—Que bueno que los encuentro a ambos. Quisiera hablar luego de la reunión con los dos ¿Les parece? —no, eso significa: problemas, no doy una respuesta porque quiero respetar la de Oliver. Si él no quiere hablar con él no voy a obligarlo —¿Oliver? —pregunta, Oliver no dice nada, sólo lo observa.

—¿Por qué? —dice finalmente —¿Ahora que me vas a restregar en la cara?

El señor Anderson suspira y me mira.

—¿Alexandra? —interroga ¿Y qué supone que haga yo? Si Oliver no quiere no puedo obligarlo.

Una vez que la reunión terminó, le tomó media hora al señor Anderson convencer a Oliver de hablar con él. Fuimos hasta el restaurante del señor Anthony Romanov, espero no encontrarme a la perra esa que lleva el nombre de Lauren porque aún mi sed de venganza no fue satisfecha.

El lugar está bastante bueno, debo admitir, algo de estilo ruso puede notarse, observo el menú mientras Oliver y su padre discuten.

—Eso significa que está perdiendo, señor Anderson —menciona Oliver, su padre lo mira con el entrecejo fruncido —son ya tres años que llevas de no manejar una empresa, las cosas han cambiado.

—Por eso, necesito que trabajes conmigo, voy a pagarte.

—Espera... ¿Enserio crees que necesito tu limosna? —¡Ah! Jodido Oliver y su orgullo. Yo aceptara, pero no sé ni mierda de manejar una empresa.

—No es limosna, Oliver —el señor Anderson suspira —Te estoy diciendo que me ayudes a acomodar las cosas —Oliver indiferente lleva una copa de vino a su boca y toma un sorbo como si no está hablando con él —¿Alexandra? —ahora se vuelve a mí, aquí comprendo cual es mi papel en esta historia, y yo que creí que solo me estaban invitando a un rico almuerzo.

Vuelvo mi mirada a Oliver, pero él sólo suspira y mira a su padre.

—No, gracias. Yo no puedo ayudar a la competencia.

—¿Cómo? —su padre lo mira sorprendido —¿Para quién piensas trabajar?

Oliver ríe sarcásticamente.

—No tengo necesidad de trabajar para nadie, estoy trabajando en mis propios proyectos. La verdad a mí me pones harto con todo eso de que Henry es mejor que yo, que piensa mejor que yo y no sé que más mierdas. Pues, pruébalo. Que él te saque de tus problemas —Oliver lanza la servilleta contra la mesa y se pone de pie —¿Sabes? He hecho muchas cosas por agradarte pero para ti nada es suficiente. Hasta quise ser el mejor de Harvard para que tú te sintieras orgulloso, pero ¿alguna vez lo hiciste?.

—Oliver —el señor Anderson también se pone de pie —yo siempre he estado orgulloso de ti. Lo único que me molestaba era como llevabas tu vida personal.

A ambos los voy a agarrar la golpes.

—Bien, ya tengo una vida personal como querías, entonces ¿Ahora qué?

—Eres demasiado orgulloso, si tomé estas decisiones es porque lo que ya habíamos hablado.

—Que tengas buen día —dicho esto, Oliver toma mi mano y sale a toda prisa de aquel lugar, Oliver espera... tengo hambre. Volteo a ver al señor Anderson quién sólo nos observa alejarnos y esboza una triste sonrisa cuando mi vista se cruza con la suya. Algo se instala en mi pecho.

—Oliver... —digo, antes que pueda subir al auto.

—No Alex —me interrumpe de inmediato, abre la puerta del copiloto para que yo suba — ahora no lo defiendas.

—No iba a hacerlo pero... tal vez... deberías...

—¡No! Tú no lo entiendes, Alex. Vamos, sube —al menos lo dice de una manera bastante calma.

Obedezco, no porque quiera obedecer, sino porque hay personas alrededor. Abrocho mi cinturón mientras espero que él suba de su lado.

—¿Por qué tu me hacías hablar con mi padre y te molestas si yo te digo que lo hagas? —él pone en marcha el auto sin decir una palabra.

—Eso era diferente.

—Oliver... es lo mismo, en serio... ¿Quieres esperar hasta que esté muriendo para hablar con él?

No dice una palabra, continúa su camino, su vista está fija al frente y no tiene ningún tipo de expresión. Apenas cruzamos unas cuantas palabras el resto del día.

Ese día hasta le cuesta conciliar el sueño, se queda retraído con su vista hacia el balcón y no me queda de otra más que sólo abrazarlo hasta que se queda dormido. Minutos después finalmente mis ojos se están cerrando.

Su celular suena. Abro los ojos de golpe con el sonido estruendoso del aparato, lo primero que mis ojos captan son los números en rojo que marca el reloj sobre la mesa de noche 11:40 pm. Oliver se remueve de mis brazos para tomar el celular, una vez que sus manos lo palpan muy cerca del reloj lo lleva frente a sus ojos, frunce el ceño al ver el número. De inmediato contesta luego de pasar su dedo índice por la pantalla.

—¿Mamá? ¿Por qu..... — no escucho lo que dicen del otro lado —¡NO! ¡Por favor, dime que no es cierto!

Esposa de mi jefe © (Borrador de la 1era edición - 2016)Where stories live. Discover now