18- Piezas

2.4K 433 43
                                    

Agradecí a mis manos el simple hecho de ser mías y de haberlas educado tan bien para que sirvieran como puente entre la realidad y el mundo de la música. Las podía deslizar de un lado a otro del piano sin esfuerzo, se movían ágiles y sin dificultades, no supe muy bien si era por lo que estaba interpretando o porque realmente se me daba bien tocar. Nunca lo supe.

Al calmar al fin mi voz y pasar a la siguiente canción que se me había venido a la cabeza, el chico responsable de mi cena de aquel día se coló a la habitación para darme a probar un pequeño tentempié, quizá esperando mi opinión acerca de cómo le había salido. Pensé que mi ímpetu al comer le serviría como respuesta, y así fue ya que me sonrió y se fue de vuelta a la cocina sin decir ni una palabra, tan silencioso como solía ser. Cuando por fin mi estómago cató lo que la persona que segundos atrás había estado a mi lado, proseguí con aquella canción que estaba dando vueltas en mi mente como si quisiese salir disparada por las yemas de mis dedos.

Su título era "My foolish heart", por Bill Evans. ¿Por qué esa canción en ese momento? No la tocaba desde hacía meses, muchos meses, incluso dudé antes de ponerme a ello de recordar bien cómo eran las notas. No acostumbraba a tocar piezas de Jazz, mi estilo de música era otro, más aún sabiendo que mi pasión era el rap y no lo clásico, pero de alguna manera ciertas obras del género me llenaban por dentro y hacían que mi imaginación se escapase a lugares inimaginables durante el tiempo que el instrumento emitía el ruido que le ordenaba.

No fue hasta que terminé que escuché una voz ajena llamarme al salón para iniciar nuestro pequeño banquete. No reconocía el olor de los alimentos que había preparado, supuse que habría cerrado la puerta para no desconcentrarme y que pudiese recibir mi premio de la mejor manera posible.

Me acomodé en las castañas sillas, donde mi plato se encontraba posicionado en la mesa, que era justo en frente del lugar que había tomado Seokjin. Al destapar el plato hondo que tenía bajo mira no di crédito a lo que mis ojos podían tener el placer de contemplar.

-Es... Tteokbokki. -si esa no era mi comida favorita, poco le faltaba. Aquello fue el colmo de la noche de recuerdos familiares. Primero la canción, después la comida que mi padre me preparaba cuando tenía algo de tiempo y se ofrecía a relevar a mi madre para hacer la comida... ¿Qué sería lo siguiente, ver fotos mías de cuando era un bebé? Si en aquel entonces no me consideraba guapo pese a tener una mejor apariencia, de niño era la cosa más horrenda sobre la faz de la tierra, y no quise ni recordar mi cara de adolescente. Pareció que las palabras "veintiún años" hicieron borrón y cuenta nueva de mi rostro porque el cambio que di no fue ni medio normal.

-Sí, aunque no está recién hecho. Lo había dejado a medio preparar antes de que tú vinieses.

-¿Sabías que le tengo especial cariño a esta comida? Espero que cumplas mis expectativas. -No, no las cumplió, hizo algo aún más. El sabor era totalmente el que recordaba del plato al que tanto cariño tenía, incluso me atreví a afirmar que estaba más delicioso. Terminé de comer casi a la vez que mi amigo, con la diferencia de que mi ritmo normal de comer era la mitad que el suyo. Aquella cena fue un cuadro en perfecta armonía para mi paladar.

Antes de que llegase el esperado momento de descansar y dejar atrás el día, nos quedamos conversando unos minutos después de haber terminado la cena. Básicamente nos resumimos nuestro día, pero no me atreví a contarle lo que había pasado en la casa de Hoseok. Simplemente no era el momento. No es que no tuviésemos confianza pero tampoco era adecuado sacar el tema, aunque con algunas indirectas le dejé caer que ya no me gustaba y que todo había sido una confusión por ser un egoísta sin remedio.

-Tú puedes usar mi cama, yo me quedo en el sofá. -Qué amable por su parte. -Es más calentita y quizá no te pongas mal mañana.

-Me extraña, pero gracias. Me sabe mal ocupar tu casa así como así, y más tu cama.

-Si quieres voy a dormir contigo, no sería la primera vez, "garrapata" -Y ahí volvía su melódica y contagiosa risa. Yo me limité a sonreír tímidamente y a lanzarle una miga de pan a la cara. Quise golpearle, pero no hacerle daño.

-Si te vas a burlar de mí, no, no quiero. -Le hice una mueca sacando la lengua y cerrando los ojos mientras arrugaba la nariz, con intención de parecer disgustado.

Tras aquella conversación me ofrecí a fregar los platos mientras él preparaba las cosas para nuestra estancia en la misma vivienda. Tenía cierta práctica en el oficio ya que lo había tenido que perfeccionar antes de que me otorgasen el puesto de "camarero". De lavar platos a la barra, y de la barra a las mesas. No era mal plan, además de que cobraba más cada vez que me cambiaban de lugar.

~

Giré mi cabeza para encender la pantalla del móvil y ver la hora que me podía proporcionar el aparato.

3:41

Mis tiritones comenzaron antes de lo previsto, nunca me había empezado a subir la fiebre en tan poco tiempo. Aún no había luz exterior y ni los pájaros eran capaces de cantar a una hora tan temprana.

Haciéndome con todas las mantas de la espaciosa cama en la que me encontraba solo podía desear que algo me diese calor y que aunque no funcionase para calmar mi estado, al menos no sufriría tanto lo que me quedaba de noche.

"Seokjin."

"No quiero despertarle..."

"Tampoco me dijo que su habitación era tan fría."

Era ya el tercer estornudo de la noche que procuraba callar con la tan cómoda almohada que me sujetaba la cabeza. Me sentía tan mareado que confundía el derecho del revés, pero me lo tomaba a gracia para distraerme del dolor de cabeza y el frío que cada vez se hacía más grande en mí.

Cuarto estornudo.

No me volví a dormir hasta que, por alguna razón, la cama comenzó a coger calor sin previo aviso. No tenía radiadores automáticos ni nada que se activase porque sí. Entonces, ¿qué fue aquello?

Lo que sí noté antes de volver a conciliar el sueño fue un peso en el estómago, o más o menos por aquella zona y un susurro que se llevó el eco de las paredes invisibles por la oscuridad. 

"No te dejaré solo. No esta noche."

Si la calidez hablaba, era muy tierna. No supe si sus palabras fueron las que me envolvieron antes de dejarme totalmente relajado y preparado para afrontar la noche o fue solamente mi imaginación haciéndome de las suyas. Fuera lo que fuere, hizo que pasase todo aquello lo más confortable que puede pasar uno el estar resfriado a las cuatro de la mañana.

«Tan malo como parece» - YoonjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora