12- Calidez

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La cena fue una velada bastante agradable. Pese a que el salón solo tenía un sofá y una televisión, en su otra mitad se hallaba una mesa larga en la que podrían comer unas ocho personas, por lo que decidimos disfrutar de la comida en conjunto allí.

Nunca fui muy fan de las hamburguesas pero las de los restaurantes de comida rápida tenían un toque que me volvía loco, era como si no pudiese parar de comer una vez que empezaba. 

Aprovechando que todos estaban hablando entre sí, pude avisar a Seokjin para que se apartase un momento de la conversación y que se centrase en mi pregunta. Al fin y al cabo, había salido a la calle, y aunque hubiese estado acompañado con alguien de confianza me había dicho que era difícil aunque pudiese disimularlo con soltura. Por suerte, si iba enganchado a su primo solía ir más confiado y no lo pasaba tan mal, o al menos eso es lo que me dijo mientras sonreía a la vez que masticaba la deliciosa cena que nos habían traído.

Aunque todos el día de después teníamos que madrugar, bien fuese para trabajar o para ir a clases, aceptamos la idea de ver una película propuesta por Hoseok. Como si supiese que íbamos a aceptar, había traído unas cuantas de sus favoritas para que pudiésemos elegir entre todos cuál ver. Yo no voté, y Hoseok tampoco, ninguna me hacía especial ilusión pero tampoco me quedaba más remedio que verla por lo que preferí dejar al resto que tomase la decisión en mi lugar.

Finalmente, salió elegida "Memorias de una Geisha".

El problema surgió a la hora de ir a sentarnos en el sofá. No cabíamos ni queriendo. Era de dos plazas, y aunque con suerte cabíamos tres, dos se iban a quedar en el suelo a la fuerza. Por suerte, Seokjin contaba con algo "especial" para ocasiones como aquella.

Nunca antes había entrado a su habitación. Era la puerta que se encontraba al final del pasillo de la casa. Me lo llegó a contar un día, pero pensé que era de mala educación entrar sin permiso, por lo que ni se me había pasado por la cabeza asomarme lo más mínimo. Lo que sí pude ver es que era el lugar más amplio de toda la casa y con diferencia, incluso más que el salón en el que nos encontrábamos, que ya de por sí era grande.

Nos llevó hasta ella diciendo que no tendríamos problema para encontrar un sitio, y así fue. Llegamos a una sala inmensa, no exageraba si decía que era casi la mitad de mi piso. Bueno, quizá un poco sí que exageraba.

Las paredes eran del mismo color que el exterior de la casa, tenían un toque rosado pastel aunque se notaba más que el de la fachada. Por las paredes había colgadas fotografías y cuadros. ¿También pintaba? me empeñé por descartarlo ya que era demasiado para una persona sola. Al rededor de estos se encontraban luces en forma de estrellas que recorrían toda una pared, y una cama de matrimonio que chocaba con una esquina. En medio había una televisión. Era más pequeña que la de el salón, pero igualmente yo no me la podría permitir. Detrás del pequeño mueble en el que se apoyaba el aparato había un escritorio con un ordenador y una estantería a su lado, toda llena de libros que llegaba casi hasta el techo. El armario tampoco se quedaba atrás, todo en ese sitio parecía estar hecho a medida del propietario.

Esparcidos por el suelo, "puffs" de varios colores y de un gran tamaño le daban un toque colorido a lo que ya de por sí era resplandeciente, y no eran especialmente pequeños. En aquel momento fue en el que adiviné el por qué nos había llevado hasta su dormitorio.

-Podemos usar la cama y los cojines, sed libres de coger sitio. -Sin dejarles tiempo a los demás de hacer nada, me encaminé rápidamente hasta la cama y me tumbé boca abajo a lo largo de esta, intentando de decirles que ese espacio era mío y que nadie más lo usase a menos de que yo se lo permitiese. Sabía que a Seokjin no le importaría que mi mala costumbre aflorase de esa manera, y razón no me faltaba.

