Capítulo catorce

10.8K 620 53
                                    

Capítulo catorce.

"Podrán golpearte y dejarte un dolor inmenso, pero nada se compara con perderlo todo." - Elizabeth Ellys.

Ha pasado que es de esos días en los que no quieres nada más que no saber de nadie. Que necesitas un tiempo para asimilar tu situación, la situación en la que estas. En que ese día te sientes tan solo, sin nadie, cuando sientes que todo el mundo te da la espalda y que ese día no podría empeorar con nada más, pero siempre viene una mierda a sacar a la otra mierda más pequeña.

Este es uno de esos días.

—Los esperábamos. —dice. De verdad dan ganas de matarlo de una maldita vez.

—Nosotros a ustedes no. Porque no son importantes. — me cruzo de brazos. Veo a cada uno de ellos, todos unos estúpidos. Mi mirada se dirige a una chica de pelo rubio, con la que choque en las escaleras. — ¿Tu? ¿De verdad? —le pregunto. Como por arte de magia su mirada se vuelve fría.

—Veo que te han dado tu merecido. Ya lo creía. —una sonrisa se pega en su cara.

—Ah, ¿esto? —señalo mi rostro. —No fue nada. Hubo peores.

Ruidos se escuchan a mis espaldas. Se han colocado alrededor de mí. Rodrigo, Ricardo y Trina podrían golpearme todo lo que sea, pero dejarme abandonada nunca.

—Por qué mejor no se largan y dejan estos juegos para otros. —Rodrigo sale a la defensiva.

—El chico se siente rudo. —los demás ríen, menos nosotros.

—No le veo la gracia. —suelto de repente. —Estoy harta de ustedes, váyanse a buscar a otros que nosotros no estamos tan hechos mierda de la cabeza como ustedes entenderán.

— ¿Hechos mierda? — la chica de pelo castaño se decide a hablar. —Querida, esta mierda te va a dar una patada por el culo. —Uh, eso suena tentador.

—Quiero ver eso. —doy un paso al frente, descruzo mis brazos y la miro sin expresión.

—Créeme, será divertido, al menos para mí. — ríen, de nuevo. Los cuatro dan un paso al frente, inconscientemente nosotros nos ponemos rectos.

No sé cuánto tiempo tenemos, podríamos estar así toda la noche, así que hago algo por impulso.

Camino hasta la chica que me reto y le suelto un puñetazo.

— ¿Qué decías? —pregunto.

—Que la única mierda aquí, eres tú. — de pronto yo ya estoy encima de ella, torturándola a golpes enseñándole quien manda.

— No te metas. — Trina le grita a la chica de pelo rubio. Mi nuca se va hacia atrás, alguien me está jalando el cabello y luego la dejan libre. — ¡Maldita! Te dije que no te metieras. — eso es lo último que escucho con claridad, las demás voces son solo murmullos mientras me centro en partirle la cara a la chica que tengo tirada en el suelo.

— ¡Daniel! ¡Quítame a esta bestia de encima! —todavía la muy estúpida se atreve a decirme bestia y eso es todo lo que necesito para seguir golpeándola.

Unos segundos después mis brazos son llevados a mi espalda, me quitan de encima de ella y me alejan.

— ¿Qué mierda? — pataleo mientras me siguen alejando. — ¡Suéltame! Quiero seguir dándole su merecido. — jadeo.

—Ya, fiera. La pelea se acabó. —Oh, genial. Simplemente genial.

—Vete al infierno. —digo entre dientes mientras me muevo entre sus brazos.

—Suéltala. —dicen, enseguida me suelta y caigo al suelo.

Ah, imbécil.

Me levanto y cuando mi mirada va hacia la chica comienzo a reír. Pero mi risa se desvanece en el momento que escucho ese sonido. El maldito sonido de las sirenas de la policía. Cierro los ojos brevemente y cuando los abro el sonido se intensifica.

FugitivaWhere stories live. Discover now