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Frío, así se sentía su cuerpo. Sus pies descalzos volvían a estar pisando un lugar congelado, que hacía que su sangre se helara.

Volvía a estar metido en aquella habitación con la que soñó la última vez. Las paredes blancas, el suelo blanco, incluso el techo. Pero la humedad que apareció en su anterior sueño ya no estaba, ni tampoco había voces. Todo estaba en total calma.

Se movió alrededor del lugar hasta encontrar una puerta camuflada. Tenía una pequeña ventanilla con unas rejas muy finas. Asomó sus ojos por ahí, pero del otro lado no se veía nada, todo estaba negro. Podía oír el sonido del viento, pero no sentirlo.


—¿Dónde estoy? —se preguntó a sí mismo.


Volteó su cuerpo de nuevo hacia el cuarto y todo había cambiado de color. Ahora era un lugar oscuro, gris y se veía triste. Las paredes volvían a tener aquella humedad horrorosa y por su oído comenzaban a colarse pequeños susurros que no entendía.

Tapó sus oídos para no escucharlos, pero fue inútil.


Auxilium, auxilium—repetía la voz en su mente.


—¡Cállate! —gritó Ji Min agazapándose y abrazando su cuerpo.


Pero esa voz lo seguía acosando, hablándole en otro idioma.

Cerró sus ojos con fuerza tratando de despertar de aquella pesadilla, pero cuando los volvió a abrir seguía ahí, en la misma habitación oscura de antes con ahora mucha más humedad en las paredes.

Se levantó con rapidez y corrió hacia la puerta, golpeándola y gritando porque alguien lo salvara. Pero otra vez, todo era inútil.

Sus manos se cansaron de golpear la puerta y decidió rendirse. Su cuerpo se relajó, sus ojos miraban hacia la nada misma, sintiendo nuevamente cómo aquella voz irrumpía en su mente. Un aire frío abrazó de repente su cuerpo, eran realmente como unos brazos, los sintió tocar sus hombros y luego rodearlo por completo.

Miró hacia abajo y una sombra negra lo tenía atrapado. Ji Min se dejó caer en los brazos de aquella cosa, cerrando sus ojos y sintiendo cómo cada vez lo iba apretando más hasta el punto de asfixiarlo. No podía respirar, su boca intentaba atrapar algo de aire pero lo único que conseguía era soltar unas palabras sin coherencia pidiendo que parara.


—¡NO! —gritó, despertándose de golpe.


Otra vez, empapado en sudor y con su corazón a mil por hora, Ji Min había sufrido otra pesadilla. Se le estaba haciendo una costumbre y eso no le gustaba para nada. Era horrible estar en aquella habitación, le daba la sensación de que se estaba volviendo totalmente loco.

Se levantó de la cama y miró el reloj de su mesa. Eran las 3:00 am, exactamente. Su cuarto estaba en total oscuridad y ya no le importaba.

Frotó su cara con ambas manos, frustrado y luego se tumbó de golpe hacia atrás. Cuando lo hizo, vio que una figura lo miraba desde arriba, con una sonrisa de burla, que más que sorprenderlo lo asustó.


—¡Dios! —dijo volviéndose a levantar.


—No, no soy Dios—comentó la voz, riendo.


Ji Min lo miró con temor. No se esperaba que apareciera de la nada, en frente de su cara. Se quedó sentado sobre su cama, sin saber qué hacer porque seguía perturbado por su pesadilla.

Haciendo un pacto con el Diablo +18 [Parte 1] COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora