XX

3.3K 134 2
                                    

Acompaño a Marco al piso de abajo para ver qué quiere su padre y quién le busca. Él se queda atónito al ver a la chica que hay tras la puerta de su casa. Yo no entiendo nada. Menos aún cuando miro a Gilberto y veo una sonrisa en su cara. ¿Quién es ella? 

- ¡Marcooo! -dice la chica desconocida para mí antes de abrazarle- ¿Qué tal? ¿Cómo estás? Tu padre me comentó esta mañana que venías y no he dudado en venir a visitarte. -cuenta sin dejar hablar a Marco.

- Muy bien, -le contesta- ¿tú cómo estás? Hacía mucho que no nos veíamos. 

- Muy bien, también. ¿Puedo pasar? -pregunta la chica mirando a Gilberto. 

- Sí, por supuesto. -dice él, mientras Marco le mira con una cara un tanto extraña. 

¿Qué pasa? ¿Nadie piensa presentármela?

- Ya veo que vuestra casa sigue igual. -dice mientras se sienta en el sofá. 

- Sí. -confirma Marco- Por cierto, te presento a mi novia, Carolina. -me señala- Cariño, ella es Marina. Una amiga. 

- Encanta. -me da dos besos- Bueno, algo más sí que fuimos. ¿Verdad? -anuncia mientras le acaricia el brazo a Marco. 

¿Perdón? ¿Qué está pasando? ¿Por qué se comporta así? La cara de Gilberto y la mía son un poema. 

- Bueno, ¿quieres tomar algo? -ofrece Gilberto. 

- No, tranquilo. En breve me voy, ya sabes que trabajo todos los días. 

En cuanto la chica se marcha de allí, Marco comienza a discutir con su padre. ¡La que se va a liar!

- ¿Pero por qué le dices que venía? -pregunta enfadado.

- Pensaba que os llevabais bien, no sabía que no tenías buena relación. 

- Sabes de sobra que desde que lo dejamos, sus intenciones conmigo no fueron buenas. Se aprovecha de ti papá, para poder acceder a mí. Ya lo hablamos una vez. E Igor siempre te advierte de que no le des esperanzas. Y justo le dices que voy a estar aquí. ¿Pero tú has visto su comportamiento? ¡Madre mía! 

- Bueno, Marco tranquilízate. No pasa nada. -intervengo. 

Empieza a cabrearse y sé perfectamente que Gilberto no lo ha hecho con ninguna mala intención. Aquí la única persona que no venía a buenas era la chica esa y por suerte, ya se ha marchado. 

- Lo siento, de verdad.  A veces no sé darme cuenta de que hay gente tan mala y tan aprovechada. -se disculpa el padre del futbolista. 

Abrazo a Gilberto. No me gusta verle así. Pero ver a Marco ahí tan quieto sin decir nada más ni reaccionar no me gusta nada. ¿Qué le pasa? 

- No vuelvas a hablarme de mí, por favor. Siempre quiso aprovecharse de nosotros y de lo que habíamos conseguido. Y no pienso permitir que se salga con la suya ni que nos distancie. -sentencia Marco abrazándonos, a su padre y a mí- Y en cuanto a ti, Carol... siento no haberte contado nada antes, ella y yo tuvimos algo. Pero hasta que fui consciente de sus intenciones y decidí acabar con aquello que teníamos. 

- No te preocupes, yo también he estado con otros chicos antes de conocerte a ti. Eso no es nada malo. Lo único que me preocupa es su actitud. Pero tranquilo, esto está olvidado. -nos abrazamos. 

Y por fin, después de un mal rato, padre e hijo sonríe de nuevo felices. 

Tras varios días en Mallorca con la familia de Marco, conociendo a sus amigos y a su genete más cercana, volvemos a Madrid. 

Volvemos a la rutina. Marco vuelve a los entrenamientos y los partidos. Yo vuelvo a retomar mis clases y el trabajo.

- Hoy jugamos en el Bernabeu. -anuncia Marco- ¿Vas a venir? 

- Sí, iré con Jesús y Paula. Tengo que hacer la previa y la crónica. 

- ¡Perfecto! -se alegra- Entonces, podré verte allí. -sonríe mientras me besa. 

Afirmo con la cabeza y sigo desayunando. 

- Oye, cariño -me mira, levanto la cabeza y le miro-, ¿estás bien? Apenas dices nada, estás muy callada. 

- No es nada, estoy cansada. -miento, no quiero preocuparle, de momento. 

- ¿Seguro? -insiste.

- Sí, cariño. -le beso para tranquilizarle.

Tras esa pequeña conversación, ambos salimos de casa. Cada uno a su destino. Yo cojo el bus y él su coche. He insistido en ir en el transporte público. Hoy no estoy preparada para pasar demasiado tiempo con él. 

En clase estoy distraída. No presto atención a lo que me dicen. Pero, finalmente las cuatro horas de teoría se pasan rápido. 

Para comer quedo con Paula y le cuento todo, no puedo más. 

- No quiero irme, Pau. -confieso- Pero en un mes se acaba todo esto. Tendré que volver a Málaga. Y con suerte, podré volver. Si me cogen en algún lugar aquí para hacer las prácticas, claro. 

- Ya verás como algún medio quiere contar contigo. -me anima- Por cierto, ¿Marco qué piensa de todo esto? 

- No lo sabe. -confieso- Tengo miedo, no quiero perderle. 

- ¡Carolina, tiene que saberlo! Esta misma tarde se lo dirás. 

- No, no, no. -niego- No puedo, tiene partido y no puedo distraerle con mis problemas. 

- Pero vamos a ver, ¿tus problemas? ¡Son los suyos también! Mira, te doy de tiempo hasta mañana. Si no, iré yo misma a vuestra casa y le contaré lo que te pasa. No se merece no saber esto, Carol.

- Está bien, mañana hablaré con él. Te lo prometo. 

A la hora del partido voy con Jesús y con Paula al Bernabeu. Una vez allí, el partido no tarda en comenzar. 

Casi la mitad del segundo tiempo. Isco le pasa el balón a Marco. Este la lanza hacia Cristiano, que la da de vuelta para el malagueño. Este se la vuelve a dar a Marco. En ese momento, el rival se mete por el medio, para tirarse a por el balón. Su pie está en medio de la pierna de Marco y el balón, pero llega antes que el balón. Marco está tirado en el suelo. 

- No puede ser, dime que no. -grito medio llorando- Ahora no, no puede lesionarse. 

- Seguro que está bien. Ahora se levantará y el juego seguirá, tranquila. -me calma Jesús.

Mi pequeña casualidad - Marco AsensioWhere stories live. Discover now