Material de oficina. Uno.

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Incluso cuando llegué a mi plaza de aparcamiento, no pude evitar la sensación de que hoy sería un mal día. Apagué el motor y me detuve mirando el edificio que se cernía enfrente de mí. El infierno me estaba esperando ahí. Mi propio cielo e infierno personal, envuelta en un liguero y gafas de bibliotecaria.

Esto se estaba volviendo imposible de manejar. Mis pelotas dolían después de estar sin ella durante sólo dos días. Ninguna cantidad de pajas podría compararse con la perfección de estar dentro de su apretado cuerpo. En los últimos nueve meses había pensado en no follarmela siempre que fuera posible. Me equivocaba. Por lo menos entonces no tenía ni idea de lo que me perdía. No tenía ni idea de los sonidos que hacía cuando se corría, la forma en la que su boca se sentía en mi miembro o la forma en la que su cuerpo entero se sonrojaba cuando me la tiraba. Hace tres semanas había cambiado todo. Hace tres semanas, había renunciado a luchar y finalmente había sucumbido a la lujuria abrumadora de la que había estado luchando durante meses. Toda mi vida se había descontrolado desde entonces; dejándome débil y cuestionándome todo sobre mi mismo. Quien dijo que la ignorancia no era la jodida felicidad. Con un suspiro de resignación cogí mi maletín y salí de mi coche, rogando por que pudiese manejar cualquier cosa que me esperase. El espectáculo que me dio la bienvenida cuando entré me hizo morder mi labio para no gemir. En sus manos y rodillas, con papeles esparcidos por toda la alfombra, estaba mi enemigo. Su hermoso cabello caoba caía hacia delante en suaves ondas, su vestido se ceñía perfectamente a cada curva, y era torturado por el más increíble escote que había visto jamás mientras ella seguía ordenando el lío que había ante mis ojos, pero no lo suficientemente rápido.

Mirando hacia arriba, su expresión de sorpresa fue reemplazada rápidamente con una sonrisa afectuosa-“Buenos días, señor. Malik.”-Mierda. Se puso de pie y traté de ignorar la forma en que su aroma nubló mi cerebro. Manteniendo mi voz carente de emoción lo más posible, pasé junto a ella mientras me dirigía a la seguridad de mi oficina.

-“Ocúpese de todas mis llamadas, señorita Hart.”

-“¿Señor Malik? Me temo que no podré hacer eso.”-Murmuró demasiado satisfecha de sí misma y yo me preocupé al instante. A media zancada me volví lentamente hacia su cara.

-“¿Y exactamente porque no?”

-“Malik Inc. tiene programado un curso de Acoso Sexual hoy, señor.”-Oh joder.

-“¿Hablas en serio?”-No pude evitar el sonido casi suplicante de mi voz. Sencillamente perfecto. Todo lo que había pensado desde que me desperté esta mañana se había ido a la mierda, y ahora tengo que sentarme durante dos horas delante de alguien que me diga en qué lugares no puedo poner mi pene.

-“Mucho. Es todos los años. Se lo recordé la semana pasada, justo antes de…”-su voz se fue apagando y bajó la vista brevemente. ¿Justo antes de qué? Oh. Un recuerdo de ella tirándomela sobre su escritorio llenó mi mente y tuve que forzarme a reimprimir un gemido. La tensión en el aire era palpable y ninguno de los dos dijo nada. Rompiendo el silencio, ella aclaró su garganta y comenzó a apilar una fila de carpetas sobre su escritorio.

-“Cierto, mencionaste algo al respecto. ¿Cuándo?”

-“Ahora.”-Bueno, esto se ponía cada vez más interesante.

-“Dame un segundo para dejar mis cosas y estoy listo.”-le respondí rápidamente. Entré en mi oficina, dejando mi maletín sobre mi escritorio y me metí en mi cuarto de baño privado. Mirándome en el espejo, me enderecé la corbata y decidí tener una pequeña charla mental conmigo mismo para ponerme en orden. Yo podía hacer esto. Era Zayn Jodido Malik y ninguna mujer en todo el mundo iba a perjudicar mi determinación. Yo no iba a dejar que esto me afectase. Con una última mirada a mi reflejo y un sentimiento renovado de determinación, me dirigí hacia la puerta. La señorita Hart me estaba esperando, con su agenda en la mano y sus gafas endemoniadamente sexys en su lugar. Me miró expectante antes de poner una mirada interrogativa.

Sex en la oficinaUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum