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"LOS JUEGOS NOS QUITARON ESA OPORTUNIDAD"

—Es hora de que te levantes, Patito.

Remuevo a Prim en la cama con cuidado, ella se retuerce entre las cobijas y suelta un quejido. Buttercup llega y me bufa, yo le hago una cara fea, lo ignoro.

—No... —pide Prim.

—Sí, el tren llega en una hora...

Ella se levanta de un salto, yo me hago para atrás por la sorpresa. Toma una de las jarras oxidadas de plomo que hay en la cocina (una baratija que compre en el quemador alguna vez) y comienza a llenarla con agua que luego lleva a hervir.

Luego sale de la casa para obtener algo de leche de su cabra y, conociendo a Prim, hará uno de esos quesos especiales y se lo llevará a Peeta. Buttercup pasa entre mis pies y sigue a mi hermana.

Abro uno de los cajones gastados, en donde Prim guarda su ropa. Tomo una falda de pliegues azul, una blusa blanca y unos zapatos negros, lo coloco sobre la cama. Ese conjunto solía ser mío, mi padre me lo regaló cuando cumplí diez, fue una de las últimas cosas que me dio antes del accidente en las minas...

Prim sigue distraída afuera con su cabra, por lo que soy yo quien termina llenando la tina. Una vez que está lista la llamo para que venga a alistarse. Se saca la ropa de un golpe y rápido se mete en ella, le alcanzo un jabón y le dejo una toalla cerca.

Mi madre entra a la cocina para comenzar a preparar algo de lo que compré con el dinero de Haymitch Abernathy. Me molestó bastante hacerlo, siempre me he valido por mí misma... nos hemos valido por nosotros mismos, Gale y yo..., pero una vez más me repito que ya no hay Gale. En fin, no me quedaba de otra más que ceder y aceptar la ayuda.

Costó bastante trabajo encontrar el dinero entre tantas botellas apiladas. Después de haber discutido con Hazelle regresé a la casa de Haymitch, cerré la puerta tras de mí y subí a su habitación. Una vez allí solté un suspiro y comencé a buscar las botellas de vino entre las de licor blanco. El ruido del tintineo del vidrio de una botella contra otra retumbó en mi cabeza durante toda la noche, pero al final encontré la que tenía el tesoro adentro. Resultó ser más de lo que yo imaginaba, ¡Eso alcanza para alimentar a toda la Veta durante dos meses! Medité un segundo la idea de tomar sólo la mitad del dinero por orgullo, pero me dije a mí misma que no sabía hasta cuándo podría volver al bosque, y lo tomé todo. Tuve que romper la botella, ya que se encontraba enrollado dentro y era imposible sacarlo, ¿Cómo es que Haymitch lo metió allí? La verdad es que no tengo ni la menor idea y lo más seguro es que él tampoco.

—¿Me dejarás peinarte hoy? —pregunta mi madre.

—Sí, quiero estar preparada para las cámaras.

Mi madre suelta un suspiro y deja el cuchillo que estaba usando sobre la tabla de madera. Agacha la cabeza unos segundos y después voltea a verme.

—Katniss, ¿Por qué hiciste eso?

—No iba a quedarme con las manos cruzadas sabiendo que era capaz de ayudarlo a salir de allí.

—¿Te das cuenta de todo lo que eso podría repercutir en nosotras?

—Por supuesto que sí —contesto molesta. ¿Desde cuándo según mi madre he hecho algo que pueda haberla lastimado físicamente? Porque si de actitudes hablamos admito que hago mi mayor esfuerzo por ser hostil con ella de vez en cuando.

—¿Entonces? —pregunta.

—¿Entonces qué?

—¿Por qué nos arriesgaste de esa manera?

HARINA Y POLVO DE CARBÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora