— No me gusta saludar y correr, pero mi próximo cliente llegará en breve. Encantado de conocerte, Ethan. Sebastián, pateare tu trasero otra vez mañana.

— Por supuesto. No quiero retenerte. Un placer conocerte, Bryson —dijo Ethan.

— Sí, nos vemos después, Bryson. —Sebastián esperó hasta que Bryson se fue, y luego se volvió hacia él—. ¿Por qué le mentiste?

Ethan levantó la barbilla, inclinando su cabeza levemente en confusión.

— No lo hice.

— No le dijiste lo que realmente fuiste contratado para hacer.

— No creo que sea asunto de nadie el que me haya contratado como su asesor de imagen, señor Campbell. Y simplemente alteré un poco la verdad, no es realmente una mentira.

Él se cruzó de brazos.

— Lo que sea. ¿Qué hay en la agenda para hoy?

— ¿Su entrenamiento ha terminado?

—Sí.

— ¿Cuáles son sus planes después de eso?

— El almuerzo. Tengo que recargar algo de energía después de hacer ejercicio.

— Está bien. Vayamos a almorzar, y revisaremos los planes.

— Bien, pero antes necesito ducharme.

— Lo esperaré en el vestíbulo.

Ethan estaba siendo complaciente. Agradable. Y Sebastián no quería que fuera agradable. Quería discutir con él. Quería que fuera un tirano. O un gran hijo de puta. Lo que fuera necesario para que no le gustase y dejara de ejercer la atracción que lograba en él.

Se duchó y vistió, y cuando salió al vestíbulo, Ethan lo vio mientras se acercaba.

— Oh, ahí está. —Dijo Ethan— No creo que haya necesidad de ir cada quien en nuestro auto, podemos tomar su auto si le parece bien. —dijo Ethan, colocándose la chaqueta que se había quitado antes, mientras salían—. Puede dejarme aquí después de que hayamos terminado.

— Está bien.

— Déjeme tomar mi maletín primero. — Él se detuvo junto a un llamativo Sentra negro, tomó un maletín, y luego se unió a él en una suburban.

Encendió la camioneta y giró hacia él.

— ¿Qué te gusta comer?

— Cualquier lugar al que desee ir está bien para mí.

— Está bien. —Comenzó a conducir, decidiendo que, irían a un restaurante real, a un lugar que sirviera una selección de cosas, ya que no tenía idea de lo que le gustaba a Ethan. Aunque, ¿por qué le importaba?, no tenía idea. Él era una imposición.

— No le dijiste que soy tu cliente.

— ¿Perdón? —le preguntó Ethan, apartando la mirada de la ventana para dirigirla hacia él.

— A Bryson.

— Creí que había explicado bien mi punto, ¿cierto? —Volvió a mirar por la ventana.

Sebastián sonrió, sacudió la cabeza, y meditó sobre el misterio que era Ethan Hamilton. Era difícil que no le gustara. Aunque suponía que lo que no le complacía era la idea de estar atraído hacía su asesor de imagen. Él sí que le gustaba. O tal vez sólo se sentía atraído sólo por su físico atractivo y su hermosa cara.

Dado que era poco probable que saliera con él, no importaba lo que pensara acerca de Ethan personalmente, por lo que bien podrían terminar con esto. Se detuvo en el estacionamiento del restaurante.

Mío [Entrégate, Libro 2]Where stories live. Discover now