Capítulo veintiuno

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Capítulo veintiuno.

Son demasiadas cosas que asimilar. Mi cabeza va a explotar y creo que si no le pongo un límite a las cosas van a seguir pasando a como se les dé la gana, porque no creo en el destino, el destino es una basura es como el futuro y el futuro solo existe cuando haces lo que haces y no he hecho nada tan increible para que cosas extrañas sucedan.

Nunca me hubiera dado cuenta de que Britany es o era mi hermana. ¿A qué persona se le ocurre semejante cosa? ¿Qué acaso eso no es ilegal? Y no es como que yo haga muchas cosas legales, pero se con ciencia cierta que eso es ilegal. No puede solo usurpar una identidad que no es suya y ya. De nuevo, algo aquí no encaja.

¿Cómo es que si quiera una persona puede mentirte? Sí, sé que las mentiras son indispensables en la vida, pero ¿acaso te has detenido a pensar cuánto daño hacen? ¿Cuánto puede cambiar el parecer de esa persona por una mentira? La respuesta es no. Porque aceptémoslo, cuando estas creando la mentira eres egoísta y solo piensas en ti, en qué pasaría si tú eres descubierto de alguna forma. Porque así somos, egoístas.

Lo peor de todo es que las personas creen todas y cada una de ellas sin detenerse a asimilar que todo podría ser falso, que todo o nada podría ser cierto y aquí quien tiene la culpa no es quien lo hace sino quien lo cree con los ojos vendados, sin hacer preguntas y sin esperar respuestas.

Una vez que te das cuenta del gran error quieren echarles la culpa a otras personas y es ahí, justo ahí que estas siendo egoísta. De nuevo.

¿Podía ser más engañada todavía? ¿Podía seguir metiéndome en una red de mentiras? No, esto era mucho más que suficiente y estoy segura que esta vez había aprendido la lección, lo había hecho. Traía un mal sabor de boca saber que personas cercanas a ti no te dicen la verdad y duele. Simplemente no era justo ni correcto.

Esto no era lo que tenía pensado para hacer hoy. En absoluto.

No esperaba encontrarme en la cima de un edificio abandonado a las afueras de la ciudad y con los pies colgando a la deriva como si fuese a suicidarme, pero todo estaba bien porque yo no tenía pensado hacer eso.

Cada vez que parpadeo mis parpados se vuelven más pesados y mis ojos arden de las lágrimas contenidas. Esto apesta y me gustaría o bien dejar de respirar o dejar de sentir como ya muchas veces he deseado.

La brisa cálida choca contra mi rostro, se siente templado, eso es aceptable. Ni malo ni bueno solo aceptable.

Un ruido se escucha a mis espaldas, fijo mí vista por encima de mi hombro y genial.

Toma asiento a mi lado y mira hacia el frente. Solo lo miro, ya no pregunto por qué siempre está ahí donde sea que este yo. Creo que ya está me estoy acostumbrando a su presencia.

—Lo siento. —dice. Estoy a punto de preguntarle cómo es que lo sabe, pero sería gastar saliva porque básicamente él lo sabe todo.

—No lo sientas. Yo no lo hago. —miro al frente y disfruto solo un rato de su compañía.

—Puede que ella no se detuviera a pensar en lo que hizo.

—Pero....

—Pero te quiere, Elizabeth. — a completa. — Por lo menos hay una persona en tu vida que se preocupa por ti, que te quiere y que haría cualquier cosa por verte feliz. Incluso si tú le dijeras que se fuera, lo haría, con tal de verte bien.

Suspiro, no quiero hablar de esto con él. —Daniel, en serio no quiero hablar de esto.

Ignora lo que he dicho y sigue: —Solo por un momento detente y ponte en su lugar. ¿Qué pasaría si tú estarías en su posición? ¿Qué harías?

FugitivaWhere stories live. Discover now