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Quema tu vacía lluvia en mí,

susurra tu muerte suavemente

Doblaremos nuestras rodillas al altar de mi ego

Drenaste mi corazón

y lo hiciste una pica

Pero todavía hay rastro de mí en tus venas


[Capítulo NamJin]


Las luces de la casa se prendieron. Todo se vio iluminado de forma tenue. La sala de estar estaba vacía; apenas había un poco de vino en la copa que cierta persona había olvidado dejar en la cocina.

El profesor dejó su maletín negro tirado en el sillón de cuero, se sentó y sacó sus zapatos, dejándolos a un lado. Soltó un sonido por sus labios mientras que levantaba sus brazos hacia arriba y se estiraba. El primer día de clase fue agotador.

Después de la clase que dio en último año, le tocó primero. Los chicos más jóvenes eran un desastre. Él no era de esa clase de personas que se enojaba y pegaba un fuerte grito, no. Era calmado y les pedía con paciencia que se callaran. Pero eran unos niños aún.

Observó el reloj de su muñeca, eran cerca de la diez y su estómago pedía comida. Fue hasta la cocina y abrió la nevera, encontrándose con varias cosas para elegir. Suspiró y tomó un plato que ya estaba preparado. Quizás ella se lo había dejado preparado, o a lo mejor fue él mismo y no lo recordaba.

Comió en silencio mientras que miraba las noticias. Al parecer habían varias desapariciones últimamente en zonas no muy alejadas una de la otra. Nam Joon masticaba, observaba y escuchaba con mucha atención.

"Otro cuerpo fue encontrado en un edificio abandonado. Se desconocen las causas de la muerte, según la policía forense no encontraron ninguna marca de agresión física..."


—Parece que anda un loco suelto, ¿no crees?


Nam Joon miró hacia su derecha, encontrándose con el hermoso rostro de un muchacho de pelo castaño impecable, vestido con una especie de pijama blanco. Éste le sonrió y asintió con la cabeza. Estaba sentado en la mesa, cruzado de piernas y mirando también la televisión.


—Puede que esté loco, pero trata de ocultar lo cuerpos—comentó el castaño haciendo una mueca—. Quizás es un loco, no tan loco.


El peliblanco rio por aquel comentario y siguió comiendo hasta terminar de llenar su estómago. Después la sala, la cocina y la entraba volvieron a quedar a oscuras. Subió hasta su cuarto y observó unos jeans y una camisa rosada tirados en la cama. Se acercó y tomó las prendas, las dobló y las guardó en el cajón del armario.


—Ella salió con prisa, al parecer—el chico castaño frunció las cejas y se acomodó en la cama, quedando boca abajo y apoyando sus manos bajo el mentón—.Cree que no lo sabes, Nam.


—¿Qué no se qué? —el peliblanco se cambió la ropa, colocándose algo más cómodo y dejando su torso al descubierto.


—Ugh, no te hagas—rodó los ojos y empezó a mover sus pies como un si fuera un niño pequeño—.Ella se va siempre a esta hora, se cambia deprisa y se pone alguno de sus vestidos ajustados, además-cerró sus ojos y olisqueó a su alrededor—,se siente el olor a perfume.

Haciendo un pacto con el Diablo +18 [Parte 1] COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora