Parte 83

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Me quedo paralizada, no sé qué hacer, no puedo moverme, siento que el aire me está faltando pero no puedo despegar mi mirada de sus ojos, él tampoco lo hace, no se mueve... no sé cuánto tiempo habrá pasado pero mis pies ya están comenzando a doler por la posición, intento ponerme de pie pero por culpa del maldito vestido de Natalie me es imposible, él me extiende su mano para ayudarme y sin vacilar la tomo, sin aún despegar la vista de sus ojos, esa enigmática mirada está sobre la mía, siento mi cuerpo desfallecer y mis rodillas flaquear al ponerme sobre mis pies, mi mano está sobre la suya, mi garganta está seca y mi corazón golpea mi pecho fuertemente, él hace un gesto para decir una palabra cuando unas personas tras él llaman su atención, siento que no puedo cortar el contacto visual, hasta que él finalmente lo hace cuando uno de sus acompañantes golpea su hombro suavemente y murmura algo en su oído.

Que caprichoso es el destino.

Doy la vuelta de inmediato, hasta las ganas de hacer pis se esfumaron, o es que me hice encima, no lo sé. Camino a paso rápido hacia el sillón que estaba con Natalie tomándola de su antebrazo y arrastrándola conmigo, tiro de ella no importándome si tropieza o no, yo quiero salir de aquí.

Mis manos tiemblan, están sudadas y frías, mi corazón bombea a mil por hora, esa bola de angustia se apodera de mi garganta y no entiendo cómo mis piernas responden tan rápido y con inmensos tacones.

—Alex, alto ahí... ¿Qué es lo que pasa? Detente —mis tacones se entierran en el pasto verde, volteo a ver atrás en dos ocasiones, no sé porqué pienso que me estaría siguiendo.

—Oliver está aquí —menciono, con un hilo de voz —Quiero irme de regreso al hotel.

—¿No viste si David estaba con él? —me interrumpe, niego con mi cabeza. La verdad no había visto nada a mi alrededor los cuántos minutos que estuve frente a él.

—Bueno, me iré contigo —enuncia, sólo déjame enviarle un texto a Matthew.

Recuesto mi espalda sobre una pared mientras espero que Natalie escriba el texto ¡Maldición! Oliver... ¿Por qué tuviste que aparecer cuando yo ya estaba comenzándome a sentir bien? O eso me estaba haciendo pensar a mí misma todo este tiempo. Miro hacia la puerta por la que salí una y otra vez.

—Dice que se irá con nosotras —habla Natalie, muerdo la uña de mi dedo índice, mis pies se dirigen en dirección a la puerta de regreso, Natalie me observa alejarme sin decir una palabra, no sé cuándo mis pies se volvieron tan ágiles con estas cosas puestas encima.

Me abro paso entre la gente en dirección a la mesa donde los acompañantes de Oliver estaban, y ahí están, pero él no está ahí... ni un rastro de él, llevo mis vista a la barra, luego a la pista de baile... miro alrededor y no hay señas de Oliver... camino hacia el baño de hombres y por suerte no hay nadie, porque hubiese sido incómodo entrar y encontrarme algunos haciendo pis por ahí. ¡Maldita sea! Esas ganas de llorar se apoderan de mí, estoy segura que él también salió del lugar al verme.

No puedo explicar lo que justo sentí ese momento, por unos momentos sentí unas ganas inexplicables de abrazarlo, de ir hacia él... de saber cómo está... estoy jodidamente enamorada de ese hombre, varias lágrimas corren por mis mejillas mientras hundo mi cara en una almohada, no sé cómo me llegué a enamorar tanto, pero duele... vuelvo a repetir, amar duele.


*****

Me siento sobre el sillón color caoba que está muy cerca de la entrada de mi apartamento mientras espero a mi madre y la abuela terminar de arreglarse para ir a dejarlas al aeropuerto. Muerdo una manzana que había tomado del comedor hace unos minutos, leo una revista que reposa sobre la mesa muy cerca del lugar donde estoy, para mi sorpresa es una revista Anderson, una punzada se instala en mi pecho al escuchar ese apellido, al parecer todo está funcionando con normalidad en la revista.

Esposa de mi jefe © (Borrador de la 1era edición - 2016)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora