Parte 33

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Escucho unos ruidos incansables provenientes de la puerta del cuarto, me despierto desorientada y por unos segundos no sé dónde estoy, ni como me llamo, ni quién soy, cuando ya mi cerebro se acomoda reconozco la voz de la señora Anderson del otro lado.

—Chicos, despierten —algo me impide moverme y es el brazo de Oliver sobre mi cintura, los golpes en la madera continúan y la voz de la señora Anderson taladras mis oídos.

—Chicos.... —llevo mi vista al reloj sobre la mesa de noche, faltan diez minutos para las seis ¿Qué diablos...? Oliver se remueve levemente en la cama, al escuchar los golpes en la puerta y la voz de su madre. Es un milagro que a estas horas aún siga aquí.

—Mamá, ¿Qué pasa contigo? —Pregunta de mala gana, sin abrir los ojos.

—Despierta Oliver, iremos a la cabaña —Oliver gime de frustración.

—¿Qué diablos es la cabaña? —susurro, mientras Oliver pone una almohada en su cara.

—Un lugar como a dos kilómetros de aquí, sin luz, ni cable, NI INTERNET—dice esto último en voz alta a propósito quitando la almohada de su cara.

—Perfecto para ti Oliver —contesta la señora Anderson desde el otro lado de la puerta —para desintoxicarte de esa basura de la tecnología. En media hora nos vamos. Dicho esto escucho los pasos de la señora Anderson perderse en el pasillo.

¡Ah! ¡No puede ser! Me levanto y suspiro.

—¿Por qué Dios? ¿Por qué? —miro al techo, poniendo mis pantuflas en mis pies.

—Por favor Dios —Oliver también mira al techo —contéstale a Alex para que se calle de una vez —miro a Oliver con la mirada más feroz posible y él simplemente ríe, este hombre hasta recién levantado es jodidamente guapo. Me observa y baja la mirada a mis shorts.

—¿Es en serio Alex? —también llevo la mirada a mis shorts.

—Admite que te excita, Oliver —contesto, caminando hacia el armario, saco algo de ropa para meterla en mi bolso.

—¡Por supuesto! No hay nada más excitante que ver cuatro enormes tortugas repetidas veces —ironiza y bosteza, mientras camina hacia el baño —Por cierto, vamos a caminar así que lleva algo cómodo —agrega.

—¿Qué? ¿Caminar? —bufo, no es que no me guste caminar... es que... bueno, sí, no me gusta caminar.

Bajo las escaleras con toda la pereza posible una vez que me he aseado correctamente. Oliver está bajo las escaleras sosteniendo mi bolso mientras habla con Henry, espero no estén hablando de revolcarse con zorras porque soy capaz de golpearlos hasta morir. Bueno, talvez eso es un poco exagerado comparando mi apariencia física con la de ellos.

Henry emboza una sonrisa la cual contesto de la forma más fingida posible, me siento tan hipócrita considerando que Henry no me agrada, si bien Brittany tampoco me agrada pero también soy mujer y odio los hombres que hacen ese tipo de cosas.

Oliver voltea a ver en dirección a lo que los ojos de Henry están puestos, y sonríe... esa bella sonrisa. Me da un casto beso en los labios y me abraza por la cintura dejando mi bolso junto al suyo en el suelo, aún no he bajado el último escalón por lo cual estamos casi del mismo tamaño, y aún así me lleva unos cuantos centímetros. Henry sólo nos observa y luego sonríe. ¿Qué diablos estaría hablando con Oliver?

—¿Nos vamos hijos? —pregunta Margot sacándome de mis pensamientos, tintinea las llaves de la camioneta, se acerca a mí y me abraza y yo le correspondo de la manera más tierna posible.

Esposa de mi jefe © (Borrador de la 1era edición - 2016)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora