Parte 75

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Estoy sentada frente a la ventana, como siempre, me gusta estar en este lugar, doy vueltas a mi anillo de matrimonio en mi dedo anular una y otra vez mientras espero que Oliver deje ese su trabajo de una buena vez. Tengo cosas que contarle y creo que necesitamos un respiro.

—¿Oliver? ¿Ya? —pregunto, sin voltear a verlo, sólo escucho el sonido del teclado de su computadora.

—Amor, diez minutos.

—Eso me dijiste hace veinte —bufa, volteo levemente mi mirada hacia él y está viéndome con desaprobación.

—Alex, no me estreses —menciona, suspirando. Vuelvo mi mirada a la ventana y continúo viendo el arbusto que hasta ya me sé de memoria.

—Lo que estás haciendo es demasiado —digo, luego de unos minutos, sin quitar mi mirada de aquel arbusto, sigo jugando con mi anillo de matrimonio, estoy desesperada, desde hace media hora estaba lista y justo cinco minutos antes de salir recibió una llamada y se plantó frente a su computadora.

—Dijiste que me apoyabas —dice, mientras continúa tecleando.

—Y lo hago, pero también quiero salir contigo. Estás poniendo tu trabajo primero.

—Alex, eso no es verdad, sólo quiero terminar esto, luego soy todo tuyo, ya sabes que no me gusta dejar cosas pendientes. Las cosas están yendo bien.

—Para ti.

—¡Alex! —exclama, cerrando su laptop —Por favor, mañana tengo una exposición y lo que menos quiero son discusiones.

No digo una palabra, sólo lo observo, abre su computadora nuevamente y suspira comenzando a teclear otra vez, intento ser comprensiva, después de todo de eso se trata el matrimonio. Me siento a la par de él sobre la cama mientras lo espero, reposando mi cabeza sobre su hombro. El recuesta su mejilla en mi coronilla.

—Mi amor, lo siento ¿si? —deposita un suave beso en mi cabeza que me hace sonreír —sólo déjame que termine esto y luego vamos dónde tú quieras mi princesa ¿De acuerdo?

No me queda de otra más que asentir y esperar. Miro el reloj en mi muñeca izquierda, él mismo me lo había regalado la semana anterior, ya han pasado cuarenta minutos desde que me dijo eso y él está hablando por teléfono. Veinte minutos después el sueño me está venciendo, pierdo cualquier esperanza de poder salir y me quito la cazadora de cuero blanca, me recuesto sobre la cama, pero llama mi atención el momento que Oliver termina la llamada y cierra su laptop, pero era sólo para llamar a otra persona, suspiro mientras lo observo hablar viendo por la ventana, se recarga con su mano libre sobre el marco de la ventana. Aproximadamente unos diez minutos después me quedo dormida.

**********

Unos besos húmedos sobre mi espalda me estremecen, abro los ojos y de inmediato la claridad golpea mi visión, parpadeo varias veces para acomodarme a la luz, el cosquilleo me provoca una leve risa.

—Oliver, basta —río suavemente, él continúa el recorrido con sus labios, sus piernas están a cada uno de mis costados.

—Mi amor, traje tu desayuno —frunzo el ceño, volteo levemente lo que hace que él se levanta, bajo mi blusa. Y ahí está el desayuno a la par mía.

—¿Es en serio? ¿Hasta una rosa? —cuestiono y él arquea sus labios suavemente.

—Cariño —despeja un mechón de mi frente, llevándolo detrás de mi oreja—En serio lamento que no pudimos salir ayer donde querías, estaba bastante ocupado, pero hay buenos resultados...

—Está bien —interrumpo, sentándome sobre la cama —dices que es sólo un tiempo y voy a esperarte las veces que sea necesario —arqueo una de las comisuras de mis labios tomando el desayuno y poniéndolo sobre mis piernas.

Esposa de mi jefe © (Borrador de la 1era edición - 2016)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora