la cara y la miro fijamente a los ojos—. Te lo prometo.

—¿Por qué te fuiste? —pregunta al borde de las lágrimas—.

—Quería crecer futbolísiticamente, contar con más minutos y volver mucho más maduro dentro del campo —confieso—.

—¿Tú nunca piensas en las consecuencias? —pregunta ella mirándome a la cara—.

—No, parece ser que no.

—Tranquilo, yo también sé lo que quiero. Y quizá en tres años aún seré una tonta enamorada de ti.

—Carol... —me acerco a ella y le acaricio el brazo— no digas eso. Yo también estoy enamorado de ti.

Me mira, solo me mira. No dice nada. Yo me desespero. Y por impulso, antes de que pueda aparecer Isco otra vez, me acerco mucho más a ella. La miro, miro sus ojos y bajo la mirada hasta sus labios. Le sonrío. Ella sonríe y se tapa la cara con su mano, se está poniendo roja.

—Vergonzosa —le suelto antes de quitarle su mano de la cara y besarla—.

Carol no se aparta hasta que yo tengo que hacerlo para poder respirar. Pero en ese momento, pone sus manos en mi cuello y se acerca a mi boca para besarme. Yo la dejo hacer. Ahora mismo no puedo ser más feliz.

—Marco, ¿te llevo ya? —aparece Isco en el salón mirando su móvil—. Uy, creo que aquí sobro —suelta el malagueño al vernos besándonos—.

Me separo de Carol y me levanto del sofá para hablar con Isco.

—Sí, claro —respondo—, cuando tú quieras.

—Pues vamos ahora, así Carol se puede quedar con el pequeño Isco.

—Quédate —pide Carol abrazándome por la espalda—. Yo duermo aquí esta noche y a Isco no le importa, ¿verdad?

—Bueno, si te quieres quedar... —afirma Isco—. Eso sí, avisa al equipo. Y que Dani Ceballos te cubra, tío.

—Voy a llamarle —voy a la cocina para llamar a mi compañero de selección y pedirle el favor. Y desde allí, escucho como Isco le dice a Carol que está loca—. Ya está solucionado.

Estamos un rato en el sofá hablando de todo un poco. Isco se ha puesto en medio de los dos. Según él, aquí o todos o ninguno. Aún así, Carol y yo nos echamos miradas cuando él no se da cuenta.

A la hora de dormir, Isco me lleva a una habitación pero Carol le suplica para que nos deje dormir juntos. ¡Parece el padre de uno de nosotros dos y no puedo evitar reír!

—Mira, os voy a dejar dormir juntos porque quiero veros juntos —confiesa—. Eso sí, ojo con la reconciliación. Y ni se os ocurra hacer ruido, mini Isco ya está dormido. Además, que esa habitación da a la mía y quiero dormir.

Me tumbo en la cama y Carol se queda mirándome, de pie en mitad de la habitación.

—¿Qué miras? —le pregunto sonriendo—.

—¿Vas a dormir así? —me miro la ropa y la vuelvo a mirar. Afirmo con la cabeza—. Marco vas con vaqueros, al menos quítate los pantalones.

—Qué directa, ¿no? —digo riendo y ella niega con la cabeza—. Anda, ven, siéntate aquí conmigo.

Se acerca a mí y se tumba sobre mi brazo izquierdo. Ambos miramos hacia el techo. No sabemos qué decir. Giro la cabeza y la miro, ella hace lo mismo y se acerca a mí. Me besa y yo la dejo.

Carol acaba posándose sobre mí. Mi sudadera y mis pantalones acaban por el suelo al igual que su jersey y sus vaqueros. Me muerde el cuello y yo no puedo evitar soltar un gemido.

—¡Marco! —me regaña mirándome—. Que Isco está ahí al lado.

—Perdón, perdón.

—Venga Marquito, vamos a dormir —suelta Carol tumbándose sobre la cama y dándome la espalda—.

—¿Me vas a dejar así? —pregunto sorprendido. Estoy algo caliente y ella lo sabe—.

—Mucho más tiempo te has ido tú, dejándonos aquí. Te aguantas.

Y sin más, se duerme dejándome sin palabras en aquella cama que, de repente, se me hace enorme. A pesar de tenerla a mi lado.

Mi pequeña casualidad - Marco AsensioOnde histórias criam vida. Descubra agora