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"EL SINSAJO"

(PARTE I)

NARRA KATNISS

Las esperanzas despiertan con el sol... No, no es el sol. Es una luz mucho más blanca, más pura, más fría. Más adecuada al ambiente estéril con olor a medicamentos.

¿Medicamentos?
¿Dónde está el olor a quemado?
¿En dónde está el sonido de aquellos insectos, como chasquidos?
¿En dónde está el sonido de la arena cayendo?
¿Y el de los fuegos artificiales?

Poco a poco voy abriendo los ojos, cansada, con un dolor agudo en la cabeza. Aquella luz sin color me deslumbra, pero logro adecuarme lo suficiente.

¿Por qué siento que ya he visto esto antes?

Una silueta a contraluz está sentada, quieta, frente a mí. Detrás de ella, la pared metálica sustituye al verde de las plantas y el sonido que hacen al rozar una con otra.

Gale. ¿Dónde está Gale?

Lo vi. Estoy segura de que lo vi. No era aquí, las paredes no eran iguales.

Amaranta. ¿En dónde está ella? Tengo una breve imagen suya, acostada en un suelo poco estable, cubierta de cables y mangueras transparentes, llena de heridas, como yo. Recuerdo haber visto mi reflejo en alguna cosa metálica.

¿Y Johanna?

¿Annie...?

No tengo más recuerdos de ellas. Pero sé que vi a Gale. Estaba allí, junto a mí, escuché su voz, vi sus ojos, lo sentí tomar mi mano.

—Hasta que por fin duras despierta más de dos minutos.

La figura que se mantenía quieta se pone de pie, camina hacia mí, dejando poco a poco ver sus rasgos cansados.

—¿Haymitch? —pregunto.

—Hola Katniss —responde con voz rasposa.

—Te ves horrible.

Haymitch suspira. Conforme se acerca más y más puedo apreciar las ojeras bajo sus ojos inyectados en sangre.

—Has estado inconsciente tres días y lo primero que haces es insultarme —dice—. Pero supongo que es tu forma de preguntarme...

—¿En dónde estamos? —interrumpo. No es posible que en el doce haya algún lugar así.

—Bienvenida al Distrito Trece.

Entonces... ¿Es cierto? Lo que dijeron Bonnie y Twill, ¿es cierto? ¿Y por qué no estamos en el Doce?

—¿En dónde está Prim?

Haymitch suelta otro suspiro de resignación, niega con la cabeza.

—¿Haymitch?

—Ella está bien, está aquí, pero...

—¿Por qué no estamos en el Doce?

Le doy un tiempo para que piense, cada segundo que pasa en silencio me convenzo de que hay algo malo detrás. No, no «algo»; hay muchas cosas malas detrás, muchas dudas que puede no querer responderme por la misma razón, pero no me puede dejar así ¡Yo tengo que saber!

¿Por qué salimos de Los Juegos? ¿Acaso ganamos? ¿O sólo fui yo y los demás están muertos? ¿Por qué sólo está Haymitch aquí? ¿Y Peeta?

Haymitch hace un intento de hablar, un débil gemido ronco sale de su boca cuando la primera palabra hace el esfuerzo por salir, durante un rato es lo único que logro que me dé, hasta que dice mi nombre, dice mi nombre y suspira, oraciones que flotan en su mente no logran salir mas allá de su garganta, pues son interrumpidas por más y más suspiros. No hay respuestas claras, sólo un suspenso que me tiene al borde.

HARINA Y POLVO DE CARBÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora