Capítulo diez.

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Esos ojos, yo conozco esos ojos...

Recordé a la pequeña Georgina cuando cenaba, tomé una galleta del tarro y pensé "conozco esos ojos."

Quizás no le di mucha importancia porque al segundo siguiente estaba en la sala viendo un programa de cocina, irónicamente. 

Ya eran las once de la noche y no había recibido ni una llamada de Matthew, ni un mensaje, no sabía si al menos seguía con vida.

Revise mi teléfono.

84% de batería.

Me venía, desconecté el teléfono y volví a la cocina a buscar jugo. Mi mente estaba en total estado de relajación, no pensaba mucho, divagaba de tema en tema incluso estando completamente solo.

Pero al pensar eso dejé de sentirme en paz, tal vez no estaba del todo solo.

Nunca había pasado una noche solo en casa, siempre había alguien conmigo ya que a mi madre le afligía mucho dejarme en casa sin nadie a mi cuidado. Me asomé por el comedor y aseguré la zona.

No había nadie más que yo.

Busqué en mis contactos a Matthew, pero antes de que pudiera apretar el botón verde y marcar mi teléfono recibió una llamada. Era Mery Ann, ¿qué podría querer a esta hora?

-¿Hola?- dije con un ligero tono de confusión.

-¿Jackson?- dijo Mery Ann con la voz baja.

-Sí, ¿qué pasa?- dije.

-¿Puedo ir a tu casa?- dijo ella.

Tenía muchas preguntas que hacer al respecto, pero decidí que no era el momento, podría ser urgente. 

-Claro.- contesté al fin.

-Gracias, llego en veinte.- colgó.

¿Qué podría ser? Mery Ann nunca pedía permiso para ir a mi casa aún fueran las tres de la madrugada.

¿Por qué ahora sí lo hizo?

No quería preocuparme antes de tiempo así que me relajé y preparé café, a Mery Ann le gustaba mucho el café y a mi también. 

Estaba lloviendo un poco, me preguntaba cuándo llegaría Mery Ann cuando sonó el timbre. Me asomé a la ventana, era ella.

-Pasa.- dije mientras le abría la puerta.

-Gracias Jack.- dijo.

Subimos a mi habitación, cada uno con una taza de café y galletas.

-Y bien ¿qué sucede?- dije.  

Ella desvió la mirada. Me causa conflicto verla así ya que ella siempre es tan extrovertida.

-¿Pasa algo malo?- pregunté mientras la obligaba a sostener mi mirada.

-No es malo, creo.- contestó. 

-Entonces si no es malo, no se me ocurre nada que pueda tenerte en este estado de conmoción tremendo.

-No estoy conmocionada.- objetó.

-Vamos, dime.

Mery Ann tomó aire y se estiró a lo largo de mi cama.

-Es Phill.- dijo.

-¿Qué pasa con Phill?

-Creo que está enamorado de mi.

Por alguna razón no lo dude.

-¿Quién no lo estaría?- dije.

-Conozco un par de personas.- dijo y me dedicó una mirada perspicaz.

-Matthew y yo no contamos.

Se rió a carcajadas ante mi comentario para luego recuperar la compostura. Se levantó de la cama y se sentó en mi escritorio. 

-No creo estar enamorada de él.- dijo con resignación. 

-¿Por qué?- dije.

-Porque el amor apesta, Jackson.

-María Antonieta, el amor no apesta.

-Lo hace para mi,- dijo en un bufido,- y no me llames así.

-Lo siento.

Comenzó a dar vueltas por toda mi habitación y la frustración estaba marcada en su rostro.

-Me estoy volviendo loca, es que no lo detesto, pero tampoco lo quiero para toda la vida, me gusta estar con él, pero no a cada momento.

-¿Y por qué sufres ahora? siempre has sido así. 

Mery Ann abrió los ojos de par en par. Estaba sorprendida puesto que era verdad.

-Tienes razón, siempre he sido un asco en el amor.

-Entonces ¿no crees que si te aflige tanto que Phill te ame no significa que lo amas también? Tal vez no quieres aburrirte de él porque te agrada de verdad.

-Jackson podría besarte en este momento.- dijo con una seriedad que me erizó la piel.

-Por favor no lo hagas.- dije.

-¿Sabes? Puede que sea verdad, quizá no quiero lastimar a Phill.

-Ahí está, puedes intentarlo.

-Pero me asusta.

-A todos nos asusta el amor, tranquila, tienes que aprender en algún momento.

Mery Ann se sentó a mi lado, dejó reposar su cabeza en mi hombro y se llevó una galleta a la boca.

-Sólo no quiero salir herida.

-No dejaré que te lastimen.

-Por eso eres mi persona favorita.- dijo y me besó la mejilla.

Sonreí. 

Mery Ann igual era mi persona favorita, una de ellas. Ella siempre sabía cómo subirme el animo y nunca me abandonó en los momentos difíciles que básicamente adornaban mi vida. Esperaba que, al igual que yo, se diera la oportunidad de querer a alguien más y dejar que la amen. 

-¿Puedo quedarme a dormir?- dijo sosteniendo su taza media vacía. 

-No tienes que seguir preguntando, nunca te negaré nada.

-No digas cosas peligrosas Jack, te puedes meter en problemas luego.

Lo pensé un momento.

-Vale, entonces corrijo, no tienes que preguntar ya que esta es tu casa.

-Sigue siendo peligroso.- dijo riendo. 

-Ya basta mujer, veamos una película.- dije.

-Perfecto.- contestó.

La noche se hizo eterna en compañía de Mery Ann, teníamos tantas cosas de las que hablar que sólo alcanzamos a ver los créditos de la película.

Y en algún momento de la madrugada nos quedamos dormidos. 









BOYS (PENDIENTE EDITAR)Where stories live. Discover now