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"MALA VIBRA"

—Y el último tributo de esta noche, damas y caballeros, el tributo femenino del distrito doce: ¡Amaranta Bellihyde!

Las palabras de Caesar Flickerman me entran por un oído y salen por el otro. No obstante, las de Peeta rebotan en mi cabeza una y otra vez.

«Se llama Katniss, Katniss Everdeen»

Estoy molesta, muy molesta. ¿Cómo se atreve a usarme como una estrategia para ganar los estúpidos Juegos?, ¿cómo se atreve a llamar toda la atención hacia mí en los momentos menos oportunos?

Tengo que hacerme cargo de dos familias y para ello necesito el bosque, pero ahora no podré ir porque todas las miradas del distrito estarán en mí. Vale que fuera su última esperanza, pero muchos otros también dependen de mí, y ahora Peeta me ha comprometido a algo que no sé cómo manejar.

Tomo a Prim de la mano, la jalo y comienzo a caminar en dirección a la Veta, pero mi hermana se detiene. Me vuelvo para ver la razón, entonces la cara de la chica en la pantalla capta mi atención y pienso que en el Capitolio verdaderamente hacen magia; parecería que nunca en su vida ha sufrido de hambre o de insomnio, que no sabe lo que es sentir miedo o frío. Pero son sus palabras lo que realmente captan mi atención:

—No, Caesar, no hay nadie. Peeta es otro caso muy diferente al mío, aunque, aun así...

—¿Qué, Amaranta? Aun así, ¿qué? —dice Caesar, y por primera vez escucho el nombre de la chica. Ella da un fuerte suspiro y pone la cabeza gacha, cuando finalmente recompone su postura, una mueca de petulancia y malicia me hiela la sangre. Jamás habría pensado en ella de esa forma, el día de la cosecha parecía miedosa y frágil, pero hoy...

—Bueno, supongo que da lo mismo lo que diga o no diga hoy, ¿no es cierto? Es decir, no tengo nada que perder. Probablemente moriré en aquellos juegos, y si ya se me ha quitado hasta la libertad de palabra cuando llegué aquí, ¿por qué no recuperarla en mis últimas horas de vida?

Ese comentario le costará caro, puedo ver en la cara de Caesar Flickerman que está buscando las palabras para desviar el atisbo de inconformidad con el gobierno que este desprende. Creo entender lo que está haciendo, creo que en su situación yo haría lo mismo; ella no tiene a nadie y sus posibilidades de ganar no parecen muchas, por lo que intenta aprovechar sus últimas horas de vida para desquitarse, busca darles la palabra a otros por medio de su boca. Si ya es un peón en los retorcidos Juegos del Capitolio, ¿por qué no sabotearse a sí misma, y con eso, sabotear a todos y todo? El juego requiere de la cooperación de cada una de las fichas, pero si ella hace trampa y se mueve a un lugar prohibido en el tablero...

Jaque Mate, Presidente Snow.

—Me parece que en tu distrito saben valorar el tiempo y las oportunidades —dice Caesar, nuevamente evadiendo el debate gubernamental que ella busca sacar a flote—. Cuéntanos de él.

Algo me jala del brazo, Prim busca irse ya, pero yo se lo impido, quiero ver en qué acaba esto.

Puedo notar como la jugada del presentador ha dado frutos cuando Amaranta duda en su siguiente respuesta, pero me pongo firme y atenta cuando la sonrisa pícara regresa a su expresión.

—Nos dedicamos a producir y extraer el carbón que mantiene a Panem a flote. Podrá sonar insignificante y poco importante. —Suelta una risa irónica y enarca una ceja—. Pero la realidad es que el Carbón ha sido fuente de energía de este lugar desde que se llamaba Norteamérica. Entiendo que parezca tan tonto como una tiza a simple vista, y así es cuando está frio, pero cuando las brasas están vivas... ¿Nunca te dijeron que no jugaras con fuego, querido Ceasar?

HARINA Y POLVO DE CARBÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora