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Me remuevo en mi cama una vez más intentado encontrar una posición que me haga sentir cómoda, pero no lo logro. No hay noche, desde hace semanas que me parezca favorable para dormir, todo es incómodo y malditamente inútil. Sé exactamente qué pasa, todos lo sabemos de hecho, pero agradezco que no lo mencionen, tengo las hormonas a flor de piel y evidentemente todo terminaría siendo un desastre de gritos, llantos y muchísimos lamentos.

Completamente frustrada me posiciono con la espalda en él colchón y mi vista en el techo de la habitación ahora completamente oscuro gracias a la negrura de la noche. Suelto un gran suspiro y me quejo, cuando mis senos llenos de leche comienzan a molestarme. Miro la hora en mi teléfono, las cuatro de la mañana, eso explica la leche en abundancia.

Me levanto de la cama, sintiendo él cuerpo cansado y extremadamente débil, llevo demasiados días durmiendo poquísimo y eso está pasándome la cuenta. Enciendo la luz de la habitación y busco dentro del cajón de los artículos maternales que tengo él extractor de leche eléctrico que la madre de Jared compró para mí. Voy hacia él baño con lentitud, la verdad es que me cuesta hasta caminar.

La luz del cuarto me ciega por unos segundos, siempre olvido que esta luz es más fuerte que la que tengo en mi habitación. Me quito la camiseta de dormir, él sujetador y las pezoneras antes de posicionar él saca leche en uno de mis pechos completamente llenos. Él alivio es instantáneo y la verdad es que no evito, ni por un segundo respirar de alivio. Mamá me dice que es increíble que tenga tanta leche y que mi pezón este completamente desarrollado. No es común en madres primerizas, pero todo fue gracias a Jared quien se encargó de ayudarme con ello.

Desgraciadamente mi pequeño Liam no puede ser quien alivie mi sufrimiento con los pechos llenos. La verdad es que me asusta de sobre manera que cuando traiga a Liam definitivamente a casa rechace mi leche, la leche materna. Sería un completo martirio ya que soy – literalmente – una vaca lechera en este momento.

Me paso los siguientes veinte minutos apoyada contra el mostrador del baño, dejando que la leche que sale de mis pechos caiga en el lavamanos. La verdad es que estoy luchando completamente para no quedarme completamente dormida aquí, sería vergonzoso que alguien de mi familia entrara y me encontrara desnuda de la cintura para arriba durmiendo en el mostrador con el extractor de leche en los senos. No sería una imagen bonita, si no, más bien, sería algo sacado de una película de terror. Mi cuerpo ahora mismo es un asco, los kilos que subí durante el embarazo se me notan ahora que Liam está fuera de mi cuerpo y si no fuese porque aún tengo bastante ropa ancha y una faja excelente, parecía una masa deforme cuando camino. Jamás me había sentido tan incómoda con mi propio cuerpo, no sé si es debido a las hormonas o qué, pero realmente siento que la Emma que estoy viendo en el espejo, la que miro a diario no soy yo.

Cuando finalmente acabo con la leche mis senos vuelven a ser normales, me coloco nuevamente la ropa y vuelvo a mi habitación arrastrando las piernas. En cuanto vuelvo a mirar la hora son casi las cuatro y treinta de la mañana. Me acomodo como puedo e inmediatamente me quedo dormida, con el pensamiento de mi pequeño bebé en mi cabeza.

Mamá es quien me despierta al día siguiente, me cuesta una inmensidad abrir los ojos debido al cansancio extremo que estoy sintiendo, pero de todas formas me despierto. Mamá está sonriéndome, me observa con una chispa de alegría en sus ojos y yo no evito sentirme mal por ella. Sé que tiene la esperanza de que el pediatra nos diga hoy que todo está bien y nos podemos traer a Liam a casa, pero la verdad es que no estoy muy segura, no pasó dos veces a lo largo de estas semanas y acepté, que las falsas esperanzas son las que nos destruyen. Así que simplemente me atengo a la realidad.

Antes de ti《 Libro 3.5 》Where stories live. Discover now