-Parece que tendremos que quedarnos con los "puffs". Yo quiero el morado. -Nam, seguido por los demás excepto por Jin, fue a recoger su lugar de reposo para ver la película.

Una mano, o más concretamente un dedo, me tocó en la parte de arriba de la espalda repetidas veces, como queriendo que girase mi rostro, por lo que antes de asfixiarme con la almohada hice lo que me pedía.

-Solo hay tres cojines, por lo que tendrás que hacerme un hueco. -Se le notaba feliz, pensé en que la idea de que todos le conociesen fue un regalo para su soledad. Tenía cara de no haber disfrutado tanto en mucho tiempo.

Volví a hundir mi cabeza en la almohada y la moví de arriba a abajo. No me aparté hasta que estaban las luces apagadas, el vídeo funcionando y todos arropados con mantas ligeras. Cómo no, Hoseok y Tae estaban compartiendo una, y a saber dónde tendrían las manos debajo de aquella censura discreta. Nam, por su parte, estaba con las piernas estiradas y con la manta hasta el cuello. Se le salían los pies, cosa que me hacía gracia ya que me hacía pensar en que yo nunca había tenido ese problema.

Finalmente, Jin y yo nos encontrábamos apoyados en la pared, usando la almohada de la cama para dejar descansando la espalda. Si bien no estábamos sentados en la orientación adecuada (ya que el cabecero de su cama se encontraba a mi izquierda) estábamos cómodos igualmente, y pudimos ver el largometraje en la mejor posición posible.

Los primeros minutos de la película habían pasado con normalidad, todos estábamos concentrados y no quitábamos la vista de la pantalla, pero a la media hora más o menos empezaron los problemas para mí. Tae y Hoseok habían empezado a darse cariño discretamente, y pareció que les funcionaba para Nam, pero yo, al no poder apartar mi vista de ellos no tardé en notarlo.

-Seokjin... -susurré a mi amigo para que nadie más se enterase de nuestra conversación. -A veces odio mi vida.

-No digas eso. -intentó consolarme como pudo, se veía que él también se había percatado de los tortolitos que teníamos delante. -Al menos no están haciendo mucho ruido.

-Pero yo les estoy viendo.

-Entonces prueba a cerrar los ojos. -¿estaba insinuando que me durmiera? No iba a mentir, la película estaba la mar de interesante, pero mi aburrimiento crecía por momentos.

-Si cierro los ojos, me dormiré. -tampoco era un gran inconveniente hacerlo, tenía la mochila de la universidad en su casa, y no necesitaba nada más que tuviese en mi casa para el día siguiente.

-No he dicho que no puedas hacerlo. Es más, me han dicho que soy una almohada muy buena.

-Buenas noches entonces. -sin darle muchas vueltas a la situación pasé a apoyar mi cabeza en su hombro. Sí que era cómodo, y sobretodo amplio. Me sentía agradable estando de esa manera. -Y... gracias. Estás haciendo todo lo que tienes en tu mano para ayudarme.

-No hace falta que me lo agradezcas. Me alegra que puedas confiar en mí. -no podía decir que me molestaba que fuese tan buena persona, pero estaba a punto de hacerlo. No se merecía tener aquella... ¿enfermedad? No sabía qué hubiese sido de mí sin él a mi lado aquella noche.

Al poco tiempo de descansar en su hombro, me quedé dormido.

~

Una luz hizo que abriese mis ojos poco a poco. ¿Dónde estaba? Esas no eran mis paredes azules, más bien eran... ¿Rosas?

Cuando enfoqué lo que estaba mirando recordé todo lo que había pasado la noche anterior, y la escena de la pareja en su disfrute hizo que esa mañana no fuese todo lo confortable que me hubiese gustado.

El susto me lo llevé cuando bajé mi vista y finalmente divisé el cabello castaño de la persona que se encontraba durmiendo a mi lado, y que por alguna razón tenía apresada entre mis brazos y piernas, como si fuese una medusa enredando a mi presa para que no se escapase. ¿Por qué estaba tan pegado a él?

Aunque... tampoco era algo que me incomodase.

«Tan malo como parece» - YoonjinWhere stories live. Discover now