Capítulo dos

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"Vive y no te detengas por nadie, porque el pasado es pasado. " - Cristina Ellys.


Capítulo dos.

Grito del dolor.

Estoy recostada en una cama, sufriendo.

— Eso se le ve realmente mal. — Rodrigo está a un costado, con unos guantes en mano, examinando la herida en mi mejilla. Ricardo y Trina me sostienen ambos brazos, para que no pueda golpear libremente a Rodrigo.

Vuelve a inspeccionarme y aprieta a los costados de la herida.

— Elizabeth, si no dejas de moverte, no lograras sanar. — Trina es muy mandona, lo suficiente para que le haga caso.

En mi mejilla tengo un pedazo de cristal del auto, se ha enterrado en ella y cuando me pusieron contra el suelo, solo logro perforar más, ahora mismo estoy maldiciendo a todo el mundo porque Rodrigo no logra sacarlo.

— Listo. — dice. — No tenías por qué hacer toda una fiesta por un poco de dolor. –Trina suelta mis brazos y da la vuelta.

Estamos en una casa de Rodrigo, en este momento no me interesa en lo más mínimo como llegamos. Cierro los ojos un momento, mientras los chicos se alejan de mí.

— No seas grosera, Trina. — le grito, porque no ha parado de insultarme.

— Eso es todo lo que sabes decir. — alarga ambas O cuando dice "todo".

Conocí a Trina cuando yo entre a prisión y descubrí que ella tenía diez años encerrada, cinco en la de menores y cinco en la de mayores.

El primer día en la celda, no nos fue nada bien.

Recuerdo que llegue sollozando, no pare en toda la noche y ella me dijo:

"Deja de ser una niñita y madura, estas aquí porque lo mereces."

Yo hice todo lo contrario, solloce más, después de un rato se hartó y me agarro del cabello para acto seguido estamparme en la pared, caí inconsciente, no supe nada hasta el otro día.

Debo admitir que me costó hablarle, es dura y como siempre se lo he dicho, es grosera, insensible y mal educada.

Al principio, cuando logre ganarme su confianza pasando un año, no hablábamos mucho, se limitaba a decirme simplemente lo que era necesario, al menos ya tenía alguien quien me hiciese compañía. Un día por fin se decidido a contarme como es que termino ahí.

Trina, a los trece años fue llevada al reclusorio de menores ya que la descubrieron vendiendo drogas. Me sorprendió mucho, ¿cómo una niña puede hacer eso? Sus padres tenían el dinero suficiente para mandarla a la escuela, pero a los doce la expulsaron por una pelea con otras chicas así que decidieron no mandarla más a ninguna otra escuela. Como ella estaba en contra de eso, decidió que podía pagarse la escuela con un trabajo, pero eso no era precisamente uno. Su primo mayor la metió en ese lio y cuando la arrestaron por ello, él simplemente lo ignoro, como todos los demás.

Cuando Trina ya no podía seguir permaneciendo en la prisión de menores, y debido a que sus padres decidieron que se diera su condena una vez cumplida la mayoría de edad, fue llevada hacia la CFM, Carcel Federal para Mayores, donde a partir de ese momento empezaría a cumplir una condena de verdad, en la cual también me encontraba yo.

Es cinco años mayor que yo, pero eso no le quita lo inquieta que puede llegar a ser, de alguna manera me recuerda a mi hermana Cristina, su carácter es un poco parecido al de ella.

Poco más de seis meses después de haberla conocido, me presento a Ricardo y a Rodrigo, quienes ya tenían una amistad más sólida que la de nosotras, cerca de siete años. A base de una pelea fue cómo se conocieron. Y es que ahora no estoy tan sorprendida de que sean amigos.

FugitivaWhere stories live. Discover now