—Nata...

—Lo siento, es que no te había visto, no sé desde hace cuanto.

—¿Ayer? —cuestiono, la miro con los ojos entrecerrados ¿Por qué tan feliz, Natalie? Sospechoso.

—Ya lo conseguí —evade mi pregunta —el lugar es estupendo y lo alquilan por unas horas.

Si algo amo de Natalie, es que no importa que tan ocupada esté, siempre me ayuda en lo que le pido.

—¿En serio? ¿El del tipo ese amigo tuyo que tiene el restaurante que le gusta a Oliver? —me cruzo de brazos, mientras toma mi mano y me lleva a jalones hacia su auto.

—Ese mismo, dejarán libre una sala el día del cumpleaños de Oliver. Incluso puedes darle su noche apasionada ahí mismo —golpea mi antebrazo.

—¿Y dónde? ¿Arriba de la mesa? —interrogo y ella suelta una extraña risa, sigo preguntándome ¿Qué la trae de buen humor?

Comienza a cantar una canción que suena por la radio, nunca la he escuchado, pero es una canción de amor actual, continúo viéndola con mi ceño fruncido. Llegamos al set de filmación dónde trabaja, bajamos del auto y ella toma mi mano llevándome a jalones hasta el interior, no puedo dejar de ver esos sus zapatos que parecen las zapatillas de cristal de la cenicienta, pero muchos más altos.

—Alex, no quería decirte esto... pero... tengo que hacerlo —se para de pronto frente a mí y me mira entusiasmada ¡Ha! ¡Por Dios! ¡Está embarazada!

—No me digas que no es de David —menciono suspirando.

—¿Qué? ¿De qué estás hablando?

—Que querías decirme —interrumpo, me cruzo de brazos y la miro con intriga.

—Te aceptaron —grita, y comienza a dar saltitos.

—¿Qué? ¿Dónde? ¡Jesús! Por favor dime que no me metiste en algún concurso de belleza como aquella vez —ella frunce su entrecejo y se cruza de brazos.

—Alex ganaste, agradécemelo.

—Sí, gracias por hacerme ver como una plástica en ese lugar y decir estupideces como "quiero la paz mundial" sólo porque lo viste en aquella película que no sé cómo jodido me convenciste a ver.

—Tú eres una malagradecida.

—En fin ¿Dónde me aceptaron? —interrumpo, ya que me diga de una buena vez, ya me miro en al saber cuántos escenarios modelando en una pasarela con altos tacones y cayéndome desde arriba, Oliver se muere.

—Señora Schmitt —la voz de un hombre bastante rasposa nos saca de nuestra plática y ambas volvemos a ver en esa dirección ¿Señora Schmitt? ¿Natalie? Me contengo de reír —¿Es ella? —el señor con cabello grisáceo me mira y acomoda sus lentes. Frunzo mi entrecejo de inmediato.

—Así es, señor Aronofsky—miro a Natalie con curiosidad ¿Qué diablos....?

—El guionista se quebró ambos brazos en un accidente en su motocicleta —que Oliver no escuche eso por favor — y necesitan un reemplazo urgente. Le hablé de ti y le mostré algunos guiones que escribías para torturarme.

—Natalie, en esos guiones todos al final morían —murmuro.

—Alex, no es como que los zombies vivan felices para siempre ¡daahh! —la miro con mis ojos entrecerrados. Y vuelvo mi mirada al señor Aronow...Aronovz... como sea...

—Es un placer, Alexandra, soy William Aronofsky —me extiende su mano y la tomo —El trabajo es suyo si quiere. Creo que tiene una mente bastante creativa. Si se decide, la espero en mi oficina —dicho esto el señor con bigote también gris se retira y continúa hacia unos camerinos. Natalie chilla y me sacude.

Esposa de mi jefe © (Borrador de la 1era edición - 2016)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora