Parte 22

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Nota: En mi perfil de Instagram (@r1aguirre) encuentran chats entre Oliver y David :D en caso de que quieran ir a leerlas, busquen en mis publicaciones.



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Despierto ya cuando la jodida claridad invade la habitación, pestañeo para acomodarme a la luz y observo que Oliver ya no está, siempre su obsesión por levantarse temprano. Veo por el pequeño balcón, puedo divisar la playa desde aquí, que lindo es este lugar, de inmediato una oleada de aire fresco golpea mi rostro, inhalo cuando veo a Oliver, en una cancha a un costado de la casa, saco de golpe todo el aire que mis pulmones habían guardado, pero no por Oliver, si no por la persona con quién Oliver está jugando baloncesto.

Oh por Dios.

Es Raymond.

¿Oliver con Raymond? ¿Qué diablos....?

Ambos están riendo.

Esto no es bueno...

No sé ni en cuánto tiempo me cambié, lavé mi cara y mis dientes, peiné mi cabello y puse un poco de maquillaje en mi rostro para no verme adormilada, cuando me percaté ya iba en dirección a la pequeña cancha.

A paso rápido voy  hacia ellos, ambos me ven, Oliver sonríe, mierda, algo vergonzoso le comentó sobre mí, crecimos prácticamente juntos, éramos vecinos, sabe muchas cosas penosas de mi persona y en Oliver no es normal sonreír.

—¿Qué tal, Alex? —saluda Raymond al verme llegar, mi entrecejo está fruncido y miro a ambos con desconciero, simplemente hago un gesto con mi cabeza a manera de saludo y llevo mi vista Oliver quién se acerca a rodearme con sus brazos y apegarme a su cuerpo—Bueno, muero de hambre, iré adentro a ver qué encuentro de comer, los veo después —Raymond se retira un poco incómodo, mientras le devuelve el balón a Oliver y él se separa un poco de mí para tomarlo.

—Claro, adiós amigo —¿Amigo? ¿De cuánto me perdí mientras dormía? Vuelvo mi mirada de confusión a Oliver quién mira alejarse a Raymond y vuelve a postrar sus ojos en mí.

—Raymond es agradable —menciona, mientras rebota el balón ¿Como dices que dijiste?

—¿Qué estaban hablando? —me cruzo de brazos, necesito saberlo.

—Bueno, me estaba contando sobre tu conejo que murió y lloraste por tres meses —¡ah! No puede ser.

—¿Señor Bigotes, Pancho, Claudio, Robertina, Sam o Casimiro? —Oliver me mira y ríe.

—¿Qué? ¿Alex es en serio? —Mis conejitos, aún los extraño. Tomo el balón de sus manos y lanzo a la canasta, encestando —Me dijo que tienes habilidad para escribir historias ¿Por qué no continuaste? ¿Porqué escribir simplemente artículos y no libros'

—No lo sé, creo que perdí la inspiración cuando mi padre me decía todo el tiempo que eso no era una profesión.

—Por Dios, dile eso a Shakespeare... o a Paulo Coelho... o a J. K. Rowling —que bueno que hay gente que lo entienda, pero mi padre no.

—Mi padre decía que eso es una pérdida tiempo y si me miraba escribiendo algo simplemente se deshacía de lo que sea que escribía sin consultármelo.

Oliver frunce el ceño y me mira con intriga.

—Debe de tener algún motivo por el que haya sido así —simplemente me encojo de hombros.

—¿Entonces ya no estás celoso por Raymond? —Pregunto sonriendo, tomando el balón de sus manos y rebotándolo.

—¿Qué? Yo no estaba celoso por Raymond —resopla ¡no! ¡claro que no!

Comienzo a rebotar la pelota y Oliver intenta quitármela, y lo logra ¿Diablos! Esto me será difícil, encesta. Me mira con cara victoriosa, maldito Oliver, no voy a perder ante él. Amarro mi cabello en una coleta que traía en mi muñeca, ahora sí ¡Alex en acción!. Le arrebato el balón y si, punto para mi ¡ah! recuerdo mis viejos tiempos en la secundaria.

—¿Y por qué terminaron? —¡Ah! ¡Joder! Oliver es peor que doña Candelaria la vecina que teníamos antes que don Juancho, estaba todo el tiempo al pendiente de lo que pasaba en el apartamento de nosotras.

—Porque él quería ir a la universidad, pero en realidad quería irse a vivir con tu prima, así que ella ya me conocía.

—¡Pero qué interesante! —exclama —pero, a decir verdad tú eres una mujer....

—¿En serio jefe?... ¡Y yo que creí que era un alienígena!

—Iba a decir una mujer hermosa pero no me dejaste terminar, Alexandra —me mira con desaprobación y ríe —No puedo contigo, enserio —niega con su cabeza mientras lleva sus manos a su cintura.

Encesto otra vez, haría un baile victorioso pero no enfrente de Oliver, no señor, ya de por sí debe creer que no soy normal, voy por el balón bajo su atenta mirada.

—Esa no se vale, me distrajiste —se defiende, intenta quitarme el balón pero no le dejo.

—Camarón que se duerme...

—Corazón que no siente....

¿Qué? Lo observo curiosa con una amplia risa ¡Claro! ¡Pero la loca soy yo! En un ágil movimiento me arrebata el balón y encesta.

—El que enceste el último punto gana —dice, tomando el balón con ambas manos —te daré la delantera —menciona, lanzándome el objeto esférico, al tomarlo comienzo a rebotarlo, él se abalanza a quitármelo, entre jugueteo y jugueteo con el balón nuestros rostros quedan muy cerca, sus enormes y musculosos brazos me rodean y me acorrala contra la pared, sus bellos ojos me miran tan profundamente, puedo sentir nuestros alientos mezclarse de la cercanía de nuestros labios. Sin pensarla más, me besa, un rico beso apasionado y juguetón, hasta el sudor de este tipo huele divino... Y como era de imaginarse... Me arrebata el balón y encesta.

—¡Maldición Oliver! ¡Eso no se vale! Me usaste — balbuceo entre risas, él sólo se carcajea mientras lleva su mirada victoriosa hacia mí.

—Gané —menciona, sin más. Maldito.

—¡Ya verás! —espeto, corro tras él y él corre hasta llegar a la puerta de la casa, Ahhh ¡demonios! El cardio no es mi fuerte, malditas hamburguesas pero las amo. Con la respiración entrecortada le saco el dedo medio desde el otro extremo de donde estoy y él ya en la puerta de su casa me devuelve el mismo gesto con su mano.

No puedo evitar reír, maldito, me las va a pagar.

Esposa de mi jefe © (Borrador de la 1era edición - 2016)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora