41- Atardecer

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Mi sentimiento de aislamiento duró el tiempo que tardamos en comenzar a divertirnos.

Nada más terminamos de comer, mientras Namjoon fue a guardar las cestas y manteles con ayuda de Hoseok, el más pequeño del grupo comenzó una guerra de la que no podía escapar.

Empezó tirando granitos de arena a su pareja. Al principio iban de uno en uno, y Jimin estaba tan concentrado en la conversación con Seokjin que no se estaba dando cuenta. Mientras tanto, los restantes nos quedamos mirando expectantes para observar cuál de las reacciones que teníamos en la cabeza acabaría por manifestar. Sin embargo, no fue hasta que le empezó a apuntar a los mofletes que finalmente giró su vista hacia él, con una ceja levantada y una mueca dibujada en sus labios. Hasta que el culpable y los cómplices no reímos, no empezó el verdadero desastre.

Seokjin salió corriendo hasta el coche, para cubrirse y de paso coger su cámara, mientras que los demás hicimos dos bandos improvisados, para comenzar con una lucha de arena. Hube de admitir que Jungkook no era mal tirador, ese chico sabía hacer de todo, hasta lo más mínimo y sin sentido se le daba bien. Estuvimos menos de dos minutos en disputa hasta que por accidente una ráfaga de arena pegó de lleno a Hoseok en la cara, que junto con Namjoon no tardó en formar una nueva alianza para vengarse de los que estábamos en disputa. Hasta que no nos cansamos, estuvimos como idiotas riendo y jugando, con el extra de estar siendo filmados por el mayor de todos los que estábamos allí.

Sin previo aviso, las carreras entre nosotros no esperaron en aparecer. Teníamos toda la energía de un niño de cinco años y no se nos agotaba. Corre por allí, corre por allá, incluso unos pocos valientes metimos los pies en el agua helada del mar. Sigo sin comprender cómo me fue posible ahogar un grito debido al dolor que me produjo el líquido espumoso y su temperatura cerca de los cero grados.

No fue hasta que fuimos a descansar que retomé mis pensamientos de la comida.

Cuando estuvimos secos, limpios de arena y tuvimos la fuerza de subir escaleras, nos encaminamos hasta la parte de asfalto en la que se encontraba aparcado el vehículo que nos trajo al lugar, y cuando levanté mi vista al frente, el sol estaba en camino de ocultarse tras el inmenso océano que nos regalaba el planeta.

Tampoco me libré de las conversaciones, aunque poco a poco me fui alejando de ellas. Llegó un momento en el que todos estaban conversando entre sí, mientras que me había quedado fuera totalmente del tema, momento que sentí idóneo para alejarme hacia mi respiro, que ya tenía localizado.

Unos andamios descansaban uno sobre otro cerca de nosotros, haciendo una especie de torre a la que se podía ascender por un lateral, adornado con unas largas cintas de a saber qué. El metal estaba desgastado, aunque no había llegado al estado de oxidación. Sería algún tipo de material inoxidable ya que cualquier cosa tan cerca del mar se habría tornado de cobre en menos de un mes. 

  Sin pensarlo dos veces, y aprovechando que nadie me miraba, me puse a escalar

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  Sin pensarlo dos veces, y aprovechando que nadie me miraba, me puse a escalar.  

No pensaba llegar a la cima, por lo que me paré en una plataforma no muy alejada de ella, pero lo suficientemente alta como para ahogar mis problemas en el horizonte.

«Tan malo como parece» - YoonjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora