Capítulo veintitrés.

81 5 9
                                    

La mañana pintaba bien hasta que escuché a mi madre llamarme desde la cocina.

-¡Matthew!- solté un grito ahogado.

-¿Qué pasa?- dijo el rubio con la voz calmada.

Se dió media vuelta y pude admirar su rostro adormecido.

No podía ni pensar en lo que había pasado la noche anterior.

-Joder Ethan, joder.- pensé para mis adentros. Y aún así no me arrepentía de nada.

-¡Hijo! ¿Vas a bajar a desayunar o no?- volvió a llamarme mi madre.

Por los siete infiernos, mi madre no sabía que Matthew había pasado la noche en casa y mucho menos que había dormido conmigo.

Me puse colorado al recordar todo, absolutamente todo.

-¿Ethan?- dijo mi madre del otro lado de mi habitación.

-Ah, sí, ahora bajo.- contesté aturdido. Mi cabeza no daba para excusas y rogaba a todos los dioses que mi madre no escuchara nada.

-Lamento despertarte hijo pero ya es tarde y no me gusta que te pierdas el desayuno.

-Gracias mamá, ahora bajo.

-¿Sólo vienes tú? Despierta a Matthew también que igual hice panqueques para él.

Morí.

Estaba muerto en vergüenza.

Me había asegurado de no soltar ningún sonido extraño, mi madre no podía saber que Matthew y yo lo habíamos hecho, maldita sea que vergüenza, vergüenza es poco para describir lo que sentía.

-Ah, sí, ahora lo levanto.- contesté después de un momento.

Tengo que calmarme, definitivamente tengo que calmarme.

Puede que ella sepa que Matthew durmió aquí, más no que tuvimos sexo, ¿verdad?

Claro Ethan, ella no tiene por qué saberlo, ella estaba dormida.

¿Y por qué importaba tanto que mi madre supiera esas cosas? Después de todo ella misma me había hecho jurar que no hablaríamos de mi vida sexual nunca, que ella estaba en paz tan sólo con que me cuidara.

Y vaya que me cuidé.

Me relajé un poco, lo importante es que Matthew y yo estamos juntos. Fue el mejor cumpleaños de mi vida.

-Matth, despierta ya.- dije y moví a mi novio un poco.

-¿Qué hora es?- dijo tallando sus ojos.
Miré el reloj.

-Las once y cuarto, debemos desayunar.- dije.

-Sí que se nos hizo tarde.- me dijo el rubio guiñando un ojo.

¿Cuántas veces puede morir un ser humano a causa del mismo sujeto?

Matthew se acercó a mí y me planto un beso en los labios.

-Te quiero.- dijo con una sonrisa que iluminó su mirada.

-Yo también te quiero.- dije perdido en sus ojos.

Matthew es la persona que más me gusta en el universo, me gusta su cara, su cuerpo, su cabello, su sonrisa. Pero lo que más me gusta de Matthew es su habilidad para hacerme sentir alguien valioso, alguien que puede tener un lugar en el mundo.

A pesar de tener una sociedad tan cerrada encima, Matthew logra que olvide todo lo malo.

Puedo ser fuerte cuando estoy con él, e incluso mi madre ya me entendía, me demuestra a diario que realmente me ama.

Tengo a Mery Ann y a Phill, encontré un mejor amigo. Los maestros me tratan bien, nadie me mira mal en la escuela.

Se siente como una recompensa, después de todo lo que he pasado, y no lo digo así para que sientan lástima de mí los demás, si no porque todos sufrimos, todos pasamos por cosas dolorosas, pero en algún momento tenemos que ser felices.

Me puse una sudadera y bajé a prisa las escaleras.

-Mamá.- dije.

-¿Si?

La abracé lo más fuerte que pude, la quería sentir cerca, lo más cerca posible.

-Te amo.- le dije a mi madre.

Ella no dijo nada por unos momentos y después me abrazó también.

-También te amo.- dijo con un tono hermoso, con la voz de una madre orgullosa.- te amo mucho hijo.

Pasaron minutos para que pudiera soltar a mi madre y verla a los ojos.

Me secó las lágrimas con su suéter.

-Sí lloras tus ojos se ponen tristes, no me gusta verte triste.- dijo.

Sonreí.

-Me encantan.- dijo una voz al otro lado de la cocina.

-Vaya pero miren a quién tenemos aquí, ¿qué tal dormiste?- dijo mi madre.

-De maravilla.- dijo un Matthew muy sonriente apoyando su codo contra el banco de la cocina.

-No sabía que se había quedado hasta que bajó muy temprano a tomar agua.- me dijo mi madre.

Menos mal. Agradecí a los dioses por eso.

-Se hizo algo tarde y lo invité a pasar la noche, espero no te moleste.- dije.

-Por supuesto que no me molesta, me gusta ver que se llevan bien. Además Matthew es bienvenido a la casa siempre.- dijo mi madre.

-Gracias señora Rose.- contestó Matth.

-No es nada cariño.

-Bueno, vamos a desayunar ¿no?- dije para romper la atmósfera melosa que se había formado.

Nos sentamos a la mesa los tres y encendí la radio, cosa que nunca hacía.

-Esta canción la conozco.- dije en voz alta.

Después de unos segundos supe que canción era.

-My dear lover de Hot Red Air.- solté.

Mi madre me miró con una expresión indescriptible que disimuló rápidamente tomando un sorbo de café.

-¿Qué pasa?- dije.

-No es nada, simplemente no me gusta esa banda.- dijo mi madre desviando la mirada.

La primera vez creí esas palabras y no busqué otro significado. Pero esta vez había sido bastante obvio.

-Mamá, ¿por qué no te gusta Hot Red Air?

Matthew y mi madre me miraron fijamente.

-Es una larga historia.- dijo mi madre.

Suspiró fuertemente y miró por la ventana.

-Una historia tan larga que podría hacer un libro con ella.



BOYS (PENDIENTE EDITAR)Where stories live. Discover now