Capítulo dieciocho.

91 6 3
                                    

-Mamá ¿crees que estoy loco?- dije con la mirada perdida mientras tomaba el desayuno.

Mi madre se acercó al comedor con cara de pocos amigos.

-Ni se te ocurra.- dijo apuntando mi cara con su perfecto dedo índice.

-Oh, no es que lo crea de verdad, pero últimamente he tenido unos sueños extraños.

La expresión en el rostro de mi madre se relajó.

-¿Qué clase de sueños?- su tono denotaba verdadera curiosidad, por lo que me tranquilizó saber que le estaba pidiendo opiniones a la persona correcta.

-Bueno unos en donde un chico pelirrojo practica una especie de vudú conmigo.

-¿Y ya conocías a Phill cuando eso ocurrió por primera vez? Quizás tú subconsciente está jugando contigo.

-No puedo recordar si ya lo conocía, pero no había pensado en Phill, que gran idea.

-¿Qué más pasa en tus sueños?

-Mmm me ha llamado Ethan, también mencionó a un tal consejo de almas y que yo tenía una segunda oportunidad, algo así.

Mi madre estaba notoriamente asimilando algo.

-Ethan es el nombre que había elegido por si al nacer eras varón.- dijo al cabo de unos minutos.

-Me gusta ese nombre.- dije.

Mi madre sonrió al apretar mi mano.

-Bueno y además de pelirrojo ¿cómo es?

-Utiliza ropa propia de la Inglaterra Victoriana y lleva una muñeca de porcelana con él. Pero lo que más me intriga es que la muñeca se parece a mi y antes de tener el accidente habían dos cicatrices bajo su pecho, simulando que era el mío, después de el accidente las cicatrices en la muñeca desaparecieron.
Por eso no sé si estoy loco, pero realmente creo que me estaba diciendo el futuro.

Ambos nos quedamos callados por un segundo eterno. No estaba seguro de querer tomarle mucha importancia al asunto pero llevaba inquietándome un tiempo.

Mi madre tomó mis dos manos y las apretó con fuerza. Sus ojos eran demasiado profundos y puros.

-Hijo, existen personas que nacen con ciertas habilidades. No creo que estés loco, simplemente eres diferente a los demás, tienes un don.

No sabía si sentirme bien con esa respuesta pero era mejor a creer que una buena terapia era la solución.

-Y quizás ahora que eres mayor tengas la capacidad de entenderlo.

Mi madre estaba demasiado tranquila, como si hubiera estado esperando tocar este tema.

-Mamá, ¿ya me había pasado antes?

Cuando realice mi pregunta la expresión de mi madre se agrietó y dió un gran suspiro.

-Tenías siete años, ocho quizás, cuando me hablaste de un señor con sombrero que siempre te estaba persiguiendo. Al principio pensé que se debía a tu corta edad y gran imaginación, pero tú seguías insistiendo en que era real. Entonces comprendí que eras como tu abuelo.

-¿Mi abuelo?

-Estas cosas son más comunes de lo que crees, pero no por eso significa que le pase a todo el mundo.
Tu abuelo es uno de tantos, él igual llegó a pensar que estaba loco, pero al final resultó ser sólo un don.
No importa tu religión, tu cultura o tus creencias, siempre existirá alguien con el poder de ver más allá de lo evidente.

Mi madre me dejó con muchas más preguntas, pero al menos tenía una nueva noción de las cosas y me sentía bien.

Al fin y al cabo ¿qué tan malo podría ser?

BOYS (PENDIENTE EDITAR)Where stories live. Discover now