Capítulo once.

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-¿Seguro que quieres ir así? Pareces un vagabundo.- dijo Mery Ann arreglando la camiseta, que le había prestado, para ajustarla a su figura.

-No tengo ningún problema con salir así.- dije con sinceridad.

Llevaba unos vaqueros azul claro, una camiseta negra, muy grande incluso para mi, y mis deportivas favoritas. Y me sentía bien.

-Déjame ver tu guardarropa.- dijo Mery Ann con una ceja levantada.

-Adelante.- dije y me aparté del camino.

Mery Ann hizo y deshizo mi habitación entera. Habían zapatos, pantalones, camisas e incluso ropa interior por todas partes.

-Ponte esto.- dijo y me tendió una manga larga rayada.

-Los vaqueros están bien, pero tus tenis no me convencen, ponte estos.

Terminé poniéndome otro pantalón más ajustado.

Mery Ann decidió que era buena idea cocinar tostadas de miel y le seguí el juego pues tenía hambre de a montones.
Para mi sorpresa no incendiamos la cocina.
Salimos de mi casa después de tomar el desayuno.

-Recuérdeme ¿por qué te dejé conducir?- dije con ambas manos aferradas al asiento. 

-Porque no sabes como llegar a donde vamos y porque me amas, es obvio.

-No te amo.- dije algo sonrojado.

-No puedes negar los sentimientos del corazón.- dijo ella con un acento muy peculiar, propio de Francia.

-No es negar si se dice la verdad.

-Jackson sólo acepta que me amas al menos un poquito.

-Pues...- dudé,- no te odio.

Mery Ann bufó.

-Mezquino.- soltó.

-No uses palabras que no entiendo.

-Jackson ¿no fuiste a la primaria?

-¡Oye!

-Significa que careces de sentimientos nobles, que no sientes afecto y eso.- me explicó Mery Ann.

-No es verdad,- solté mi queja,- puedo sentir afecto.

-Eres raro.- dijo Mery Ann después de un segundo muy largo.

-Dime algo de lo que no esté enterado.

Después de casi media hora de viaje llegamos a un gran museo del cuál no tenía la menor idea de su existencia.

-¿Este lugar en serio existe?- dije admirando la bella arquitectura del edificio y las plantas que a este cubrían.

-Si que si.- dijo Mery Ann.

-Es increíble.

-Lo sé, pero eso no es lo que quiero mostrarte.

Tomó mi mano y me llevó al interior del museo.
No podía creer lo que estaban presenciando mis ojos.

-¿Quién hizo esto?- dije con dificultad. Incluso me dieron ganas de llorar.

BOYS (PENDIENTE EDITAR)Where stories live. Discover now