8- Respuestas

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En efecto, Taehyung sabía que no había sido buena idea invitarle y sabía además la razón, pero lo que más me inquietaba era que también conocía el por qué le temblaban de una manera tan brusca las manos a Jin. Nuestras reacciones fueron totalmente distintas a la respuesta del chico, yo estaba preocupado, de cierta manera, pero él más que eso se le veía con cara de decepción y un sonoro suspiro no se quedó atrás. Yo estaba demasiado confuso en ese momento como para pensarme si era de buena educación inmiscuirse en unos asuntos de tal calibre por lo que, tirándome a la piscina de la manera más arriesgada posible, procedí a disolver una de las nubes que tapaba el secreto de mi conocido, o al menos una parte de él.

-¿Hay algún problema por el que no puedas venir? -Este era uno de los momentos en los que amaba mi tono. Tenía una relación de amor-odio con mi voz y parecía que cuando la trataba bien me ayudaba a ponerme serio en los momentos de tensión como aquel.

Parecía que ambos quisiesen evitar el tema ya que se tiraron cerca de un minuto sin abrir la boca; Taehyung miraba hacia un lado algo más apenado que antes mientras que Seokjin se acariciaba las manos como podía para que se calmasen, cosa que funcionó aunque no totalmente, pues su pulso no estuvo estable cuando soltó la primera palabra tras el mencionado rato de espera.

-Sí... hay algo que me impide salir a la calle, y... -le corté en seco, no me gustaba que andase con tanto secretismo, aunque era normal, después de todo no teníamos confianza.

-¿Y cómo es que fuiste solo al psicólogo, entonces? -Te pillé, no te ibas a escapar, me quería salir con la mía aunque eso implicase herir tus sentimientos mínimamente.

Quizá me había pasado. Esa pregunta le puso más nervioso aún. Sumado a todos sus síntomas anteriores, vi cómo se le empezaban a humedecer los ojos e intentaba aguantarse las lágrimas. ¿Tan grave era que hablase de ello?

-Tiene agorafobia -Me había quedado igual que antes. Era músico, no médico, no tenía ni idea de lo que conllevaba aquella palabra. -Tiene miedo a salir de casa, o más bien, cuando lo hace o piensa en ello tiene ataques de ansiedad. -Vaya, Tae, parece que el hábito de leerme la mente le seguías conservando como en aquel entonces. -Va al psicólogo solo porque ese es su tratamiento, y cuando se pone nervioso hace fotografías para calmarse. Como no puede disfrutar de los espacios abiertos, los ve a través de la cámara. Es una buena idea, ¿no crees?

-¡Oye, Taehyung! -Exclamó el afectado, levantándose levemente de la silla y apoyándose en la mesa. -¡Que seas mi primo no te da derecho a contarle mi vida a cualquiera! -Al menos, el que la había fastidiado no era yo. Finalmente una lágrima bajó por la mejilla de Jin, y parecía que a ese paso no sería la única en deslizarse por su fina piel.

-No lo tendré, pero estoy cansado de ocultarlo. Si yo me tuve que sacrificar por ti, tú hazlo por mí y déjame explicarle a quien considere lo que te pasa. -No sabía si me habían solucionado algo o lo habían empeorado. Mientras me iba enterando de unas cosas, iban saliendo nuevas incógnitas de dos en dos.

Jin, tras escuchar las palabras de mi amigo se sentó dando a entender que le había dado la razón de alguna manera y que no tenía el derecho de reprocharle que me lo hubiese contado. Mientras discutían había aprovechado a meter la mano en mis bolsillos en busca de pañuelos de papel, siempre llevaba encima y tuve suerte de encontrar un paquete a medio gastar. Cogí uno y mientras el joven tembloroso se acomodaba en su silla acerqué el papel para secarle la rebelde lágrima que aún no había caído de su barbilla, recorriendo justo después su mejilla con cuidado para secar también el rastro que había dejado el fruto de su pánico.

Cuando notó lo que estaba haciendo, me miró con ojos tristes pero agradecidos, y cuando terminé de secarle lo que pude me relevó en la tarea, rozando mi mano antes de coger el pañuelo y secarse él mismo el resto de lágrimas a punto de salir de sus ojos. 

Taehyung mientras tanto me estaba observando con intriga. Oh, no, no quería ni imaginarme que Hoseok le hubiese pegado lo del emparejamiento sin sentido. ¡No iba con esas intenciones! Para una vez que realizaba una buena acción tenía que ser juzgado por él. Ya me vengaría, ya.

Una vez calmados todos, procedí a hablar nuevamente.

-Y si... ¿y si quedamos todos aquí? -Yo y mi arte de autoinvitarme a los lugares nunca cambiaba. Era un descarado pero de vez en cuando funcionaba. Además era una solución válida, y visto lo visto íbamos a tener la casa para nosotros cinco solos, sin posibles interrupciones y contábamos con un espacio bastante amplio.

Mi mirada de cachorrito dubitativo y mis pensamientos negativos se esfumaron cuando vi a Jin mover la cabeza con los ojos más abiertos de lo normal hacia mí, y a continuación, a Tae, quien en ese momento estaba tecleando algo en el móvil, volviendo a mirarme con una leve sonrisa.

-¡Es una idea fantástica! -No me reprochó la autoinvitación, no. El numerito de antes no habría hecho falta si hubiese propuesto aquello antes, pero para mi beneficio ya sabía lo que le ocurría al chico de pelo castaño y podía cuidar mis acciones teniéndolo en cuenta. -Si solo vamos a ser cinco, y uno es Taehyung, no tengo problema en que vengáis. Aunque vosotros ponéis las bebidas, ¿queda claro?

-¿Bebidas? Ni que fuésemos a dar una fiesta -comentó el que parecía absorto por el aparato electrónico. -Aunque algo de alcohol no viene mal de vez en cuando. -Había perdido la cuenta de los días que había pasado sin beber alcohol. No era que me gustase mucho, lo pasaba mal cuando bebía de más y no asistía a muchas fiestas, pero sí que era cierto que algunas combinaciones tenían su gracia. -Y... yo me tengo que ir. Mañana me vuelvo a pasar, ¿vale, Jin?

-¿A la hora de siempre?

-Sí, no olvides preparar té. -A penas pude escuchar lo último ya que se había levantado a la velocidad de la luz y había echado a andar más deprisa aún. Se había vuelto un chico solicitado en todo aquel tiempo. Por una parte, me alegré. Seokjin y yo nos despedimos de él agitando la mano en alto.

-Si quieres, yo también me voy, no quiero molestarte.

-En realidad... pasar solo tanto tiempo no es divertido... -se tomó un momento para pensar en qué podía ofrecerme para que aceptase a hacerle compañía. -Tocabas el piano, ¿verdad?

-Sí, desde que tengo seis o siete años. -En realidad, mi vida entera había estado acompañado de ese instrumento. Parecía diseñado para mí.

-¿Puedes tocar algo para mí? Puedo intentar acompañarte con mi voz.

-¿Con tu voz? ¿También eres músico? -Mi teoría pareció ser correcta, y a esas alturas no me extrañó que Seokjin contase con un piano en su casa. Además, tanto tiempo encerrado le debió haber incitado a desarrollar su creatividad. Quizá por eso sabía tanto de música.

-Sí, verás... Yo era el que componía las canciones al grupo de mi primo.

«Tan malo como parece» - YoonjinWhere stories live. Discover now