Telas extrañas

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Dos días.

Dos días completos es lo que he pasado sin saber de Zara. La ultima vez que la vi fue durante nuestra breve reunión en su despacho, en dónde fuimos interrumpidos por Harrond.

He pasado mi tiempo yendo a ver a Bold. Está cada vez más contento y eso se puede notar, sus ojos negros brillan con la luz de sol y juro que casi llora cuando por fin lo monté. Fue un buen momento, hacía mucho que no me sentía volar sobre mi caballo.

Kyler ha estado algo ausente, pero por las noches ha venido a verme para ponerme al tanto, parece que todo va bien. No hay señales de los hombres de Tree Camp ni de Skyland. Me dijo que han estado investigando sobre la información que nos dio el hombre de la Torre de las Lágrimas, sobre alguien llamado Taloh pero aún no han podido llegar a nada. Tampoco hay señales de Hernan.

Es extraño tener tiempo para mí mismo. Kyler dice que debería aprovechar para andar por ahí y acostumbrarme un poco más, pero en mi pequeña experiencia, puedo decir que aventurarme allá afuera nunca son buenas noticias. Él tiene razón, tengo una gran habilidad para meterme en problemas.

En lugar de hacer caso a los consejos de Kyler me he estado escondiendo en la misma sala de té que hace dos noches. He estado trayendo los libros que Kyler me dio sobre la historia del reino y del harén. Lamentablemente no he encontrado gran cosa, parece que la historia es más de lo mismo. Sólo guerra y sangre. Y el harén no es diferente, son un montón de reglas.

Por las noches he mantenido un ojo abierto por si veo a la pareja sospechosa de la vez pasada pero no he tenido suerte. Parece que Harrond tiene muy bien escondido su secreto. Tampoco se lo he dicho a nadie, no parece un buen tema de conversación, además no creo que me convenga. Harrond es alguien importante por aquí y las palabras de un simple amante no pesarán en su reputación.

— ¿Lees?

Saco mi nariz del libro empolvado y contemplo a la visión más pura del reino.

Emma se encuentra en el marco de la puerta, más cerca del pasillo que de la habitación. Un vestido café claro cae sobre su cuerpo y una canasta es tomada con firmeza por sus manos. Su cabello besado por el fuego está recogido detrás de su nuca en una cola baja. Nunca me pareció tan bella.

— Lo siento, no quería asustarte

— No me asustaste — agito la cabeza para evitar pensar en su belleza —. Estaba algo concentrado y olvidé por un momento mi entorno

— Debe ser un buen libro

— Ojala

Le sonrío y me levanto caminando hacia ella, mi lado caballeroso me dice que debo ayudarla a cargar esa canasta, parece demasiado pesada para ella.

El amante de la ReinaWhere stories live. Discover now