Cambios de humor

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El mundo se detiene.

O al menos el mío lo hace.

Cada cuerpo que había estado en movimiento hace unos segundos ahora se encuentra quieto. Creo que podemos escuchar caer un alfiler.

Zara se para derecha con las manos unidas por atrás. Sus ojos escanean la habitación con evidente seriedad.

Me gustaría decir que ella no vio en en dónde se encontraba mi mano pero pareciera que es el primer lugar en el que su mirada cayó. Debo admitir que Rain tiene excelentes reflejos, creo que yo todavía estaba procesando la llegada de Zara para cuando ella ya se hallaba parada a mi lado con el vestido arreglado.

Trago ligeramente cuando esa mirada como el mar recae de nuevo en mí, afila sus ojos cerrándolos un poco pero no logro entender su significado.

— Kyler, escolta a Rain a mi habitación por favor — la voz de Zara suena fuerte haciendo eco por la silenciosa habitación —. Los demás pueden volver a sus respectivos cuartos — todos nos levantamos —. Excepto tú, Alexander

Me vuelvo a sentar. Veo a cada uno salir poco a poco, algunos aún desnudos. Rain no me da una última mirada antes de que Kyler se la lleve.

Cuando finalmente nos quedamos solos me siento terriblemente incómodo y confundido. ¿Por qué me quiere aquí? ¿Habré roto una regla? ¿Se habrá dado cuenta de mi completa falta de utilidad en el palacio?

La veo caminar casualmente a pasos cortos por la habitación hasta que se para frente a la chimenea a la izquierda. Su espalda hacia mí.

— ¿No he sido lo suficientemente clara? — habla suave pero me llega fuerte y claro

— Yo... yo...

— Dime Alexander ¿no he dejado claro tu objetivo aquí? 

No soy un hombre de gritos pero casi me gustaría serlo. Su voz sale casi demasiado dulce, suena calmada pero forzada. No la conozco mucho pero puedo decir que su tono no son buenas noticias.

— No entiendo — admito finalmente

— Por supuesto que no — se da la vuelta de golpe y avanza hacia donde estoy con calma —. Me imagino que entender puede ser difícil algunas veces. Ser puesto en uno de los mejores puestos en el palacio debe resultar complicado. Tener comida y un techo no siempre es fácil. Hacer lo que se te dice seguramente debe ser una locura

Mierda. Está enojada. Ahora puedo verlo.

— Quiero aclarar algo, querido — prosigue con la misma voz plana —. Estás aquí por la gracia de tu madre. Si piensas que te quiero por tus increíbles habilidades, te equívocas — comenta sarcástica

— Zara — intento

— ¡No me llames así! — grita pero se recupera —. Te di confianza y un lugar, sin embargo nada parece ser suficiente para ti. Tu única tarea es mezclarte e intentar averiguar quién está detrás de todo.

— Eso estaba haciendo, vine aquí con la estúpida túnica y me senté a conversar

— ¿Eso estabas haciendo? ¿Conversando?

— Dijiste que me mezclara — frunzo el ceño comenzando a perder la paciencia

— Sí, pero eso no significa comenzar a tocarte con la primera que se te ponga enfrente

— ¿Y a ti en qué te perjudica? ¿Por qué te molesta tanto? — me levanto con los puños apretados —. ¿Acaso no ves que estás haciendo una tormenta en un vaso de agua?

— Soy tú dueña y todo lo que hagas me perjudica — responde firme

— ¡¿Qué?! ¿Mi dueña? — exploto yendo hacia ella — Tú no eres nadie, por lo que sé eres una simple sirviente de la Reina. No eres nada para reclamarme. Eres una simple niña mimada que piensa que por su simple belleza puede tener a todos a sus pies — sé que esto último no es verdad, ella misma dijo que no le importan las etiquetas pero estoy enojado —. Así que de una vez te digo — me acerco hasta que mi pecho rosa su cuerpo —. No soy tuyo ni de nadie. No vine aquí para ser un esclavo

El amante de la ReinaWhere stories live. Discover now