Capitulo 19 - No fue tu culpa

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Capitulo 19 - 

No fue tu culpa


Dos días y La Cumbre lucia verdaderamente activa, por primera vez en mucho tiempo; con nuestra llegada, hombres y mujeres, muchos más que la última vez que estuvimos allí, se nos unieron. Tomaban el entrenamiento con la resp

onsabilidad y seriedad que lo merecía. Sasha, Helena y yo nos encargábamos de dar las lecciones en manejo de cuchillos, machetes, pistolas y rifles. Mi compatriota estaba más que contenta cuando nos reencontramos, al igual que yo. Ella tomo parte en ayudar a preparar a la gente, sabia bastante de armas, más de lo que hubiera imaginado, pero claro, había tenido a Jesús como maestro durante mucho tiempo por lo que era bastante obvio.

Maggie ayudaba con la expansión de la comunidad y la siembra de cultivos. Las cosas estaban mejorando, la vida inundaba todo, no solo los cuerpos que se movían atareados e involucrados fervientemente en sus tareas, sino también la tierra, de la cual cada vez nacían nuevas y mejores siembras.

Daryl se dedicaba solo a preparar flechas para su ballesta, ayudaba a Jesús con el armamento y la recolección, pero no entrenaba a nadie. Evitaba a la gente, agradecí que al menos no me evitara a mí, pero tampoco me decía lo que le ocurría. Fue evidente como al llegar a la Cumbre el de pronto se apagó, como conteniendo algo en su pecho, una presión. Solo lo había visto así el día que escapamos del Santuario y ahora necesitaba encontrar el porqué de su actual actitud. De a poco me fui dando cuenta del origen de ese malestar que lo acosaba día y noche; Maggie, Glenn, la culpa, ni siquiera la miraba a los ojos, la esquivaba completamente, ni la palabra le dirigía.

Me sentí inútil, afligida por el pero no podía interferir, esperaba que con el tiempo ella lograra quitarle aquel peso; el que él, tan dura e injustamente, se había cargado encima. De vez en cuando lo veía pasearse por las tumbas, descansar allí por unos minutos para luego volver a sus tareas. Siempre, de una manera u otra, ambos necesitábamos pasar por el lugar, necesitábamos sentir que, desde donde fuera que estuvieran, nos apoyaban, nos protegían y nos daban fuerzas para seguir con la lucha. Por mi parte, me sentaba junto a la tumba de Glenn y a veces le contaba de mis días, como solía hacer en nuestras charlas en Alexandria; me parecía que había sido hacía muchos años, todo tan lejano, tan gris. No podía creer estuviera allí, de esa forma; Glenn, aquel chico asiático, el primero que con una sonrisa me regalo su amistad sin siquiera conocerme.

Por su parte, el estúpido de Gregory se recluía en su despacho a beber whisky como un imbécil, sabía que Maggie le estaba desplazando como figura líder de la comunidad, ella se lo había ganado. Había nacido para ocupar ese lugar, la manera en que se dirigía a la gente, en la que los alentaba y los empujaba a ser mejores, a crecer como comunidad. El tipo se veía amenazado y yo solo esperaba que no cometiera una estupidez. "Los que parecen cobardes son los peores, nunca lo olvides" solía advertirme mi madre, y tenia razón, mas de una vez lo comprobé pero esta lo mataría, sin titubear.

- ¡Los Salvadores están llegando! – la voz del vigía se oyó desde lo alto del puesto. Rápidamente, todos abandonaron sus tareas y se prepararon para recibirlos. En la huida note que hacía unos largos minutos que no veía a Sasha por allí, ¿Dónde estaría? Sabía que había ido hasta su tráiler en busca de algo pero no regreso.

Enid nos pidió que la siguiéramos, Daryl se unió a mí y a Maggie, para juntos ocultarnos en el sótano de la gran casona, lugar donde se almacenaban los vegetales y hortalizas. Los camiones ingresaron veloces llenando de polvareda el aire; de a poco los Salvadores descendieron, intoxicando el lugar con su olor a cerdos inmundos. Daryl se quedo de pie detrás de la puerta mirando por la rendija que daba hacia dentro de la casona. Todos estaban afuera del despacho de Gregory, el muy cobarde salió a recibirlos casi con reverencias y conversaba con Simón como si fueran grandes amigos, los falsos cabrones.

Mirror of His SoulWhere stories live. Discover now