¡Auch! Mi cuello.

—Alex, acepta, trabajaremos juntas. Y esto será grande ¿Sabes quién es William Aronofsky? Hasta ha ganado un Oscar. Y es algo que tú amas hacer —ella comienza a caminar con mi mano enlazada con la suya —por cierto, te envié fotos de tiaras el otro día, no me dijiste cuál te gustaba más.

Continúo caminando analizando lo que acaba de pasar, ahora que mi cerebro lo capta, tomo a Natalie de su antebrazo y la giro hacia mí.

—Natalie, me acabas de conseguir empleo como guionista, en este programa.

—Por supuesto, la primer persona que pensé fue en ti y que te gustan todas esas cosas diabólicas como las llama tu madre.

Chillo, yo... yo... la amo, la abrazo fuertemente, es algo así como mi trabajo soñado.

—Natalie, te amo ¿Lo sabes?

—Sí, no le digas a Oliver porque lo más seguro es que mande a matar —sonríe graciosa y se separa un poco de mí.

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Espero a Natalie mientras recoge sus cosas cuando escucho mi celular sonar, lo saco de mi bolsillo mientras observo al interior de una máquina de sodas.

—¿Oliver? —digo, al descolgar.

—Alex ¿Dónde estás? —ahora si recuerda que existo.

—¿Ahora si te acuerdas que tienes esposa? —suspira.

—Alex, por Dios.

—Me dijiste que almorzaríamos juntos —riño, apartando algunos mechones de cabello de mi rostro.

—Alex... me invitaron a almorzar unos socios, puedes preguntarle a Dav...

—Me vale una mierda David —interrumpo —No te tomaba más de dos minutos enviarme un mensaje que no ibas a poder llegar.

—Mi amor, mejor hablemos esto en persona, llego por ti ¿Dónde estás? —me debato entre decirle o no, porque la verdad estoy molesta —¿Alex...?

—En el set de filmación donde trabaja Natalie.

—Bien, dame unos quince minutos.

Pero no, ya van veinte minutos y él aún no se aparece, cuando ya me había acostumbrado a su frase "15 minutos para mí son 15 minutos" esto es estresante. Saco mi teléfono celular mientras deposito un billete en la máquina de soda, desde hace rato esta jodida máquina me está llamando. Pero... no pasa nada ¿Dónde está mi soda? Observo alrededor de la máquina y no me había percatado del jodido papel sobre ella "Maquina Dañada" ¡Maldición!

—¡Maldita sea! ¡Jodida máquina! Devuélveme mis cinco dólares — comienzo a sacudirla — Hija de puta.

En ese instante escucho unas risas a la par mía, vuelvo mi mirada al sonido y Matthew está ahí con una expresión de diversión en su rostro ¡Genial! Y yo diciendo malas palabras ¡Qué vergüenza! Dá un golpe a la máquina y la estúpida soda sale ¿Porqué no pensé en la violencia? Toma la soda y me la extiende, sonrío apenada y la tomo.

—¡Gracias! —exclamo, forzando una sonrisa mientras rasco la parte trasera de mi cabeza.

—Tú eres la que piensa en violencia todo el tiempo y no se te ocurre usarla aquí —menciona, mostrando esa perfecta sonrisa suya.

En ese preciso momento escucho la puerta principal abrirse, miro por sobre el hombro de Matthew y ahí viene Oliver, sip, es como si alguien le dijera cuando un hombre se me acerca, siempre hablando por teléfono y al ver a Matthew frente a mí, cuelga la llamada y camina hacia nosotros a paso firme ¡Seee! ¡Ahí si no importa con quién esté hablando! Se acerca a mí depositando un beso en mis labios, mira a Matthew quién sólo le esboza una sonrisa.

—Un placer verte, soy Matthew Hayes, creo que nos conocimos en Miami—Oliver frunce su entrecejo y relaja sus facciones al parecer lo ha recordado.

—Ya recuerdo —Matt extiende su mano a Oliver, y él la mira por unos cuantos segundos tomándola finalmente, pasa su mano por mi cintura y me encamina hacia la puerta de salida. Siempre logra poner a Matthew incómodo, sí, es lo que le gusta a él.

—No puedes estar sola unos minutos porque ya tienes buitres encima —dice, mientras abre la puerta del copiloto de su auto, quito la mirada de mi celular y la llevo hacia él.

¿Minutos? ¡Claro!

—Es Matthew —suspiro y subo al auto sin ningún tipo de expresión, ya quiero llegar a casa y dormir.

Comienzo a textearle a Natalie para que sepa que Oliver vino por mí, él rodea el auto y se sube del lado del conductor cuando Natalie me contesta "ok, el rubito y yo llegaremos por la noche" ¿El rubito? Sonrío, cuando Oliver toma mi celular y lo mira, frunzo mi entrecejo y lo pone en mis manos de regreso. Ruedo mis ojos exasperada.

Al llegar a casa, comienza a contarme de las cosas de su trabajo mientras preparo la cena, Rosa se fue temprano porque una de sus hermanas está de cumpleaños, me alegra saber que todo para Oliver va bien, aunque no puedo dejar de pensar en el señor Anderson ¿Qué opinará él de esto? Debe estar decepcionado. Aunque no entiendo ni mierda finjo que sí e intento sonar interesada aunque no sé de qué puta habla. Cuando me siento a comer a la par suya, comienzo a contarle de la propuesta que me hizo el director del programa para el que trabaja Natalie pero observo que no me está poniendo atención.

—Parece que logramos más de lo que teníamos pensado —menciona, tiene una sonrisa de oreja a oreja con su mirada puesta en el computador.

—¿Significa que ya me pondrás atención? —enarco una ceja, y él levanta su mirada hacia mí.

—Alex —suspira —yo te pongo atención ¿Por qué dices eso?

—¿Por qué? ¿Todavía preguntas? ¿Qué fue lo último que te dije antes que hablaras? —no dice una palabra, sólo me observa, cierra su laptop, la aparta y entrelaza sus dedos con sus antebrazos sobre la mesa.

—Bien, te escucho... ¿Qué me decías? —lo miro fijamente, las cosas no son así.

—Algún día vas a llegar a esta casa, y yo ya no voy a estar aquí, pero lo más seguro es que no te des cuenta por estar consumido en ese jodido trabajo y tu maldita computadora —sus ojos se agrandan, y me observa mientras tomo mi plato de comida —"con permiso" —menciono, antes de retirarme hacia mi habitación.


Esposa de mi jefe © (Borrador de la 1era edición - 2016)Where stories live. Discover now