Parte 37

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Despierto del golpe y me percato de lo tarde que es, por el ángulo de la claridad que entra por mi ventana, apuesto que son más de las diez, miro el reloj sobre mi mesa de noche y nunca pude tener más razón. ¡Maldita sea! Me pongo de pie de un salto y recuerdo... que hoy es día libre ¡joder! casi me infarto.

Maldito trauma.

Camino hacia mi celular que está sobre la mesa de noche y un mensaje llamami atención.

Satanás

Buenos días, muñeca.

Esa sonrisa boba de regreso en mi cara, comienzo a teclear rápidamente mi respuesta mientras me siento en el filo de la cama.

Alex

Buenos días, princeso.

Me da risa, espero pacientemente su respuesta y no tarda ni diez segundos en llegar.

Satanás

¿Princeso?

No me quiero imaginar su rostro en estos momentos.

Alex

Es de cariño ;)

Tal vez debería cambiar ese nombre de contacto, dejo el celular sobre micama para ir a tomar una ducha. Se siente el ambiente de Halloween, todos comienzan a arreglar sus casas con la típica decoración de esta fecha, incluso en el edificio cuelgan ciertos esqueletos y calabazas con arañas peludas que miro aterrorizada cada vez que salgo de mi apartamento.

Mi día transcurre rápido entre limpiezas y carcajadas con Natalie, uno que otro mensaje con Satanás Anderson, no sé con cuál de los dos reír más.

—Natalie, Oliver llevará a su amigo David a la fiesta. ¿Quieres conocerlo? —¡claro que sé que quiere conocerlo! ¡Es Natalie!

—¡Oh, por Dios! —exclama, sus ojos brillan—. ¿Es guapo?

—Es rubio, ojos hazel, misma estatura que Oliver, igual de mandón —y está igual o más loco que yo, pero eso no se lo diré.

—Suena bien —expresa, mirando hacia un punto, estoy segura de que se lo está imaginando—. ¿Es musculoso?

—Bueno, solo lo he visto con esos trajes empresariales..., pero si es amigo de Oliver supongo que sí —digo, vacilante. Natalie sonríe ampliamente, sip, así le gustan a ella, no sé cómo salía con el flacucho de Dereck.

—¿Me dejas conducir tu Bentley? —asiento. ¿Ya qué? Se lo regalaría si Oliver no me regañara por eso. 

Aproximadamente a las seis de la tarde, Natalie comienza a arreglarse, se maquilla y luego me maquilla a mí, el toque de ojos ahumados hace resaltar más el verde de los míos, arregla mis rizos y estos caen perfectos por mi espalda.

—Bien, tú eliges... ¿Caperucita Roja? O ¿el Lobo? —camina hacia mí a pasorápido diciendo estas palabras, lo sabía... Teníamos que combinar hoy también. Me enseña ambos trajes, frunzo mi entrecejo. 

—¡Oh, por Dios! Estoy segura de que esa Caperucita Roja no iba hacia donde su abuelita como decía —digo, enarcando una ceja viendo el traje de Caperucita, de hecho, ambos.

—Alex, solo elige uno, por favor —espeta Natalie, rodando sus ojos exasperada.—Creo que... el Lobo —vacilo, al menos no es de látex como el del año pasado, no me gusta ninguno de los dos. ¿Dónde han quedado los trajes de zombis? ¿De momias? ¿De brujas con grandes narices y verrugas? Me entrega el traje y lo miro con el ceño fruncido, terminaré vomitando una bola de pelo al estilo Misifús, Natalie me entrega el aro con unas pequeñas orejas peludas que miro con cierto descontento, y unas garras que se supone que ponga en mis manos. 

Esposa de mi jefe © (Borrador de la 1era edición - 2016)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora