Capítulo siete.

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-Aini despierta.- La voz de mi madre sonaba en mi cabeza como un sin fin de campanas vibrantes. 

-¿Qué pasa?- dije aún medio dormido.

-¿No lo recuerdas? Hoy es Navidad,- dijo mi madre entusiasmada.

Había olvidado la fecha favorita de la gente, o al menos de la mayoría, para mi era Halloween y lo más importante es que había conocido a Matthew esa fecha. Sentí nostalgia al recordar ese día, la fiesta, la gente, me sentía tan bien.

Y el primer beso que tuve en mi vida, jamás le diré a Matthew que fue con él.

Me avergonzaba tanto, tenía veintiún años y no había besado a nadie en la vida. Las personas normales lo hacían desde los doce ¿no?, pero yo era un fraude para loa sociedad.

-¿Vienes a comprar conmigo o te quedas?- dijo mi madre.

-Iré si me dejas bañarme.- dije levantándome de la cama.

-Tienes veinte minutos.

-Vale.

Tomé una ducha rápida y salí a trompicones del baño. Me puse un suéter negro y pantalones deportivos del mismo color. Las horribles botas de lana que me había regalado la abuela eran mi último recurso. Bajé a la velocidad de la luz y mi madre me miró sorprendida. 

-Dieciocho minutos, bien hecho.

-Gracias.- dije.

Mi madre me miró detenidamente.

-Ese suéter resalta el color de tus ojos.- dijo.

-No sabía que el negro resaltaba el azul.

-Bueno tus ojos son casi transparentes y tu cabello es muy oscuro así que resaltan con tu piel de porcelana.- dijo mi madre exagerando la voz.

-Basta de halagos, todo lo saqué de ti.

-Puedo agradecer a los dioses por eso.

-Aunque tu eres tan delicada.- dije con la voz baja, pero aún así mi madre pudo oírme.

-Sí, siempre he parecido así.

-Yo no parezco una chica.- dije sin pensar mucho.

-Ni cuando naciste parecías una.

-¿En serio?- dije sorprendido.

-En serio,- mi madre reía,- tus abuelos creían que eras varón hasta los doce.

Ambos nos reímos. Podía recordarlo, era cierto.

-Siempre lo supe, Aini.

Mi madre me sonreía con ternura. Hizo un gesto con la cabeza y salimos a comprar.

-¿Qué te parece este?- dijo mi madre sujetando un vestido.

-El negro está más bonito.- dije.

Mi madre comparó los vestidos, sé que el dorado le gustaba más, pero el negro le quedaba mejor.

-De todas formas mamá ¿por qué tenemos que comprar ropa? nunca salimos en Navidad.

Mi madre sonreía de oreja a oreja. 

-Ay no...

Yo no quería confirmar mis sospechas, pero de todas formas ella lo hizo.

-Iremos a casa de tu tía Katherine.

No, no, no, por favor trágame tierra. 

Puse cara de pocos amigos y mi madre me tomó de los hombros.

BOYS (PENDIENTE EDITAR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora