Final {1/6}

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Caminamos de la mano por las estrechas calles de adoquines, disfrutando de la noche estrellada. La acera todavía estaba mojada por la reciente tormenta, y el aire denso olía a lluvia. Caminábamos lentamente por la abarrotada calle, ambos perdidos en nuestros pensamientos. No había nada incómodo en nuestro silencio; tan solo disfrutábamos de estar juntos. Doblamos una esquina familiar y sentí una ansiedad conmovedora. Me concentré en donde estábamos y lo que significaba esta noche, dejando que su cercanía me calmara mientras nos acercábamos al café. Las ventanas estaban llenas de carteles luminosos que centelleaban y decoración navideña. Cogí aire profundamente mientras mis pulmones se llenaban con el familiar olor de la piedra mojada, café y canela que venían de la panadería dos tiendas más abajo. Comencé a preguntarme como pude apartarme de esto tanto tiempo, como me las había apañado para no volver al lugar que había significado tanto para mí. Y mientras mis pensamientos volvían a centrarse en la mujer que tenía a mi lado, lo supe: Tuve que encontrarla primero.

Entonces volví mi cabeza para observarla, sonriendo ampliaste ante su fascinación. Estaba disfrutando de la ciudad, de simplemente caminar junto a mí, empapándose de todos los detalles de la misma manera que yo hice la primera vez que vine. Tenía grandes esperanzas en nuestra primera vez aquí, pero de ninguna manera estaba preparado para la manera en que su felicidad me afectaba. Sus ojos podrían iluminar las calles por las que caminábamos, deteniéndose en las pequeñas boutiques, las terrazas de las cafeterías, los mercados tan coloridos. Observé la ciudad a través de sus ojos, detallándolo todo - las diferencias, las excentricidades - a través de su excitada mirada. Su alegría se convirtió en mi alegría, una lección más de como el verdadero amor me había atrapado. Sacudí la cabeza, mirando a nuestras manos enlazadas balanceándose silenciosamente entre nosotros, haciendo que mi corazón se hinchara por ese gesto tan simple y todo lo que significaba para mí.

Ella suspiró, atrayendo mi atención a su cara. Su nariz y mejillas estaban rojas, y su pelo caía en ondas sobre sus hombros. Los primeros copos de nieve brillaban como diamantes en sus pestañas, y volaban cada vez que respiraba. El frio nocturno de diciembre era suficiente para obligarnos a ponernos abrigos y guantes, considerando incluso no salir. Pero nada en este mundo podría hacer que cambiara mis planes para esta noche. Sin pensármelo más, la atraje hacia mí, rodeándola con mis brazos por los hombros mientras continuaba guiándonos hacia nuestro destino. Me devolvió el gesto, poniendo sus brazos alrededor de mi cintura y apoyando la cabeza en mi pecho.

-"Y eso por qué?"-me preguntó mientras la liberaba de mi abrazo, levantando su barbilla para mirarla.

-"Porque estás aquí."-respondí, besando su cabeza y sonriendo. Suspiró con alegría, inclinándose hacia mí mientras caminábamos, escuchando los sonidos de los villancicos navideños, ampliando nuestra felicidad. Estábamos llegando; una esquina más y estaríamos allí.

Mi mente se concentró en los regalos que llevaba guardados en el bolsillo de mi abrigo, y pensé en su inevitable reacción al verlos. Sabía desde hacía meses que quería que fuera mi mujer, pero siempre lo alargaba, preocupado por si era demasiado pronto. Poco después de hacer pública nuestra relación, le propuse que viviéramos juntos, ya que no había noche que no pasáramos juntos. Me sorprendió cuando me preguntó si malinterpretaba las cosas, si existía la posibilidad de que quisiéramos futuros distintos.

Tumbados uno al lado del otro en mi sofá, mis manos acariciaron su pelo en la oscuridad, y hablamos toda la noche. Hablamos de verdad. Me habló acerca de sus miedos: que yo solo había estado interesado en un único tipo de relación con ella, que me quería desde Seattle y que desde ese día había estado preparándose para perderme. Me contó como decidió dejar de luchar contra eso y como me iba queriendo cada día más y más. Hablamos más sobre su miedo a decepcionar a mi familia, de lo agradecida que estaba por su amor y aceptación, y como deseaba que su madre todavía viviese para poder conocerme. Calmaba mis miedos con tanta facilidad; sus palabras eran un bálsamo para mi ego dañado, me ayudaban a darme cuenta de que los dos habíamos necesitado tiempo para adaptarnos. Desde aquella noche, nunca me aparté, prometiéndome a mí mismo que le daría todo el tiempo que ella necesitara; que necesitáramos. A pesar de nuestros planes, apenas pasamos una noche separados.

Las cosas no fueron del todo perfectas, por supuesto. Ella decidió no quedarse en la empresa, algo que acepté a regañadientes. Pero tal y como predijo, hubo gente que habló de nuestra relación y sabía que a veces intentaba que yo no lo supiera. Me sentía culpable que ella hubiera dejado el trabajo que tanto amaba, y me preocupaba que al final me lo echara en cara. También había días que discutíamos. Una de esas cosas que me volvían loco era su voluntad tan fuerte. Era tan terca e independiente como yo, algo que solía llevarnos a acaloradas discusiones, pero nunca dejaba que me encerrara en mí mismo y me hacía ver mi estupidez. La quería incluso más por eso.

_____ había madurado tanto en el tiempo que llevábamos juntos, siempre recordándome que lo que teníamos era lo que importaba; el resto............no importa. Me volví a enamorar de ella durante todo el tiempo siguiente, viéndola no como la mujer a la que no podía resistirme, si no como la amiga sin la que nunca podría vivir. Hace unas pocas semanas, mi padre me había puesto al día sobre una posible oficina en Nueva York. Mi primera reacción fue declinarla, pensando instantáneamente en ella. No había manera de que pudiera tomar una decisión de ese calibre sin consultárselo. Sabía que no podía vivir sin ella, de eso estaba seguro. Sentiría ella lo mismo? Cuando se aproximaba la fecha límite, se lo mencioné. Su respuesta me sorprendió y alegró a la vez. Me miró contemplativa durante un momento, a los ojos, diciéndome que estaba preparada y quería que fuéramos. Supe que era el momento.

Sex en la oficinaWhere stories live. Discover now