En medio de la tormenta. Uno.

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Presionando el botón que nos llevaba al vestíbulo, sé que mi mente debería centrarse en la reunión que acabábamos de tener, o en la pila de papeleo que tenía esperándome en mi despacho. Pero no era así. Como de costumbre, toda mi atención estaba centrada en la mujer que estaba a mi lado. No sabía cómo podía ser posible, pero ella se veía más hermosa cada día; un hecho que me irritaba muchísimo. Esperaba, o debería decir, suponía, que su atractivo se desvanecería con el tiempo. No fue así. En todo caso, me encontraba más atraído por ella y cada vez ocupaba más mis pensamientos. En los últimos nueve meses he ido perfeccionando el arte de comérmela con los ojos sin ser detectado. Mirándola disimuladamente mientras me sentaba a su lado en la reunión. Dejando mi puerta entreabierta y sentándome, de tal manera que me permitiera verla mientras comía en su mesa. Estando en el aparcamiento en el momento exacto en que llegaba y aparcaba su sexy y plateado BMW.

Podría citar cientos de maneras en las que la había observado, maravillándome, memorizando su cuerpo y sin ser ni una sola vez pillado. Hasta hace poco. Sólo había tenido un pequeño resbalón. Un pequeño lapso de pérdida de mi autocontrol hizo que mis defensas perfectamente construidas se derrumbasen a mí alrededor. Desde el momento en que la toqué en esa sala de conferencias, la cague. No había vuelta atrás, y fue empeorando. Recientemente me había descuidado. Dejaba mi mirada en sus pechos durante una fracción de segundo más de lo que debería. Miraba como ponía el tenedor entre sus perfectos labios rosas un momento más de lo debido, y me pilló. Ella siempre se las arreglaba para cazarme, y con una sonrisa de satisfacción por darse cuenta, continuaba con su trabajo, sin decir una palabra. Sabía el poder que tenía sobre mí, y lo disfrutaba.

Al principio, lo único que me atraía era su cuerpo. No me resultaba difícil separar mi necesidad física hacia ella del odio que le tenía. Últimamente, las cosas empezaban a difuminarse y me encontraba a mi mismo pensando en ella de una manera que no era solo sexual. Incluso de pie aquí ahora, fui abordado por el delicado aroma frutal procedente de su pelo, y me encontré preguntándome qué es lo que haría para que oliese de esa manera. Nunca me había fijado en esas cosas sobre las mujeres antes. He estado con docenas de mujeres a lo largo de mi vida, incluso había tenido una relación larga, pero nunca me había sentido tan interesado en tan pequeños detalles. Las puertas se abrieron y le indiqué a la señorita Hart que pasase delante de mí, teniendo la oportunidad de apreciar su deliciosa cola.

Mi miembro tembló al recordar la última vez que lo había tenido en mis manos, mis dedos presionando la piel suave mientras ella me montaba. Eso no ayudaba. Sólo había dos personas con nosotros en el ascensor, un chico joven con auriculares y una mujer mayor enfrascada en una conversación a través de su móvil. No tenía ninguna razón para estar tan cerca de la señorita Hart, pero estaba prácticamente pegado a su lado, inhalando una vez más su familiar aroma. Joder, incluso su olor me excitaba. Ella no protestó, y siendo el desgraciado codicioso que soy, me incliné más. Desde mi punto de vista, unos treinta centímetros más alto que ella, fui recompensado con una vista preciosa. Las deliciosas curvas de sus pechos estaban en pantalla completa para mí. Cerrando los ojos, reprimí un gemido y cambié de posición cuando sentí que mi entrepierna se endurecía aún más. Hacía solo dos días que habíamos estado juntos.

Dos días que había sentido sus cálidos muslos alrededor de mi…

-“¿Por qué diablos sonríes?”-Su voz me separó de mis recuerdos, y miré hacia abajo para ver que ella me observaba.

-“¿Qué?”-Pregunté inocentemente-“¿Estaba sonriendo?”

Inclinando ligeramente la cabeza, miró a su alrededor en el ascensor, dirigiéndose a nuestros compañeros de viaje. Satisfecha de que no estaban prestando atención, volvió su atención hacia mí.

Sex en la oficinaحيث تعيش القصص. اكتشف الآن