—Suena bien, igual no la voy a entender, pero fingiré que si y diré que tienes todo mi apoyo y los cuantos dólares que tengo en el banco para que hagas lo que quieras y si quieres vender el bentley pues entonces mucho mejor.

Oliver se contiene una risa y enarca una ceja.

—¿Y si mejor vendo la motocicleta? —dice, cruzándose de brazos.

—Con mi motocicleta no te metas —le lanzo el envase de gel de baño vacío que recogí del suelo hace unos segundos y el sólo esboza una sonrisa yendo por una toalla.

—¿Qué tienes contra el bentley, Alex? Te lo dí con todo el amor posible —escucho mientras voy hacia la ducha otra vez, finge lloriquear.

—¡Ah! Si claro dijiste que odiabas mi chatarra. Además ese auto es de niña mimada.

—Eres una niña mimada —exclama de inmediato— si la niña mimada quiere hamburguesa tenemos que ir por las hamburguesas, si la niña mimada quiere helado tenemos que ir por helado, si la niña mimada quiere pizza tenemos que ir por la puta pizza ya sea media noche...

Ruedo mis ojos exasperada.

—Oliver, basta o te lanzo por la ventana.

Escucho sus risas alejarse y salir del baño cuando la puerta se cierra.


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—¡Jaque Mate! —me recuesto sobre el espaldar del sillón beige en el que estoy sentada cruzándome de piernas mientras esperamos subir a la sala de reuniones.

—¡No! —dice Oliver de inmediato — no no no, yo fui capitán del equipo de ajedrez en la universidad, no puedes ganarme.

—Pero sí lo hice —sonrío triunfante mientras Oliver entrecierra sus ojos y me mira desafiante. 

—Quiero la revancha, Alexandra, ahora —espeta, enarcando una ceja.

—¿Otra vez? —me mofo, mientras me cruzo de brazos, él comienza a acomodar las piezas de nuevo.

—En mi defensa, estaba distraído —esbozo una sonrisa ¡Sí, claro! —¿Hay algo que tú no puedas hacer fosforito Carlin?

—¿Ahora fosforito? —frunzo mi entrecejo y lo observo intrigada.

—Sí, te rozan y te enciendes.

—Espera... — hago una pausa analizando lo que acaba de decir —¿Me tomo eso por el lado depravado? —Oliver levanta la mirada de inmediato y me observa divertido.

—No, hablo del mal carácter. Tú sí que tienes la mente podrida, Alex. Claro y después dices que soy yo —no puedo evitar reír, él se levanta rodeando la pequeña mesa para sentarse a mi lado y comienza a besar mis mejillas, me causa más risas.

—Oliver, basta —y continúa sus besos húmedos por toda mi cara hasta que finalmente termina en mi boca. Toma suavemente mi mentón y se pasea por cada uno de mis labios de una manera delicada, muerdo levemente su labio inferior y él sonríe en mi boca, en ese momento un carraspeo de garganta nos estremece y volvemos de inmediato la vista al sonido.

El señor Anderson está viendo apenado hacia otra dirección y luego de un par de segundos la vuelve a nosotros. Oliver lo observa con una expresión neutral. Me pongo de pie, acomodando la falda de mi vestido negro para saludar al señor Anderson, él es el primero en estrechar su mano y la tomo con una sonrisa, Oliver se levanta acomodando su saco gris, su padre le extiende la mano pero él duda en tomársela, golpeo suavemente su brazo hasta que finalmente lo hace pero sin ningún tipo de expresión.

Esposa de mi jefe © (Borrador de la 1era edición - 2016)Where stories live. Discover now