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Nam Joon quedó estático mirando a Seok Jin. Había llegado en el peor momento, ni siquiera sabía por qué había vuelto tan pronto. Deseó más que nunca que se largara de allí. Le gritó con todas sus fuerzas ya que el castaño parecía demasiado sorprendido por lo que estaba viendo.


—¡Jin, lárgate!—le exigió desesperado.


Su mirada, que había estado centrada en el peliblanco, se desvió de inmediato hacia Yoon Gi. Lo miró por sólo unos segundos, temiendo que le saltara encima. A pesar de que no quería dejar a Nam Joon en aquella situación, rápidamente pensó en correr hacia la ventana ya que era lo más cercano que tenía para escapar. Volver a salir por la puerta y tener que bajar las escaleras iba a ser una pérdida de tiempo, además aquel demonio no podía alcanzarlo en el aire.    

Sin pensar mucho más, su cuerpo se inclinó hacia adelante para salir corriendo hacia su escape. Pasó al lado de Yoon Gi tan rápido como pudo y empujó el vidrio hacia un lado. Sus alas ya estaban preparadas para extenderse en cuanto su cuerpo saltara en el aire. Nam Joon lo observó preocupado con el corazón casi en la garganta.


—¿A dónde crees que vas?—el demonio lo agarró del pie antes de que se le escapara. Jin pataleó como pudo, pero con eso no pudo librarse de ser atrapado entre los brazos del otro—¿Pensabas que era tan fácil escapar de mí?


—¡Suéltalo!— gritó Nam Joon al ver que intentaba atarlo para que no extendiera sus alas.


Jin fue empujado al piso; su cara quedó contra éste, siendo presionada por el pie del otro. Sus brazos quedaron tras su espalda mientras que era sujetado para finalmente ser atado con unas cuerdas. Se quejó por la fuerza con la que era hecho el nudo e intentó librarse dando patadas. No contaba con la desventaja de que el demonio tenía mucha más fuerza que él por lo que después de unos segundos se rindió.


—Mírate...—el peligris dio unos pasos atrás después de terminar de atarlo y lo observó ladeando su cabeza—Eso es lo que pasa cuando te metes donde no te llaman. 


—Déjalo en paz— Nam Joon habló casi con tono ronco, el dolor de su cuerpo apenas le permitía pronunciar palabra—. Esto es entre tú y yo.


—Que conmovedor—los ojos de Nam Joon siguieron los pasos del peligris, quien se posicionó al lado de Seok Jin nuevamente. Le agarró los cabellos con fuerza y levantó su cabeza—.Parece que te importa mucho este pedazo de basura, y es una lástima que se metiera donde no debía. ¿No crees que deba ser castigado por ello, Nam Joon?


La sonrisa ladina de burla y aquella mirada llena de venganza congelaron la respiración del ángel y Nam Joon. Sabían que era capaz de hacer cualquier cosa con tal de verlos sufrir a los dos para cobrar venganza de lo que había ocurrido hacía muchos años atrás y también por haber liberado a los padres de Ji Min de los demonios que los habían poseído. La crueldad de Amon podía sobrepasar los límites y por supuesto que le divertía y no le importaba nada porque disfrutaba ver sufrir y llenarse de rabia a otros.     

Agarró a Jin para levantarlo y lo llevó hasta una mesa llena de libros. Los tiró todos al suelo y, colocando al castaño para que quedara viendo hacia Nam Joon, lo empujó con fuerza contra el vidrio y volvió a agarrarlo de sus cabellos, tirando con fuerza.


—¿Qué crees que le haré?—preguntó sonriendo, a modo de juego— Podría golpearlo hasta que quede inconsciente, arrancarle sus alas o hasta incluso violarlo ante tu presencia.


Jin abrió los ojos, temeroso por lo último que escuchó. Si bien ser golpeado o que su alas fueran arrancadas sería una tortura y moriría de dolor, ser tocado por aquel ser despreciable que usaba el cuerpo de un pobre inocente era una atrocidad. No supo si intentar retorcerse para escapar o quedarse quieto y obedecer. Miró a Nam Joon a los ojos diciéndole con la mirada que lo sentía. En ese momento se dio cuenta de lo inútil que era y que por su culpa ahora pasaba todo eso; debió haber hecho caso cuando el otro le prohibió ser parte de sus planes. 


—¿Qué quieres?—preguntó Nam Joon con seriedad, apretando sus dientes—¡¿Qué mierda quieres?!  


—Ya lo sabes.



    

Ji Min corrió hasta quedarse si aire en sus pulmones en dirección a la casa de Lu Han. No le importaba si estaba con alguien, lo necesitaba urgente y sería capaz de llevárselo a las rastras. Su desesperación era tan grande que no pensó en llamar a la puerta, directamente la golpeó con sus puños y gritó el nombre del chico.

Estuvo por unos segundo así hasta que alguien le abrió la puerta. Una mujer lo miró asustada, casi inclinando su cuerpo hacia atrás al verlo. Ji Min sintió un especie de deja vú y rápidamente agito su cabeza. Le exigió a la señora ver a Lu Han, pero al parecer éste no estaba allí, sino en casa de Oh Se Hun.

Volvió a salir disparado en otra dirección. Su cabeza estaba tan perdida llena de preocupación y miedo que por un momento olvidó la calle a la que debía ir. Se detuvo a pensar y no tratar de caer en la ansiedad; logró así recordarlo y, en cuanto llegó, hizo lo mismo, golpeó la puerta y los llamó a ambos chicos.


—¡Lu Han!— gritó desde el otro lado de la puerta.


A los pocos segundos vio el rostro del castaño con sus ojos muy abiertos, lo tomó por los hombros y lo zarandeó gritando que necesitaba ayuda. Se Hun corrió hacia ellos en cuanto los vio, separó a Ji Min del otro ya que parecía que estaba fuera de control. Intentaron calmarlo, pero el pelinegro estaba demasiado alterado y se ahogaba tratando de explicarles lo que pasaba. 


—¡Tiene al profesor! ¡Lo va a matar!— logró decir por fin.


—¿De qué estás hablando?—Se Hun, quien no entendía a lo que se refería, fue dejado de lado en aquella conversación.


—Mierda, tenemos que ir a detenerlo—el castaño corrió a tomar un pequeño libro que había estado leyendo, el cual creía que lo ayudaría en ese tipo de situaciones. Tomó el brazo de Ji Min y le dijo a Se Hun que se quedara ahí.


—¡Yo voy con ustedes!—los siguió, cerrando la puerta tras de sí. Lu Han le advirtió que estaba poniéndose en riesgo, pero el chico parecía no querer dejarlo solo para enfrentar a ese demonio.


Sin detenerse a discutir sobre ello, decidieron ir los tres juntos. Lu Han no estaba seguro de poder con todo, mucho menos porque Se Hun era el más vulnerable entre todos y además de eso, era el objetivo del demonio. Pero aun sabiendo el riesgo que corría, el tiempo no se iba a detener para esperar una decisión. Por ello corrieron lo más rápido que sus cuerpos le permitieron para lograr salvar al profesor.

Lo que fuera que pasara en cuanto llegaran allí, ni si quiera pasó por sus cabezas, lo único que querían era detener lo que estuviera pasando.                  

Haciendo un pacto con el Diablo +18 [Parte 1] COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora